Diálogo. Guelar y el secretario de Agricultura Ricardo Negri, durante el encuentro con la prensa el viernes en Shangái.
Para el embajador argentino en China, Diego Guelar, el gigante asiático vive un momento de expansión al que nuestro país debe incorporarse optimizando beneficios. Confía en que hay margen para eso. “Es la transferencia del viejo concepto del imperio del centro (Zhongguó, como los locales llaman a su nación), que era un imperio hacia adentro, hacia una inserción global. Pero no es una etapa imperial, porque este país es una superpotencia que no opera como imperio”. Guelar entiende que China “se está incorporando al mundo occidental sin imponer su modelo. No hay un modelo ideológico. No va el Partido Comunista a establecerse en el mundo. Se está incorporando China al mundo. Eso nos da una enorme interlocución”.
Guelar estuvo presente en el stand de la Región Centro en el Salón Internacional de la Alimentación de Shanghái, donde se reunió con empresarios y funcionarios, entre ellos el vicegobernador Carlos Fascendini. Tras ello mantuvo un mano a mano de una hora con la prensa, del que este medio fue parte. No dejó nada por responder. Aquí lo más importante del extenso diálogo con los periodistas que cubren la misión de la Región Centro.
—¿Qué objeciones se plantean desde el mundo occidental a China?
—En el primer trimestre de este año el 25 por ciento de las adquisiciones en el mundo fueron hechas por empresas chinas. Hoy la presencia china ya no es una pregunta, ya tenemos la respuesta. Queda claro que es un actor central, que lo a va a ser en el futuro sin lugar a dudas. Cuando yo veo que los diarios hablan de la recesión china ¿de qué están hablando? Dicen que antes crecía al 10% y ahora al 6%. Pero claro, dentro de 10 años va a crecer al 3. Hoy estamos hablando de 12 trillones de dólares de producto bruto anual. Por supuesto, no puede seguir creciendo al 10. En un mundo donde EE.UU. crece al 2, Europa al 1,5, nosotros decrecemos al 0,5; ¿ellos crecen al 6 y están en recesión? Sí está ocurriendo –y es muy conveniente para nosotros– que hay un enorme crecimiento del mercado interno como sustituto de lo que se cae en exportación. En el año 2000 se hicieron en China cuatro millones de autos. En 2015, 25 millones. ¿Cuántos se van a hacer en los próximos 10 años? 60, 70 millones. Huawei, primera empresa privada de China, tiene 80.000 accionistas. El año pasado hizo 100 millones de teléfonos inteligentes. Programa para este año 150. Y la cara visible de la empresa es Messi. En ese mundo de esta dinámica, ¿cómo no vamos a aprovechar incluso ese factor? Que Messi sea la cara visible de la mayor empresa privada de China, es una puerta de entrada más para nosotros. Si van a un supermercado de China, uno ve que podemos competir perfectamente con esos productos. Y para los chinos, Argentina es marca. No es lo mismo un salame, un vino o un yogur argentino que el de otros países. Y los lácteos, por ejemplo, antes no se consumían, y ahora se están incorporando a la dieta china. Nos pueden decir: sí, pero solamente los ricos. Y bueno, pero los chinos ricos son 300 millones. ¿Necesitamos más mercado que eso?
—¿Le conviene al país establecer acuerdos de libre comercio?
—Tenemos que enfrentar con claridad que este es el mundo en que estamos. El que quiera inventarse otro, que lo haga. El que nos ofreció el Tratado de Libre Comercio es China. Nosotros decimos que no. Ahora, miremos el juego del libre comercio. Todos están compitiendo por en cuál sistema están, y los que pueden estar en varios, están, como Chile. Hay que evitar la pérdida de tiempo. Yo firmé como negociador por el Mercosur, el 15 de diciembre de 1995, el acuerdo para iniciar las negociaciones de libre comercio con la Unión Europea. Pasaron más de 20 años. En ese tiempo se incorporó Europa del Este, que son competidores nuestros, otros países han hecho acuerdos. Hemos perdido el espacio
—¿Cómo se cuida el trabajo en un contexto de libre comercio?
—El primer dato es que no se puede cuidar el trabajo desde el aislamiento. Es lo mismo que decir “yo voy a fomentar que la gente viaje”, pero impido que entren los turistas. O prohíbo que salgan, pero quiero que entren. Hoy no hay más alternativa que administrar la apertura. Por ejemplo, una empresa que abastece por cientos o miles de millones a Argentina, una parte de su producción tiene que desarrollarla en Argentina. Pero hay que hacer el planteo. ¿Por qué no se planteó eso en el anterior gobierno, para el negocio ferroviario de 4.500 millones de dólares que cerraron? ¿No era que defendían el empleo? Los chinos están dispuestos a hacerlo.
—¿Y cuáles son los escollos, entonces?
—La gobernabilidad. El problema de la Argentina en todo el mundo es si nos creen o no. Pero no por la gente, por la dirigencia política. Con el gobierno anterior, por ejemplo, no había una relación de asociacionismo, sino de mero aprovisionamiento. Si me compran y me pagan, no me importa nada. Eran vínculos meramente transaccionales. Hoy estamos hablando de una nueva etapa, de vínculos relacionales. Por eso ahora preguntan por la gobernabilidad, piden transparencia, indagan sobre las leyes. Hoy, por ejemplo, estamos discutiendo cómo impedir despidos. Nadie quiere despidos. Pero el mecanismo de prohibirlos por ley es una señal roja de Argentina hacia el exterior. “Si este país prohíbe despidos, yo no tengo que tomar gente”, piensan ellos.
—¿Cómo está visto Macri?
—Con una enorme expectativa. Porque está haciendo un planteo de racionalidad, de razonabilidad, de poner en la Argentina reglas que nadie discute; el mundo está discutiendo otras cosas. No cómo tiene que ser el mercado de cambios o si hay que pagar las deudas. Eso no se discute en ningún lado. Está haciendo un planteo de sentido común. Ahora, si el sentido común es derrotado por un evento político doméstico, olvidémonos de la credibilidad. Esto no significa oficialismo u oposición, tiene que haber debate, pero tiene que pasar por otro lado. La regla del mundo civilizado al que pertenecemos es continuidad con cambio; la regla electoral es continuidad o cambio. En Argentina ganó el cambio.
—¿Hay posibilidades reales de morigerar o revertir la tendencia del déficit comercial con China?
—Tenemos que trabajar. O sea, un déficit de más de 6.000 millones de dólares, habla de una asimetría muy grande. Para decirlo claro: el 86,5% de nuestras exportaciones son productos básicos, soja y sus derivados; hierro en bruto y 20 operadores. Del lado chino, las importaciones que hace argentina, el 99,5% son productos de alto valor agregado con 3.000 productores. O sea, hay 3.000 industrias para abastecer ese 99,5% de mercadería que va a Argentina. Hay asimetrías por todas partes: cantidad, calidad, por donde las quieras ver. Ahora, ¿cómo corregir esto? ¿Prohíbo las importaciones, como se quieren prohibir los despidos? No, esa no es la solución. La solución es negociar mayores inversiones para aumentar la producción.
Buque hundido y base espacial
—¿Cómo repercutió acá el hundimiento del buque pesquero chino en aguas argentinas por parte de Prefectura?
—Fue una preocupación lógica de un episodio muy grave. El hundimiento de un buque no es algo que pase a menudo. Había 32 personas en el buque, por suerte no hubo pérdidas personales. Se limitó el espacio del conflicto. Se dieron todos los avisos, se cumplió un protocolo de manera estricta, no violamos la ley. No nos cuestionan el cumplimiento de la ley, pero sí la aplicación o la interpretación, lo estricto del cumplimiento. No existe compromiso diplomático en materia pesquera, por eso ahora lo hablamos, vamos a buscar un mecanismo de cooperación para evitar nuevos episodios.
—La instalación de una base espacial china despertó muchas suspicacias en el país. ¿Qué hay de eso?
—Perfilamos muy claramente un acuerdo con las autoridades chinas, para que el observatorio tenga exclusivamente objetivos civiles. Lo que nosotros no podemos cambiar es el órgano de dependencia, que seguramente se modificará en el tiempo. Los organismos espaciales en el mundo eran militares. En occidente ya lo cambiamos hace años. Pero está claro que el observatorio es civil. Hay documentación que corrobora esto. Una utilización no civil nos permitiría la intervención.
—¿Esos son los acuerdos secretos?
—Hay más historia del secreto, que el secreto en sí mismo. No es lo mismo la no transparencia que el secreto. Secretas son las cláusulas del acuerdo con Chevron. Yo revisé toda la documentación, no hay secreto. El punto que genera controversia es la dependencia militar del observatorio.
—¿Y por qué no se dio a conocer todo en su momento?
—La no transparencia tiene eso. Se podría haber informado de manera correcta todo y por motivos que se desconocen, no se hizo. Se trata de un observatorio espacial cuyo objetivo central es el seguimiento de la misión de tres astronautas chinos a la luna. Esto más allá de lo tecnológico, es una muestra de lo que significa China. Objetivamente ellos necesitaban una base de apoyo. Y Argentina está en un lugar que es como un agujero de ozono. Los chilenos tienen 25 observatorios espaciales. Yo creo que nosotros tenemos que tener otros 25. Cada base cuesta de 30 a 50 millones de dólares. ¡Pongamos 10! Porque para lugares con cierto aislamiento significa infraestructura, caminos, electricidad, servicios, no tiene nada de malo. Pero en el manejo se generó un estado de sospecha.
—¿Cómo hará argentina para controlar que china no viole el acuerdo de que esta solo tenga uso civil y no militar?
—Primero un acuerdo de cooperación. Ellos tienen que compartir con Argentina al menos el 10% de tiempo neto de utilización total de la base, al igual que en la base europea de Malargüe. Tampoco tiene extraterritorialidad.
—¿Y China lleva adelante experiencias similares a estas en otros lugares del mundo o esto sucede solo en Argentina?
—Tienen muchos observatorios. Y observatorios para el espacio lejano, no hay dónde hacerlos. Eligieron la Argentina. Podría haber sido Argentina o Chile. No te puedo decir por qué se optó por Argentina. Pero lo que no hay es nada anormal. Hay un camino que la Argentina tiene que recorrer. Y cuanto más observatorios haya, menos secretos habrá. ¿Cuál es el valor comparativo de un observatorio del espacio lejano? Cuando puedan ir los chicos, cuando puedan ir ustedes mismos al observatorio, se acabó el misterio.
—Respecto del acuerdo de visas a chinos para viajar a Argentina, ¿cuánto se avanzó?
—Queremos regularizar las que se otorgan todos los años, que son en promedio 32.000 visas. En el curso de no más de un año deberíamos llegar a 100.000 visas. Recordemos que hay 100 millones de turistas chinos en el mundo. De esos 100 millones nosotros estamos recibiendo 30.000. Lo correcto creo que sería que lleguemos a 1 millón en una década. El turismo chino es un turismo caro y por lo tanto muy rentable. Para darles una idea: EE.UU. está recibiendo 3 millones de turistas por año. Europa entre 3 y 4. Todavía el mayor volumen de turistas chinos está en la misma región asiática, por ejemplo Japón, donde pese a los históricos conflictos viajan 5 millones de turistas al año. El cálculo es que en 10 años habrá 300 millones de turistas chinos viajando por el mundo.
Por Fernando Arredondo - farredondo@uno.com.ar / De la Redacción de UNO Santa Fe
Para el embajador argentino en China, Diego Guelar, el gigante asiático vive un momento de expansión al que nuestro país debe incorporarse optimizando beneficios. Confía en que hay margen para eso. “Es la transferencia del viejo concepto del imperio del centro (Zhongguó, como los locales llaman a su nación), que era un imperio hacia adentro, hacia una inserción global. Pero no es una etapa imperial, porque este país es una superpotencia que no opera como imperio”. Guelar entiende que China “se está incorporando al mundo occidental sin imponer su modelo. No hay un modelo ideológico. No va el Partido Comunista a establecerse en el mundo. Se está incorporando China al mundo. Eso nos da una enorme interlocución”.
Guelar estuvo presente en el stand de la Región Centro en el Salón Internacional de la Alimentación de Shanghái, donde se reunió con empresarios y funcionarios, entre ellos el vicegobernador Carlos Fascendini. Tras ello mantuvo un mano a mano de una hora con la prensa, del que este medio fue parte. No dejó nada por responder. Aquí lo más importante del extenso diálogo con los periodistas que cubren la misión de la Región Centro.
—¿Qué objeciones se plantean desde el mundo occidental a China?
—En el primer trimestre de este año el 25 por ciento de las adquisiciones en el mundo fueron hechas por empresas chinas. Hoy la presencia china ya no es una pregunta, ya tenemos la respuesta. Queda claro que es un actor central, que lo a va a ser en el futuro sin lugar a dudas. Cuando yo veo que los diarios hablan de la recesión china ¿de qué están hablando? Dicen que antes crecía al 10% y ahora al 6%. Pero claro, dentro de 10 años va a crecer al 3. Hoy estamos hablando de 12 trillones de dólares de producto bruto anual. Por supuesto, no puede seguir creciendo al 10. En un mundo donde EE.UU. crece al 2, Europa al 1,5, nosotros decrecemos al 0,5; ¿ellos crecen al 6 y están en recesión? Sí está ocurriendo –y es muy conveniente para nosotros– que hay un enorme crecimiento del mercado interno como sustituto de lo que se cae en exportación. En el año 2000 se hicieron en China cuatro millones de autos. En 2015, 25 millones. ¿Cuántos se van a hacer en los próximos 10 años? 60, 70 millones. Huawei, primera empresa privada de China, tiene 80.000 accionistas. El año pasado hizo 100 millones de teléfonos inteligentes. Programa para este año 150. Y la cara visible de la empresa es Messi. En ese mundo de esta dinámica, ¿cómo no vamos a aprovechar incluso ese factor? Que Messi sea la cara visible de la mayor empresa privada de China, es una puerta de entrada más para nosotros. Si van a un supermercado de China, uno ve que podemos competir perfectamente con esos productos. Y para los chinos, Argentina es marca. No es lo mismo un salame, un vino o un yogur argentino que el de otros países. Y los lácteos, por ejemplo, antes no se consumían, y ahora se están incorporando a la dieta china. Nos pueden decir: sí, pero solamente los ricos. Y bueno, pero los chinos ricos son 300 millones. ¿Necesitamos más mercado que eso?
—¿Le conviene al país establecer acuerdos de libre comercio?
—Tenemos que enfrentar con claridad que este es el mundo en que estamos. El que quiera inventarse otro, que lo haga. El que nos ofreció el Tratado de Libre Comercio es China. Nosotros decimos que no. Ahora, miremos el juego del libre comercio. Todos están compitiendo por en cuál sistema están, y los que pueden estar en varios, están, como Chile. Hay que evitar la pérdida de tiempo. Yo firmé como negociador por el Mercosur, el 15 de diciembre de 1995, el acuerdo para iniciar las negociaciones de libre comercio con la Unión Europea. Pasaron más de 20 años. En ese tiempo se incorporó Europa del Este, que son competidores nuestros, otros países han hecho acuerdos. Hemos perdido el espacio
—¿Cómo se cuida el trabajo en un contexto de libre comercio?
—El primer dato es que no se puede cuidar el trabajo desde el aislamiento. Es lo mismo que decir “yo voy a fomentar que la gente viaje”, pero impido que entren los turistas. O prohíbo que salgan, pero quiero que entren. Hoy no hay más alternativa que administrar la apertura. Por ejemplo, una empresa que abastece por cientos o miles de millones a Argentina, una parte de su producción tiene que desarrollarla en Argentina. Pero hay que hacer el planteo. ¿Por qué no se planteó eso en el anterior gobierno, para el negocio ferroviario de 4.500 millones de dólares que cerraron? ¿No era que defendían el empleo? Los chinos están dispuestos a hacerlo.
—¿Y cuáles son los escollos, entonces?
—La gobernabilidad. El problema de la Argentina en todo el mundo es si nos creen o no. Pero no por la gente, por la dirigencia política. Con el gobierno anterior, por ejemplo, no había una relación de asociacionismo, sino de mero aprovisionamiento. Si me compran y me pagan, no me importa nada. Eran vínculos meramente transaccionales. Hoy estamos hablando de una nueva etapa, de vínculos relacionales. Por eso ahora preguntan por la gobernabilidad, piden transparencia, indagan sobre las leyes. Hoy, por ejemplo, estamos discutiendo cómo impedir despidos. Nadie quiere despidos. Pero el mecanismo de prohibirlos por ley es una señal roja de Argentina hacia el exterior. “Si este país prohíbe despidos, yo no tengo que tomar gente”, piensan ellos.
—¿Cómo está visto Macri?
—Con una enorme expectativa. Porque está haciendo un planteo de racionalidad, de razonabilidad, de poner en la Argentina reglas que nadie discute; el mundo está discutiendo otras cosas. No cómo tiene que ser el mercado de cambios o si hay que pagar las deudas. Eso no se discute en ningún lado. Está haciendo un planteo de sentido común. Ahora, si el sentido común es derrotado por un evento político doméstico, olvidémonos de la credibilidad. Esto no significa oficialismo u oposición, tiene que haber debate, pero tiene que pasar por otro lado. La regla del mundo civilizado al que pertenecemos es continuidad con cambio; la regla electoral es continuidad o cambio. En Argentina ganó el cambio.
—¿Hay posibilidades reales de morigerar o revertir la tendencia del déficit comercial con China?
—Tenemos que trabajar. O sea, un déficit de más de 6.000 millones de dólares, habla de una asimetría muy grande. Para decirlo claro: el 86,5% de nuestras exportaciones son productos básicos, soja y sus derivados; hierro en bruto y 20 operadores. Del lado chino, las importaciones que hace argentina, el 99,5% son productos de alto valor agregado con 3.000 productores. O sea, hay 3.000 industrias para abastecer ese 99,5% de mercadería que va a Argentina. Hay asimetrías por todas partes: cantidad, calidad, por donde las quieras ver. Ahora, ¿cómo corregir esto? ¿Prohíbo las importaciones, como se quieren prohibir los despidos? No, esa no es la solución. La solución es negociar mayores inversiones para aumentar la producción.
Buque hundido y base espacial
—¿Cómo repercutió acá el hundimiento del buque pesquero chino en aguas argentinas por parte de Prefectura?
—Fue una preocupación lógica de un episodio muy grave. El hundimiento de un buque no es algo que pase a menudo. Había 32 personas en el buque, por suerte no hubo pérdidas personales. Se limitó el espacio del conflicto. Se dieron todos los avisos, se cumplió un protocolo de manera estricta, no violamos la ley. No nos cuestionan el cumplimiento de la ley, pero sí la aplicación o la interpretación, lo estricto del cumplimiento. No existe compromiso diplomático en materia pesquera, por eso ahora lo hablamos, vamos a buscar un mecanismo de cooperación para evitar nuevos episodios.
—La instalación de una base espacial china despertó muchas suspicacias en el país. ¿Qué hay de eso?
—Perfilamos muy claramente un acuerdo con las autoridades chinas, para que el observatorio tenga exclusivamente objetivos civiles. Lo que nosotros no podemos cambiar es el órgano de dependencia, que seguramente se modificará en el tiempo. Los organismos espaciales en el mundo eran militares. En occidente ya lo cambiamos hace años. Pero está claro que el observatorio es civil. Hay documentación que corrobora esto. Una utilización no civil nos permitiría la intervención.
—¿Esos son los acuerdos secretos?
—Hay más historia del secreto, que el secreto en sí mismo. No es lo mismo la no transparencia que el secreto. Secretas son las cláusulas del acuerdo con Chevron. Yo revisé toda la documentación, no hay secreto. El punto que genera controversia es la dependencia militar del observatorio.
—¿Y por qué no se dio a conocer todo en su momento?
—La no transparencia tiene eso. Se podría haber informado de manera correcta todo y por motivos que se desconocen, no se hizo. Se trata de un observatorio espacial cuyo objetivo central es el seguimiento de la misión de tres astronautas chinos a la luna. Esto más allá de lo tecnológico, es una muestra de lo que significa China. Objetivamente ellos necesitaban una base de apoyo. Y Argentina está en un lugar que es como un agujero de ozono. Los chilenos tienen 25 observatorios espaciales. Yo creo que nosotros tenemos que tener otros 25. Cada base cuesta de 30 a 50 millones de dólares. ¡Pongamos 10! Porque para lugares con cierto aislamiento significa infraestructura, caminos, electricidad, servicios, no tiene nada de malo. Pero en el manejo se generó un estado de sospecha.
—¿Cómo hará argentina para controlar que china no viole el acuerdo de que esta solo tenga uso civil y no militar?
—Primero un acuerdo de cooperación. Ellos tienen que compartir con Argentina al menos el 10% de tiempo neto de utilización total de la base, al igual que en la base europea de Malargüe. Tampoco tiene extraterritorialidad.
—¿Y China lleva adelante experiencias similares a estas en otros lugares del mundo o esto sucede solo en Argentina?
—Tienen muchos observatorios. Y observatorios para el espacio lejano, no hay dónde hacerlos. Eligieron la Argentina. Podría haber sido Argentina o Chile. No te puedo decir por qué se optó por Argentina. Pero lo que no hay es nada anormal. Hay un camino que la Argentina tiene que recorrer. Y cuanto más observatorios haya, menos secretos habrá. ¿Cuál es el valor comparativo de un observatorio del espacio lejano? Cuando puedan ir los chicos, cuando puedan ir ustedes mismos al observatorio, se acabó el misterio.
—Respecto del acuerdo de visas a chinos para viajar a Argentina, ¿cuánto se avanzó?
—Queremos regularizar las que se otorgan todos los años, que son en promedio 32.000 visas. En el curso de no más de un año deberíamos llegar a 100.000 visas. Recordemos que hay 100 millones de turistas chinos en el mundo. De esos 100 millones nosotros estamos recibiendo 30.000. Lo correcto creo que sería que lleguemos a 1 millón en una década. El turismo chino es un turismo caro y por lo tanto muy rentable. Para darles una idea: EE.UU. está recibiendo 3 millones de turistas por año. Europa entre 3 y 4. Todavía el mayor volumen de turistas chinos está en la misma región asiática, por ejemplo Japón, donde pese a los históricos conflictos viajan 5 millones de turistas al año. El cálculo es que en 10 años habrá 300 millones de turistas chinos viajando por el mundo.
Por Fernando Arredondo - farredondo@uno.com.ar / De la Redacción de UNO Santa Fe
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