El IPCNu permite comparar los cambios en la estructura de gasto de los hogares. Bajó el peso del presupuesto para alimentos, salud, y educación y subió para diversión, transporte y comunicaciones. La metodología completa.
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En un extenso informe de 194 páginas el organismo oficial de estadística dio a conocer al cierre de la semana financiera la síntesis metodológica y principales características del nuevo Índice de Precios al Consumidor Nacional urbano que debutó con el cálculo de un aumento de 3,7% en enero para el promedio país. Resta el detalle de las variaciones en comparación con diciembre para cada una de las seis subregiones consideradas.
Ya se sabe que no habrá empalme con la metodología previa, como fue común en los seis cambios anteriores desde 1943, cuando se modificó la estructura de gastos de 1933 y en los sucesivos de 1960, 1974, 1988, 1999 y 2008.
Según el relevamiento de campo en los últimos ocho años, el promedio de las familias argentinas cambió en forma apreciable sus preferencias de gasto: es menos intensiva en alimentos y bebidas, educación y salud y más marcada a favor del esparcimiento, ropa y el equipamiento del hogar.
Cómo ha sido común desde 1933 cuando la Argentina comenzó a tener un sistema de precios, basado en los consumos de la población, el principal componente corresponde a alimentos, ahora con 33,2% del presupuesto total. Pero disminuyó 4,7 puntos porcentuales en comparación con la metodología que se basaba en la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares entre 2004 y 2005 para el área de Capital y el Gran Buenos Aires.
Y si bien, ahora se trata de una media que incluye además las regiones Pampeana, Noroeste, Noresta, Cuyo y Patagónica, esa reducción no responde a esas incorporaciones, habida cuenta de que dicho recorte se mantiene en el cotejo con el que el área aislada de la zona metropolitana de Buenos Aires.
El gasto en enseñanza luce consistente con los resultados de las pruebas PISA
Lo mismo puede decirse en el caso de laporción de gasto destinada a la educación de los miembros de la familia a un paupérrimo 2,9%, el cual luce consistente con los pobres resultados que viene obteniendo el país en las mediciones PISA. Significa un retroceso a la relevancia que tenía en los comienzos de los 80, cuando la Argentina transitaba por lo que parecía olvidados ciclos de parar y crecer (stop and go). Las proporciones mínimas se registran en el Noreste con 1,9% y las mayores en el GBA y Noroeste con 3,3 y 3,1%, respectivamente.
Mientras que por el contrario, se advierte mayor inclinación a destinar una parte apreciable de los ingresos del grupo habitacional a esparcimiento. Ahora absorbe 7,3% cuando ocho años antes apenas superaba el 5%. De este modo se aproximó a la relevancia que tenía en los 90, cuando era de 8,7 por ciento. Las poblaciones de lasregiones Patagónica y Pampeana lideran el ránking nacional, seguidas por las de GBA y Cuyo, en tanto se ubican muy rezagadas en el rubro las de Noroeste y Noreste, las cuales son las tienen menores ingresos y calidad de vida, respecto del promedio general.
Esparcimiento recuperó la relevancia que tenía en los 90
Los gastos en salud mantuvieron la gravitación de 5,6%, con un máximo de 6,3% en la Ciudad de Buenos Aires y GBA y un mínimo de 3,9% en el área Patagónica.
En el caso de los pesos que se destinan al mantenimiento y equipamiento del hogar, por un lado su funcionamiento por el otro su decoración, el Indec dio cuenta de un salto de 2,4 puntos porcentuales en el primer caso, y una reducción de 1,9 pp en el segundo, absorbiendo en conjunto el 17,5% del gasto total
A diferencia de otros informes de estas características el Indec no dio cuenta de cuál es el ingreso promedio mensual en pesos, ni de las características del hogar en términos de cantidad de miembros, y tampoco del monto medio de gasto.
Aumento generalizado precios
La primera medición de la variación de la inflación en enero, que arrojó 3,7% en comparación con diciembre, se limitó al promedio general de las seis regiones, y por tanto no permitió advertir si hubo movimientos concentrados, según el ingreso medio de los hogares, como tampoco factores estacionales y propios de cada área, dada la amplia geografía del país.
Tampoco se detalló una síntesis de los precios relevados para los productos de mayor consumo de la población, como son los alimentos, bebidas y artículos de limpieza, que era común en la difusión previa a que se interviniera el Indec, a comienzos de 2007.
Si se pudo advertir que sobre un análisis de las variaciones de los 88 subrubros que que comprende la ahora muy amplia cobertura geográfica y de los gastos de las familias que residen en la Argentina en poblaciones de más de 5.000 habitantes, que en 46, poco más de la mitad (52,3%), se anotaron alzas superiores al promedio general, con un tope de 15,9% en esparcimiento y excursiones y 13,9% en transporte público de pasajeros. También acusaron alza de dos dígitos las frutas secas, deshidratadas y en conserva: 12,9 por ciento.
Otros doce rubros tuvieron alzas entre 3 y 3,6%. Sólo uno subió como el promedio y 29 se movieron entre menos 1,4% (calzado de vestir) y 2,9 por ciento.
De ahí surge que se cumplió un componente básico de la definición de inflación: aumentos generalizados de precios. Mientras que el segundo: aumento sostenido, se sostiene desde el comienzo de este siglo, cuando se pasó a un régimen de cambio flotante, sin haber fijado un ancla de límite del gasto fiscal al crecimiento de los recursos tributarios genuinos.
Se ha avanzado un paso sustancial en el intento de sinceramiento de la difusión de la variación de los precios de los bienes y servicios que consumen las familias. Es de esperar que se sostenga en el tiempo.
Pero, el paso siguiente es diseñar políticas que conduzcan a la reducción de la tasa de inflación, porque se ha convertido en un impuesto relevante, equivalente a más de cinco puntos del PBI, y que recae en forma más preponderante sobre los sectores de menores ingresos, que son quienes a su vez reciben el menor reparto de los subsidios económicos.
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