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domingo, 16 de agosto de 2015

"Esta profesión me ha hecho feliz"

La muestra dedicada al dibujante en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, repasa cincuenta años de carrera. Los recuerdos y las grandes historietas del maestro. Los diarios, las revistas y los negros. También la pasión desplegada en el tablero.
Rosario 12 | 
Son días de mucha y buena historieta para la ciudad. Crack Bang Boom culmina hoy, pero sigue hasta el 27 la posibilidad de apreciar la muestra dedicada a Horacio Altuna, en Centro Cultural Fontanarrosa. Se trata de una selección de trabajos extraordinaria porque, entre otras cosas, así de formidable es este dibujante. Son 50 años de carrera los que se aprietan entre las páginas repartidas entre El Loco Chávez, El último recreo, Hot LA, Chances, Merdichesky, Las puertitas del Señor López, y tantas más.
"Por ahí pierdo perspectiva, porque para mí todos los trabajos son viejos y recientes --le comenta Altuna a Rosario/12--. Es una profesión que me ha hecho feliz, para mí la historieta es algo que está incorporado a mi vida diaria, desde hace ese tiempo: cincuenta años."
Durante sus palabras para la inauguración, Altuna bromea pero cifra mucho en lo que dice: "Hay una cosa que es clara: nunca más voy a recibir el premio revelación", y agrega: "Haciendo un recorrido por lo hecho en mi vida, me doy cuenta de que dentro de la historieta, en general, siempre he hecho lo que he querido. Como resumen de mi carrera, me parece que no está mal".
Es que se trata, con justa razón, de uno de los alumnos dilectos de esa escuela de la historieta que todo manual de referencia sobre el tema rotula como "argentina". Altuna no se considera autodidacta, sino deudor de esa estela magnífica de artistas como Hugo Pratt, Alberto Breccia, José Luis Salinas, Carlos Nine. "La lista es larga, son todos maestros", explica. "No sé qué opinarían ellos de mí como alumno. Ellos no lo saben, pero me han enseñado. Yo sé lo que les debo."
Recuerdo momentos de El Loco Chávez donde las diferencias entre un cuadrito y el siguiente eran mínimas, de un efecto lector notable. ¿De dónde viene esa espontaneidad premeditada?
- Lo que pasa es que mi referencia siempre ha sido el cine, además de la historieta. En la gestualidad o en la progresión narrativa, siempre he buscado las mismas formas que usa el cine. Por eso, hay secuencias en donde hay uno o dos fotogramas de diferencia, en donde se mueven una copa o una mano o se cambia de pose, y eso siempre me ha gustado, forma parte de mi forma de ver la historieta.
¿Aspectos como éste eran tenidos en cuenta por Carlos Trillo, al momento de redactar los guiones?
- Lo que pasa en que con Trillo trabajábamos los guiones juntos. Puedo decir que me siento autor desde que empecé El loco Chávez, porque todo lo que hicimos ahí lo hicimos juntos. Nos reuníamos en un bar, y era una especie de correa de transmisión permanente, peloteábamos las ideas y salían ese tipo de guiones. Aprendí mucho de él porque era un guionista que ya tenía trayectoria, y supongo que él debe haber aprendido algo de mí en cuanto a la forma narrativa.
En este momento, su muestra comparte lugar con una de Crist, en breve llegará otra de Caloi, todas bajo el nombre insigne de Roberto Fontanarrosa. ¿Qué elige recordar de aquella gran contratapa de Clarín?
- El diario es un medio de difusión formidable, haber trabajado en un medio así y con la proyección que teníamos, imaginate... Hay escritores que si venden cinco mil ejemplares son un éxito, a mí me leían dos millones de personas diarias, ese tipo de proyecciones es único. Pero además he tenido la suerte de que estaba en una misma página junto a Fontanarrosa y Caloi, era como tener un espacio de televisión después de alguien con mucho rating. A Caloi y Fontanarrosa lo leían más gente que a mí, era como ir agarrado a remolque del éxito de ellos y de lo que hacían, que era fantástico. Hay que señalar que fue también la época de revista Humor, un momento brillante para el mundo de la historieta y el humor argentinos: las revistas de Andrés Cascioli, las páginas de Clarín, después se sumó la última página de La Nación, fue un momento magnífico, histórico.
El Loco Chávez, como gran parte de su obra en Argentina, se editó luego en Europa, donde usted desarrollaría su profesión. Lo que llama la atención es cómo el localismo de la tira terminó por alcanzar otros públicos.
- Pienso que la historieta es un medio de expresión como el cine. El buen cine se reconoce en cualquier lugar del mundo, no importan el idioma, las características o la idiosincrasia de los pueblos. Con la historieta pasa lo mismo, leo historietas francesas o americanas que son formidables, y no tienen nada que ver con mi cultura. Estando en el culo del mundo, Argentina ha proyectado autores universales. Exportar ese tipo de valores es formidable: Quino, José Muñoz, Juan Giménez, Pratt, Breccia, ahora Liniers, entre otros.
Toda la obra de Altuna ha sido publicada también en Estados Unidos. Pero hay un libro maldito, que sigue todavía sin suerte editorial: se trata de Hot LA, donde el dibujante recrea algunos de los numerosos sucesos policiales ocurridos en Los Angeles, durante la toma que de la ciudad hicieran las pandillas, tras la golpiza policial al taxista afroamericano Rodney King, en 1992. A propósito del tema, Altuna sostiene que la única revolución posible ocurriría allí, en Estados Unidos. Augura: "¡Ojalá!". Y explica: "Dentro de Estados Unidos están el primer mundo y el tercero, eso es algo que existe. En Estados Unidos nunca me publicaron Hot LA, pero a partir de un cortometraje hecho por un amigo sobre esa historieta, hablando con él, me puse a pensar en que no hay personajes negros en la historieta americana; habrá alguno, pero de manera testimonial. Que en un siglo y pico no haya personajes negros es un punto como para reflexionar. Hay historietas con personajes secundarios que son negros, pero es muy raro; así como gran parte del mundo de la historieta del siglo pasado siempre estuvo dirigida a un público infanto-juvenil masculino. En algo ha fallado todo esto, ¿qué es lo que ha pasado para que haya este bache donde no existe el afroamericano, donde la historieta femenina no existía? Por lo general, en la historieta se ha caracterizado al héroe como un tipo agraciado y al malo como feo, si uno junta esos estereotipos junto a la ausencia del negro y a la desaparición de la mujer, aparece un punto en donde algo ha fallado".
Los negros que sí están y siempre en el mundo del dibujante, son dos y de toda la vida: "Caloi y Fontanarrosa, mis amigos y queridos negros". A ellos, a Trillo y a Cascioli ("el primer editor que me reconoció los derechos de autor"), dedicó Altuna con palabras de agradecimiento la muestra con la que se engalana la sexta edición de Crack Bang Boom.

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