A un mes de la tragedia, una multitud se concentró anoche en la esquina de Boulevard Oroño y Salta, en un enjambre de antorchas, fotografías de las víctimas y carteles con leyendas diversas que connotan el tránsito desde el dolor al reclamo de justicia.
Las almas dolientes por Salta 2141 volvieron anoche a ganar la calle, y esta vez fueron más que la primera vez, y su marcha ya no fue en silencio sino con el reclamo de justicia a voz en cuello, al cumplirse el primer mes de la catástrofe que mató a 21 personas. La manifestación unió la esquina del desastre con la sede de Litoral Gas, donde el padre de una víctima repudió la posibilidad de que la investigación se agote en la responsabilidad del gasista y afirmó: "No fue un accidente, fue asesinato".
Hacia las ocho de la noche, una multitud se concentró en la esquina de bulevar Oroño y Salta, en un enjambre de antorchas, fotografías de las víctimas y carteles con leyendas diversas que connotan el tránsito desde el dolor a la indignación por una tragedia que, temen, se disipe en el tiempo y quede impune. Fue el padre de Santiago Laguía, megáfono en mano y enfundado en una remera amarilla como toda su familia, en homenaje a su hijo, quien invitó al desahogo de los deudos y vecinos, al pie de una bandera que postulaba "Por la plaza de las 21 estrellas".
El hijo de Domingo Oliva encaramó sobre sus hombros a Enzo, de 4 años y lo mostró: "El viene a pedir por justicia por su abuelo, que la cara de mi hijo sea el símbolo de esta lucha, y que nuestros muertos nos iluminen desde el cielo". Y el niño agitó la foto de su nono, rodeado de aplausos y lágrimas. Un estudiante colombiano que se salvó de la explosión propuso reeditar la convocatoria en cada día 6 y reclamó: "No merecemos un país sin justicia ni control. La voz del pueblo es la voz de Dios".
Llegaron mensajes de familiares de víctimas de la tragedia de Once, de los inundados de La Plata. Alguien recitó los 21 nombres ausentes y en cada uno la concurrencia exclamó "Presente". Y la marcha avanzó por el bulevar. Primeros pasos en silencio, y de súbito un coro de palmas y grito de "Justicia" avisó que el pronunciamiento sería distinto al anterior. "No dejen de pedir justicia", arengaba Laguía. Las remeras que lucían familiares y amigos de algunas víctimas anticiparon que no están dispuestos a rendirse fácil. Carmelo, el papá de Florencia Caterina, masculló su bronca, pidió "justicia rápida, no como Cromagnon ni la tragedia de Once, porque en este país todos los días matan a un chico y a los políticos sólo les interesa que paguemos los impuestos. Se vinieron a sacar una foto y nada más". Su remera advertía: "Con lamentarlo no alcanza".
La columna, que en el Paseo del Siglo ocupó casi cuatro cuadras, avanzó por Córdoba ante la mirada impávida de algunos testigos, y el aplauso sincero de otros. "Súmense, que mañana puede ser por ustedes", los enteraron quienes encabezaban la marcha. El serio reclamo apremió a los parroquianos de la vereda de un coqueto bar de Córdoba al 1600 y los comprometió a aplaudir. En los balcones, nadie. En las ventanas, unos pocos curiosos furtivos. Y el acompañamiento de los pájaros que emergían despertados desde los arbolitos, al paso de la manifestación.
La multitud avanzó por una peatonal sólo habitada por vendedores ambulantes, y dobló en Mitre para detenerse frente a la puerta de Litoral Gas. Laguía advirtió que "no le echen la culpa a un pobre gasista que se gana la vida. La culpa es la falta de control de todo el Estado. Es impunidad, es mala praxis". Lo sucedieron una serie de testimonios de familiares y vecinos que demostraron una sintonía similar a las expresiones populares de los peores días de 2001, cuando el eslogan repetido era el "que se vayan todos". La mamá de Carlos López reclamó status de madre de Plaza de Mayo "y que la presidenta me reciba como a la mamá de Marita Verón". Otro familiar demandó la presencia de la intendenta y el gobernador, y una señora más llamó "un castigo en las urnas". "Rosario es una bomba sin control y los medidores de gas están en el subsuelo. Hasta cuándo", reclamó el último antes de pasar a cantar el Himno Nacional.
Sobre el mármol de la fachada y la puerta de metal, los deudos volvieron a pegar los rostros de las 21 víctimas, y pintaron una y otra vez la palabra justicia, para que a las autoridades de Litoral Gas al menos esta vez les cueste un poco más borrar el mensaje de la gente.
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