sábado, 5 de mayo de 2012

COLÓN: UNA VIDA PINTADA DE ROJO Y NEGRO

Desde aquel humilde primer escenario conocido como El campito, el actual Brigadier López pasó por buenos y malos momentos, pero así y todo nunca perdió su espíritu y siempre contó con el apoyo incondicional de su gente.

A principios de siglo era muy común que en Santa Fe cada escuela primaria tuviera equipos de fútbol formados por sus propios alumnos y que, entre ellos, se desafiaran en picados en distintos puntos de la ciudad. La historia dice que en el sur de la capital de la provincia había un grupo de chicos que actuaba de local en un terreno conocido como El Campito, que estaba ubicado entre las calles Moreno, Juan de Garay y San Luis, llegando por el Este hasta la costa del río.


Ese equipo estaba integrado por Pedro Rebechi, Humberto Sosa, Atilio Badalini, Geadá Montenegro, Juan Leyes, Antonio y Juan Rebechi, Ernesto y Adolfo Celli, Mariano Rodríguez, Helvecio Fontana y Ricardo y Guillermo Cullen Funes, entre otros. Si bien eran compañeros de escuela y amigos, entendían que debían constituirse como un club para fortalecer esa pasión que los vinculaba todos los santos días.


Un grupo de ellos fue a la casa de los hermanos Rebechi con esa iniciativa, pero la madre dijo que Antonio y Juan estaban “estudiando” historia y que no podían “salir”. Los hermanos se encontraban repasando los viajes de Cristóbal Colón y su llegada a América, por lo que Antonio propuso dar el nombre de Cólon a esa institución que deseaban fundar. Así fue que, el 5 de mayo de 1905, decidieron bautizar su sueño con el nombre de Colón Football Club.


A partir de allí, esos pibes se fueron haciendo conocidos en toda la ciudad, sin saber todavía que estaban dando los primeros pasos en la historia de una de las pasiones más grandes que abrazan los santafesinos. La escuela primaria había quedado atrás y decidieron confeccionar una camiseta que los identificara. La inspiración fueron los colores que tenía una barcaza que se encontraba en reparación en las inmediaciones de El Campito. Se mandaron a hacer las camisetas a Rosario: del lado izquierdo negro; del lado derecho rojo. Con el paso del tiempo se advirtió que un modesto equipo de la zona tenía la misma indumentaria. Resolvieron que lo mejor sería disputar un partido por la camiseta y el ganador sería el único equipo con derecho a usarla, comprometiéndose el otro a no volver a vestirla. Al partido lo ganó Colón, siendo desde allí la casaca uno de los patrimonios más preciados por el pueblo Rojinegro.

El primer paso
El equipo ya tenía su nutrida hinchada y se iba haciendo cada vez más conocido. Sin embargo, no estaba afiliado a ningún ente rector del fútbol. La decisión de sumarse a la Liga Santafesina de Football surgió a fines de 1912. Por ese motivo, debieron constituir una Comisión Directiva y organizarse formalmente, ya que dejarían de ser un club de amigos para estar afiliados a una asociación. Como eran chicos jóvenes, solicitaron actuar en la Segunda División de la Liga, pero ésta decidió que deben jugar un partido a manera de examen. El rival fue Unión y Colón se impuso por goleada, en lo que fue el primer clásico de la historia entre los eternos enemigos y también el puntapié inicial para una serie de títulos liguistas que la entidad Sabalera supo cosechar. En marzo de 1920, en Asamblea General Extraordinaria, fueron aprobados los nuevos estatutos y pasó a denominarse Club Atlético Colón. En esa época también se estaba buscando un nuevo emplazamiento de la cancha.

Contenedor de almas
A lo largo de su historia, Colón tuvo tres estadios. El primero fue el mencionado El Campito. El segundo, en 1922, ubicado entre las calles Zavalla, Moreno, San Juan y Corrientes. El tercero y definitivo fue inaugurado el 9 de julio de 1946, bautizado como Eva Perón. Luego llegó la mal llamada Revolución Libertadora, por lo que el estadio pasó a llamarse Brigadier Estanislao López.


En la última década y, luego de varias obras, el estadio del barrio Centenario pasó a ser uno de los estadios más modernos del país y que, por si fuera poco, se dio el lujo de albergar grandes eventos, como la última Copa América. Van ya 107 años de vida, pero da la sensación de que la historia todavía está lejos de terminar.

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