Francesco Tonucci estuvo en Santa Fe y habló sobre la inseguridad y los errores en el desarrollo de las ciudades. Además se refirió al desafío de retener más tiempo a los alumnos en la escuela.
Autor:Manuel Testi / Diario UNO de Santa Fe - Perspectiva. “Para jugar bien hay que poseer pocos juguetes”, manifestó.
Autor:Manuel Testi / Diario UNO de Santa Fe Perspectiva. “Para jugar bien hay que poseer pocos juguetes”, manifestó.
El pedagogo italiano Francesco Tonucci volvió a visitar la provincia, esta vez con dos ejes de trabajo claro: inseguridad y jornada extendida. Sobre esos temas disertó, tanto en Santa Fe como en Rosario, frente a docentes, operadores territoriales y público en general.
“Los niños son un medio para hablar de otras cosas como la escuela y la ciudad. Ellos nos ayudan a entender qué tan lejos estamos de una buena gestión de la escuela y de la ciudad. Si reflexionamos sobre su sufrimiento vemos nuestros errores”, explicó Tonucci.
Al respecto destacó que, en la escuela, los chicos se aburren y que, por eso, al pensar en la implementación de la jornada extendida se debe considerar en qué se les va a ofrecer para que no sea “lo mismo durante más horas”.
Y, en cuanto a lo que ocurre en la ciudad, señaló que los problemas de inseguridad también están relacionados con el hecho de que niñas y niños no estén en las calles. Además, cuestionó que los padres sean más restrictivos con las nenas que con los nenes y remarcó que, lamentablemente, los chicos están en más riesgo en la casa que en la calle.
“Si los niños no pueden salir de casa, no pueden frecuentar a sus amigos y vivir la experiencia de la aventura, la ciudad no funciona. Es una ciudad que no permite a algunos ciudadanos, que no son pocos, vivir su experiencia. Se ha elegido al adulto, varón y trabajador, y a su auto como protagonistas y dueños de la ciudad. Eso la convierte en un lugar muy incómodo para todos los que no entran en esas categorías como los niños, las mujeres, los ancianos y los peatones”, manifestó el creador del proyecto Ciudad de los Niños que se implementa hace varios años en la provincia.
La jornada extendida
El tema del aburrimiento en la escuela es recurrente en Tonucci. La importancia de que niñas y niños encuentren en la institución educativa un espacio que los ayude a desarrollarse y promueva sus características individuales es uno de los ejes centrales de su discurso. Por eso, en esta visita, se ha reunido con directivos y docentes de las escuelas que implementarán la jornada extendida.
“Hay que ampliar la escuela. Cambiamos la escuela o empeora la situación. Así como es no le gusta a los niños. Si ampliamos el tiempo que tiene que estar le va a gustar menos. Con lo cual es un gran reto para reflexionar y no generar que tengamos una escuela como siempre, de cuatro horas, más dos horas divertidas. Sería una traición de esta oportunidad”, evaluó y siguió: “Hay que transformarla en una oferta formativa que encuentra su diversidad en la oportunidad de ser adecuada para todos y para cada uno”.
Al respecto marcó que hay que ofrecer un abanico amplio de lenguajes y oportunidades para que no solo los que nacieron con una vocación literaria o matemático-científica sean los buenos estudiantes, como ocurre en la actualidad, sino que puedan serlo también los que nacieron músicos, artistas, artesanos o quienes quieren utilizar las manos y el cuerpo.
El desafío de la autonomía
Otro de los temas centrales que abordó Frato (como firma sus viñetas) es la inseguridad. Y vinculó la problemática al hecho de que los padres sobreprotejan a los chicos y no les permitan estar en las calles.
“Si los niños no pueden salir de casa sin adultos no pueden jugar. Los padres reaccionan mucho cuando digo eso porque dicen que ahora se juega más que antes porque están llenos de juguetes o porque todos los días lo llevan a la plaza. Sin embargo, esas dos cosas no tienen mucho que ver con el juego”, indicó.
Y siguió: “Para jugar bien hay que poseer pocos juguetes. Las familias podrían ahorrar mucho dinero dejando más tiempo a los hijos para que se puedan encontrar con amigos y tiempo libre para vivir con suficiente autonomía y libertad”.
Además, marcó que hay que dejar a los niños jugar sin controlarlos ni vigilarlos. “Es una experiencia de autonomía que tiene que ver con el placer. Si pensamos en el mundo del placer adulto se entiende muy bien que no soporta el control”, dijo y agregó: “Todo lo que en la vida de los niños era normal hoy se comprime porque en casa o en los cursillos organizados siempre hay un adulto que controla”.
—¿Qué consecuencia tiene criar a los niños sin esa autonomía?
—Los niños que no pueden salir solos de casa no pueden vivir la experiencia de riesgo. Y sin riesgo no hay crecimiento, desarrollo, es un componente central. El conocimiento crece encontrando obstáculos y superándolo. Los adultos siempre preferimos que los niños no corran los riesgos que se viven a escondidas como fumar, besarse o tocarse. Y no porque sean más cerrados moralmente sino porque no los dejan estar solos. Por eso sería importante que en algún momento se dé la ausencia del adulto, que es la que permite a los niños tener sus experiencias.
“Eso es grave –siguió– porque no poder hacer tonterías de niño cuando es la hora significa acumular una necesidad de transgresión que se va a exprimir más tarde, en la adolescencia, cuando los chicos y las chicas tienen bastante autonomía como una llave de casa en el bolsillo. Y esa expresión puede convertirse en una explosión y ser peligrosa. Muchos de los dramas de la adolescencia como el abuso de drogas y alcohol, los accidentes de motos y de coche, el bullying hasta el suicidio juvenil tiene bastante que ver con que, en la infancia, los niños no han podido vivir las tonterías que deseaban vivir. Es decir, un niño que no ha podido lastimarse la rodilla andando en bicicleta tiene más posibilidades de tener un accidente grave en moto”.
—¿Esto afecta de manera diferente a las niñas y a los niños?
—Todo el tema del tiempo libre y la autonomía está atravesado por la desigualdad de género. Normalmente las familias están más dispuestas a conceder más autonomía a los varones que a las mujeres. Y eso tiene mucho que ver con fantasías y miedos que no tienen mucha referencia en la realidad. Lamentablemente las violencias contra los niños y contra las mujeres es una experiencia casi siempre, y casi exclusiva, de casa. Ocurre adentro y no en la calle. Por lo tanto, no justifica el no dejar salir a la hija porque el afuera casi siempre es más seguro que el adentro.
Por Victoria Rodríguez
Diario UNO de Santa Fe
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