Decisiones políticas y económicas llevaron a que distintos sectores de la sociedad no tengan la posibilidad de cubrir las necesidades básicas como comer, vestirse y tomar un baño fueron. Las personas de la ciudad se unieron para ayudar a los que menos tienen
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Despertarse a la mañana y llevar los pies hasta la cocina para comer algo antes de abrir la ducha es un escenario inaccesible para muchos. Si bien las iniciativas de los santafesinos durante las emergencias sociales es una bandera de orgullo, las propuestas solidarias son indicadores de la situación que atraviesan los sectores carenciados y la falta de una estructura política reparadora.
Con una devaluación que supera el 50 por ciento, una inflación hoy calculada por encima del 42 por ciento y un desempleo de dos dígitos en el país, la brecha de la pobreza se pronuncia cada vez más. En Santa Fe, la delicada situación que pasaron los barrios por la emergencia hídrica acentuó la escasez y lanzó a centenares de personas a buscar ayuda para poder comer y vestirse.
La necesidad no pasó inadvertida entre vecinos e instituciones que se organizaron en los primeros meses del año para remediar lo que el Estado ignoró. Heladeras, roperos y duchas solidarias fueron el emergente para paliar el momento social más crítico de los últimos 14 años.
En la ciudad de Santa Fe cerca de 200 personas por día acceden a las viandas solidarias que sus vecinos prepararon. Durante el invierno se buscaron abrigos a toda hora en percheros sociales para poder vestirse y se calcula que cerca de 12 hombres y mujeres se duchan cada jornada en baños solidarios.
El desafío de vestirse
Las bajas temperaturas comenzaron a finales de marzo y se extendieron hasta hoy con mínimas entre los 7 y los 16°C en uno de los inviernos más fríos y húmedos de los últimos años. Los altos precios en los comercios y las bajas posibilidades económicas se sumaron al panorama complejo que pasaron los santafesinos este año.
Con una mezcla de maderas y clavos, el artista callejero Nicolás Pérez Rodrigo y su abuela tuvieron una iniciativa para ayudar a los santafesinos que menos tienen. El joven de 20 años ubicó su artesanal perchero e invitó al abrigo en pleno corazón de barrio Roma. Recordó: "Vi la necesidad de compartir la calle con la gente, entonces lo comenté en el barrio y así surgió. Con mi ropa y la de mi abuela. Después la gente se fue sumando a medida que se fue enterando".
Nicolás impulsa distintas acciones solidarias a pulmón.
Nicolás impulsa distintas acciones solidarias a pulmón.UNO de Santa Fe/Mauricio Centurión
"Hoy, por suerte, aún tengo ropa para tirar para arriba. Llega mucha ropa nueva entonces la vamos organizando. La gente viene siempre a buscar, todos los días". Además, Nicolás se encarga de tener encima siempre un bolsito con ropa en caso de encontrarse con alguien que lo necesite. En bicicleta o en colectivo transporta lo que recibe como donaciones: "Las llevo a eventos con juegos para chicos que hago o copas de leche a las que me invitan", agregó el impulsor del ropero de calle Gobernador Vera al 4000, entre Roque Sáenz Peña y Juan Díaz de Solís.
Además, destacó: "En la sociedad tenemos gente buena y gente mala. Tenemos que aprovechar a esa gente buena". Con respecto a la repercusión pública que tuvo su acción acotó: "Solo di una mano".
Por su parte, Luciana Peralta, una comerciante de Aristóbulo del Valle al 4200 emprendió con algunas sogas una oportunidad solidaria para pasar el frío en junio. "Fueron dos vecinos los que comenzaron a poner cosas en la avenida, y como teníamos en casa mucha ropa de chicos armamos uno en la esquina. La intención era ayudar durante el invierno a la gente que se pueda. En un momento se acercaban entre 15 y 20 personas por día para pedir y por eso decidimos empezar el perchero".
Además destacó: "Muchísima gente se acercó a cooperar en ese momento. Hay gente con mucha buena voluntad".
Sin embargo, la gran concurrencia para buscar y dar ropa que generó su impulso humanitario se vio opacado cuando algunos vecinos la instaron a retirar el ténder por sentirse molestos ante la presencia de gente ajena al barrio, "duró dos meses y medio más o menos". Dadas las presiones, un embarazo avanzado y poco lugar disponible, la comerciante decidió, con tristeza, retirar el perchero. "De la cantidad de gente que ayudó, un día llegamos a recibir más de veinte bolsones de ropa pero como no tenía dónde poner todo contactamos una organización. Se llevaron las cosas a parroquias y otro lugares".
"Hoy no hay más perchero, pero esperamos que el invierno que viene podamos volver a ponerlo a funcionar", concluyó Luciana.
Buscar un plato de comida
Según un estudio de la consultora de consumo Focus Market de este año, los alimentos en Argentina "terminan siendo más caros que otros países de la región tomando como referencia la misma unidad de medida monetaria". Por otro lado, un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa reveló que la diferencia entre el precio que pagó el consumidor en góndola por mercadería agropecuaria en agosto "se multiplicó 5,5 veces" respecto de lo que recibió el productor en el campo. Con estos datos no solo se marca el sobreprecio de los productos sino también el peligro que corre la seguridad alimentaria.
En este contexto, en abril se inauguró la primera heladera solidaria en Santa Fe ubicada en la Parroquia Nuestra Señora del Luján, en Aristóbulo del Valle al 6000. La idea surgió a partir de una noticia de los dueños de un restó en Tucumán, que instalaron la posibilidad para que la gente pudiera dejar un plato de comida a quien precise.
El cura Pablo Fuentes comentó a Diario UNO que "«La Heladera de María» se llena y se vacía dos veces por día. Hay vecinos y gente de restoranes que traen lo que les quedó. La idea es esta: la comida no se tira. Hay muchos que ya saben los horarios que manejamos, entonces cocinan o traen".
Sobre la experiencia, Fuentes compartió: "Fue buenísima. A veces puede ser cansador, otras tenemos que decir «no hay», pero luego se ve la gente a la que se la ayuda y eso termina siendo mínimo. La buena voluntad está, es muy valioso. Hay gente que no le sobra nada pero trae comida para dar a quienes necesitan. También hay gente que debería tener más conciencia. Cuando han venido algunos políticos a ofrecer ayuda, les he dicho que lo que precisamos son ordenanzas municipales para que los comedores gastronómicos no tiren la comida".
Hoy, la heladera continúa en funcionamiento con muchos voluntarios que llenan y mantienen el espacio. Sobre la situación social que se vive, el párroco opinó: "Yo veo que acá la gente viene. Hay más gente en la calle de lo que yo pensaba, es una pena".
La segunda heladera social se abrió en mayo en la catedral de la ciudad. La propuesta en este caso fue impulsada por Cáritas Parroquial donde se puso a disposición, además, un microondas en su sede de General López 2672.
Hace cinco meses que en la parroquia San Antonio de Padua funciona el espacio donde reciben alimentos cocinados y acondicionados en bandejas descartables con fecha de elaboración. El sacerdote Carlos Scatiza recordó: "Fue un matrimonio el que lo propuso y al mismo tiempo una familia de Santo Tomé donó una heladera que pudimos usar. Luego convocamos a voluntarios que tengan dos horas de su tiempo una vez al mes, y nos fue maravilloso porque respondieron más de 70 personas. Entonces nos lanzamos con la expectativa de tener más comida y voluntarios de lo que podíamos llegar a pedir".
El párroco de la institución ubicada en Juan José Paso 3349 agregó que en promedio hoy entregan 200 porciones de comida durante la noche cada día, pero han llegado a dar más de 350 cenas. "Fue bueno porque si había esa cantidad de personas que lo necesitaban había otro tanto que todos los días estaban dando. Son contados los días en que alguien se tuvo que ir sin nada. Nunca nos sobró para el otro día, pero prácticamente nunca nos quedamos sin". El servicio está abierto todos los días de semana y feriados de 18 a 20 para quienes quieran donar, y a partir de las 19 para aquellos que requieren buscar.
Asimismo, reflexionó: "Lo ideal es que en algún momento se cierre. Sería un éxito si pudiéramos cerrarlo. Querría decir que esas personas que vienen están generando otros recursos, que tienen otras posibilidades y no necesariamente deben venir a buscar comida. Una heladera social nos está hablando de algo".
El acceso a la higiene
Desde hace casi dos meses la basílica Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en Javier de la Rosa 623, puso en marcha las duchas solidarias para hombres en situación de calle. Funcionan en los baños públicos de la institución los martes, de 15 a 17.
El presbítero Olidio Panigo comentó al ser consultado en agosto: "La realidad social está marcando un crecimiento de la demanda de parte de la gente porque se ha quedado sin trabajo, porque el dinero no le alcanza".
En la parroquia Nuestra Señora del Luján desde junio del año pasado se dispone de una ducha pública para las personas que se encuentran en situación de calle. El párroco Fuentes explicó: "Cáritas les prepara a los chicos ropa limpia para que se bañen los lunes y miércoles, viene funcionando por la tarde bastante bien. Cada día vez que abrimos se acercan entre 10 y 12 personas".
Además agregó que buscan convencer a alguien para que se habilite también los viernes. "Tuvimos que suspender en un momento algunos días porque no había suficientes hombres voluntarios para cuidar las duchas masculinas. Las de las mujeres continúan sin inconvenientes".
Con una devaluación que supera el 50 por ciento, una inflación hoy calculada por encima del 42 por ciento y un desempleo de dos dígitos en el país, la brecha de la pobreza se pronuncia cada vez más. En Santa Fe, la delicada situación que pasaron los barrios por la emergencia hídrica acentuó la escasez y lanzó a centenares de personas a buscar ayuda para poder comer y vestirse.
La necesidad no pasó inadvertida entre vecinos e instituciones que se organizaron en los primeros meses del año para remediar lo que el Estado ignoró. Heladeras, roperos y duchas solidarias fueron el emergente para paliar el momento social más crítico de los últimos 14 años.
En la ciudad de Santa Fe cerca de 200 personas por día acceden a las viandas solidarias que sus vecinos prepararon. Durante el invierno se buscaron abrigos a toda hora en percheros sociales para poder vestirse y se calcula que cerca de 12 hombres y mujeres se duchan cada jornada en baños solidarios.
El desafío de vestirse
Las bajas temperaturas comenzaron a finales de marzo y se extendieron hasta hoy con mínimas entre los 7 y los 16°C en uno de los inviernos más fríos y húmedos de los últimos años. Los altos precios en los comercios y las bajas posibilidades económicas se sumaron al panorama complejo que pasaron los santafesinos este año.
Con una mezcla de maderas y clavos, el artista callejero Nicolás Pérez Rodrigo y su abuela tuvieron una iniciativa para ayudar a los santafesinos que menos tienen. El joven de 20 años ubicó su artesanal perchero e invitó al abrigo en pleno corazón de barrio Roma. Recordó: "Vi la necesidad de compartir la calle con la gente, entonces lo comenté en el barrio y así surgió. Con mi ropa y la de mi abuela. Después la gente se fue sumando a medida que se fue enterando".
Nicolás impulsa distintas acciones solidarias a pulmón.
Nicolás impulsa distintas acciones solidarias a pulmón.UNO de Santa Fe/Mauricio Centurión
"Hoy, por suerte, aún tengo ropa para tirar para arriba. Llega mucha ropa nueva entonces la vamos organizando. La gente viene siempre a buscar, todos los días". Además, Nicolás se encarga de tener encima siempre un bolsito con ropa en caso de encontrarse con alguien que lo necesite. En bicicleta o en colectivo transporta lo que recibe como donaciones: "Las llevo a eventos con juegos para chicos que hago o copas de leche a las que me invitan", agregó el impulsor del ropero de calle Gobernador Vera al 4000, entre Roque Sáenz Peña y Juan Díaz de Solís.
Además, destacó: "En la sociedad tenemos gente buena y gente mala. Tenemos que aprovechar a esa gente buena". Con respecto a la repercusión pública que tuvo su acción acotó: "Solo di una mano".
Por su parte, Luciana Peralta, una comerciante de Aristóbulo del Valle al 4200 emprendió con algunas sogas una oportunidad solidaria para pasar el frío en junio. "Fueron dos vecinos los que comenzaron a poner cosas en la avenida, y como teníamos en casa mucha ropa de chicos armamos uno en la esquina. La intención era ayudar durante el invierno a la gente que se pueda. En un momento se acercaban entre 15 y 20 personas por día para pedir y por eso decidimos empezar el perchero".
Además destacó: "Muchísima gente se acercó a cooperar en ese momento. Hay gente con mucha buena voluntad".
Sin embargo, la gran concurrencia para buscar y dar ropa que generó su impulso humanitario se vio opacado cuando algunos vecinos la instaron a retirar el ténder por sentirse molestos ante la presencia de gente ajena al barrio, "duró dos meses y medio más o menos". Dadas las presiones, un embarazo avanzado y poco lugar disponible, la comerciante decidió, con tristeza, retirar el perchero. "De la cantidad de gente que ayudó, un día llegamos a recibir más de veinte bolsones de ropa pero como no tenía dónde poner todo contactamos una organización. Se llevaron las cosas a parroquias y otro lugares".
"Hoy no hay más perchero, pero esperamos que el invierno que viene podamos volver a ponerlo a funcionar", concluyó Luciana.
Buscar un plato de comida
Según un estudio de la consultora de consumo Focus Market de este año, los alimentos en Argentina "terminan siendo más caros que otros países de la región tomando como referencia la misma unidad de medida monetaria". Por otro lado, un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa reveló que la diferencia entre el precio que pagó el consumidor en góndola por mercadería agropecuaria en agosto "se multiplicó 5,5 veces" respecto de lo que recibió el productor en el campo. Con estos datos no solo se marca el sobreprecio de los productos sino también el peligro que corre la seguridad alimentaria.
En este contexto, en abril se inauguró la primera heladera solidaria en Santa Fe ubicada en la Parroquia Nuestra Señora del Luján, en Aristóbulo del Valle al 6000. La idea surgió a partir de una noticia de los dueños de un restó en Tucumán, que instalaron la posibilidad para que la gente pudiera dejar un plato de comida a quien precise.
El cura Pablo Fuentes comentó a Diario UNO que "«La Heladera de María» se llena y se vacía dos veces por día. Hay vecinos y gente de restoranes que traen lo que les quedó. La idea es esta: la comida no se tira. Hay muchos que ya saben los horarios que manejamos, entonces cocinan o traen".
Sobre la experiencia, Fuentes compartió: "Fue buenísima. A veces puede ser cansador, otras tenemos que decir «no hay», pero luego se ve la gente a la que se la ayuda y eso termina siendo mínimo. La buena voluntad está, es muy valioso. Hay gente que no le sobra nada pero trae comida para dar a quienes necesitan. También hay gente que debería tener más conciencia. Cuando han venido algunos políticos a ofrecer ayuda, les he dicho que lo que precisamos son ordenanzas municipales para que los comedores gastronómicos no tiren la comida".
Hoy, la heladera continúa en funcionamiento con muchos voluntarios que llenan y mantienen el espacio. Sobre la situación social que se vive, el párroco opinó: "Yo veo que acá la gente viene. Hay más gente en la calle de lo que yo pensaba, es una pena".
La segunda heladera social se abrió en mayo en la catedral de la ciudad. La propuesta en este caso fue impulsada por Cáritas Parroquial donde se puso a disposición, además, un microondas en su sede de General López 2672.
Hace cinco meses que en la parroquia San Antonio de Padua funciona el espacio donde reciben alimentos cocinados y acondicionados en bandejas descartables con fecha de elaboración. El sacerdote Carlos Scatiza recordó: "Fue un matrimonio el que lo propuso y al mismo tiempo una familia de Santo Tomé donó una heladera que pudimos usar. Luego convocamos a voluntarios que tengan dos horas de su tiempo una vez al mes, y nos fue maravilloso porque respondieron más de 70 personas. Entonces nos lanzamos con la expectativa de tener más comida y voluntarios de lo que podíamos llegar a pedir".
El párroco de la institución ubicada en Juan José Paso 3349 agregó que en promedio hoy entregan 200 porciones de comida durante la noche cada día, pero han llegado a dar más de 350 cenas. "Fue bueno porque si había esa cantidad de personas que lo necesitaban había otro tanto que todos los días estaban dando. Son contados los días en que alguien se tuvo que ir sin nada. Nunca nos sobró para el otro día, pero prácticamente nunca nos quedamos sin". El servicio está abierto todos los días de semana y feriados de 18 a 20 para quienes quieran donar, y a partir de las 19 para aquellos que requieren buscar.
Asimismo, reflexionó: "Lo ideal es que en algún momento se cierre. Sería un éxito si pudiéramos cerrarlo. Querría decir que esas personas que vienen están generando otros recursos, que tienen otras posibilidades y no necesariamente deben venir a buscar comida. Una heladera social nos está hablando de algo".
El acceso a la higiene
Desde hace casi dos meses la basílica Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en Javier de la Rosa 623, puso en marcha las duchas solidarias para hombres en situación de calle. Funcionan en los baños públicos de la institución los martes, de 15 a 17.
El presbítero Olidio Panigo comentó al ser consultado en agosto: "La realidad social está marcando un crecimiento de la demanda de parte de la gente porque se ha quedado sin trabajo, porque el dinero no le alcanza".
En la parroquia Nuestra Señora del Luján desde junio del año pasado se dispone de una ducha pública para las personas que se encuentran en situación de calle. El párroco Fuentes explicó: "Cáritas les prepara a los chicos ropa limpia para que se bañen los lunes y miércoles, viene funcionando por la tarde bastante bien. Cada día vez que abrimos se acercan entre 10 y 12 personas".
Además agregó que buscan convencer a alguien para que se habilite también los viernes. "Tuvimos que suspender en un momento algunos días porque no había suficientes hombres voluntarios para cuidar las duchas masculinas. Las de las mujeres continúan sin inconvenientes".
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