La población santafesina crece pero, sobre todo, cambia las formas de agruparse y cada vez se requieren más viviendas. Mientras que en los últimos diez años la “familia tipo” sólo se incrementó en un 5%, los hogares de padres solos lo hicieron en un 35%. Un especialista de la UNL analiza estos cambios.
Más personas requieren más casas, esa es la premisa con la que se suele pensar la necesidad de viviendas. Sin embargo, a la hora de estimar el déficit habitacional es necesario tomar en cuenta cómo se agrupa la gente para vivir y en qué condiciones lo hace.
Al seguir los datos censales de las últimas dos décadas (1991; 2001 y 2010), especialistas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) pueden identificar distintos patrones de la población santafesina. Así, la cantidad de viviendas que se demandan puede calcularse incluyendo diferentes componentes.
Por un lado están las viviendas precarias o irrecuperables que deben ser reemplazadas, es decir, aquellas que no son aptas como ranchos, casillas, casas rodante o la vía pública. El censo de 1991 mostró que el 6% de las viviendas de la provincia entraban en la categoría de precarias, mientras que los datos del 2010 evidencian un marcado descenso, hasta el 2%.
Otro de los componentes del déficit habitacional que es posible monitorear a través de los datos censales disponibles es el número de hogares hacinados, es decir, que conviven en una misma vivienda.
“El hogar, en Argentina, se define como una unidad socio económica que vive bajo un mismo techo. Si se comparte el techo y los gastos de alimentación de esas personas, se conforma un hogar”, explicó Javier Gómez, docente e investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC) de la UNL.
Entre los años 1991 y 2001, el valor se mantuvo por el orden del 4%, mientras que, según el último censo, se duplicó el número alcanzando el 8%. “La cantidad de hogares ha crecido de modo muy importante, mucho más de lo que lo ha hecho la población”, enfatizó Gómez.
Formas de vida
Según explicó el especialista del departamento de Geografía de la FHUC, los hogares unipersonales crecieron un 39,3% entre 2001 y 2010. Mientras, los hogares conformados por parejas sin hijos lo hicieron un 28,1%.
Otro formato de hogar que tuvo un marcado incremento en las últimas décadas lo conforman los progenitores solos con hijos solteros, que crecieron un 35,4%. En contraste, el formato de “familia tipo”, de parejas con hijos solteros, subió apenas un 5,6%.
“Están cambiando los formatos y se están haciendo más presentes modos que en décadas pasadas eran menos presentes. Cobran más importancia los hogares unipersonales y los hogares no nucleares que están integrados por personas que en apariencia no tienen ningún vínculo entre ellas pero que comparten los gastos”, analizó
Entender estas dinámicas es fundamental para encontrar soluciones adecuadas a la demanda de vivienda. “Hoy, para un soltero es muy difícil acceder a un plan estatal, pero vemos que los hogares unipersonales son cada vez más importantes. Habrá que ver entonces cómo se piensa esta situación para dar respuesta a estas necesidades”, reflexionó.
En el territorio
El déficit habitacional, y en particular el grado de participación en él de las viviendas irrecuperables –de tipo rancho-, se concentra en el norte provincial y va de la mano de la postergación histórica que ese territorio mantiene desde una perspectiva socio económica. Gómez destacó que actualmente, el departamento de San Javier es el que está proporcionalmente más complicado. “Hay que considerar, también, que se trata de zonas en las que existen actividades económicas que condicionan determinados tipologías de vivienda. Ese es el caso de la pesca y de los trabajadores golondrinas convocados por la actividad forestal, la caña de azúcar, el algodón y las frutillas”, aclaró.
El hacinamiento, en cambio, es una situación que se encuentra más generalizada en el territorio, pero se concentra en los grandes centros urbanos como es el Gran Rosario y el Gran Santa Fe.
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