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domingo, 9 de febrero de 2014

ROSARIO: Los arrebatos en los accesos a las fábricas de la periferia rosarina no dan respiro

Los obreros damnificados contaron que a la madrugada o en la noche, los asaltan con cuchillos o arma de fuego, los golpean para sacarles motos, bicicletas y celulares.
.La Capital | 
Los arrebatos en los accesos a las fábricas de la periferia rosarina no dan respiro

 Tienen que trabajar, las fábricas están lejos y los robos no los dejan respirar. En ese corsé están los trabajadores de las empresas ubicadas en la periferia rosarina, como la zona noroeste, donde los delegados resolvieron que pedirán un transporte privado para poder llegar y salir seguros de las fábricas; un vehículo que los empleados vayan tomando en avenidas o plazas.
   Es más, buscan el apoyo del Concejo para llegar con el reclamo al Ministerio de Trabajo, eslabón necesario frente a las empresas.
   Hace unos días, delegados de La Virginia (Circunvalación y J.B.Justo), Cristalería Rosario (J. B. Baigorria 2657) y Acíndar (Presidente Perón al 8000) se reunieron frente a una de las fábricas con el tema de la seguridad in itinere (camino al trabajo) como punto excluyente de la agenda.
   Los obreros contaron que a la madrugada o en la noche, los asaltan con cuchillos o arma de fuego, los golpean para sacarles motos, bicicletas y celulares. No llevan nada que pueda llamar la atención. Aún así, aseguraron que es difícil cruzar algunos barrios camino a las fábricas.
   “Las esperas en las paradas de colectivos también los dejan expuestos”, aseguró a La Capital el delegado por La Virginia, Oscar Juárez. Y dijo que en esas ocasiones “hubo compañeros apuñalados”.
   “Cuando a las 5 vamos a las fábricas, las colectoras de Circunvalación son tierra de nadie. En lugares como la empresa La Virginia, donde trabaja gran cantidad de mujeres, ellas se llevan la peor parte de las agresiones. “El problema es muy serio, les tiran piedras para sorprenderlas y asaltarlas”, relató Juárez.
   El delegado contó que el último caso fue el de una mujer a la que le quebraron una costilla para sacarle la moto. Y dijo que si esto pasa durante el verano, cuando a esa hora ya aclara, no quieren ni pensar lo que sucederá en el invierno, cuando durante el ingreso es noche cerrada y a la hora de la salida, las 23, directamente la calle colectora se convierte en un páramo.
Preocupación. “Nunca vemos una patrulla, fuimos a las comisarías y dijeron que no tienen móviles, lo de siempre”, contó a viva voz Juárez hace una semana en la reunión que compartieron vecinos e integrantes de la comisión de Seguridad del Concejo.
    Para el presidente de esa comisión, Diego Giuliano, la situación amerita la mirada conjunta del área de Transporte Público, las Fuerzas de Seguridad y los gremios.
“Se podría pensar en algún corredor seguro del transporte público con puntos de encuentro de los trabajadores, o en un transporte puerta a puerta si la escala de la empresa lo permite”, dijo el edil a modo de ejemplo.
   Giuliano recordó que el problema es uno sólo, aunque haya que elaborar respuestas fragmentadas para distintos sectores, en este caso, los obreros, un flanco sin mucho que brindar para los robos.
Pobres contra pobres. Un mes atrás, el Sindicato de Ceramistas dio el alerta sobre la situación en la edición del pasado 4 de diciembre de La Capital. En esa ocasión, con las autoridades de Seguridad de la provincia se acordó un rondín durante las horas de entrada y salida de Cerámica Alberdi, en Molina al 2200.
   “Algo se hizo, pero no es constante, el resultado es muy poco”, analizó ayer el portavoz del gremio, Miguel Poblete.
   El gremialista dijo que los fines de semana, con turnos rotativos, se incrementan los robos. Hace quince días a un obrero le gatillaron tres veces, otro quedó sin ropas después de que dos personas a caballo lo atacaran en la colectora de Circunvalación para sacarle la bicicleta.
   Días después, a las 5, dos motociclistas encerraron a un obrero que salía en moto de la fábrica y que con la ayuda disuasoria de un taxista, tuvo que volver a entrar y esperar un largo rato hasta sentirse a salvo.
   “Es una sensación de pobres contra pobres, si le roban a un trabajador, alguien que quizás no tiene trabajo, hay un problema muy complicado”, enfatizó Poblete.

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