“La verdad es que todo esto te va minando el espíritu y a esta altura ya siento un cansancio y un hartazgo bastante importante”, señaló Carlos García, titular de las panaderías Santa Teresita.
“¿Cómo es posible que todos los meses vengan a robarme y nadie hace nada? -se preguntó-. ¿Qué están esperando las autoridades? Una tragedia, una muerte, o directamente que cerremos los negocios y todo el mundo se quede sin trabajo.
No sé más qué hacer, porque nada alcanza. Si ponés rejas, alarmas, te roban igual.
Puse cámaras y en los robos anteriores tengo filmados a los delincuentes. Pero no sirvió para nada, porque no agarraron a nadie y los robos siguen”, cuenta.
“Tengo la sensación de que estamos muy mal. Y eso ocurre porque no hay castigo para los delincuentes”, sentenció el empresario.
Horrible sospecha
“Sólo en los últimos 3 años he sufrido más de 30 ataques de la delincuencia. Pero lo peor se dio hace poco, cuando en 40 días me robaron 5 veces”, señaló García.
Más adelante García se mostró sorprendido. “No entiendo cómo los ladrones se manejan con una tranquilidad increíble. Asaltan a las empleadas con armas de fuego, rompen los vidrios.... No me queda más que sospechar que están en complicidad con alguien. Las chicas están asustadas... quedan llorando.
Puse cámaras de filmación pero no sirvió para nada. Tengo grabados todos los asaltos.
He llevado las filmaciones a la policía y jamás me llamaron. Ni a mí, ni a las chicas que las robaron. No nos pidieron las características de los ladrones, en fin... que cada uno saque sus conclusiones.
Tengo la horrible sensación de que la policía no quiere hacer su trabajo. No puede ser que uno les lleve todo en la mano y ellos te contestan con indiferencia”, sostuvo.
Sin castigo
“El perjuicio económico también es grande. Te rompen un vidrio que sale más de 5 mil pesos. Te llevan una registradora que vale 15 mil. Una balanza electrónica, sale 2 mil, y así podemos seguir. Todo esto te va desgastando mucho.
“Todos estamos trabajando bajo una presión enorme. Las chicas tienen miedo y es lógico. Algunas se fueron y otras ya no quieren hacer determinados turnos. Lo que nadie piensa es el daño emocional que queda padecer una situación así. Lo material va y viene, pero lo psicológico no.
“Es tremendo que uno de estos tipos te apunte con un arma. En ese momento tu vida depende de la reacción que tenga el delincuente. Darte cuenta de eso es terrible”, explicó.
En otra parte García sostuvo que “ya me cansé de golpear puertas y que nadie me atienda. Hasta fui a Asuntos Internos. Quiero que alguien me brinde seguridad. A esta altura pido ayuda de manera desesperada porque quiero seguir trabajando. Por lo menos que pase un patrullero y vigile correctamente. No quiero que se den una vueltita y nada más.
Por último García manifestó que “la situación es grave y no me refiero sólo a mí. Todos los comerciantes estamos pasando un muy mal momento”, culminó.
El Litoral
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