Lo dijo el abogado Daniel César Terussi al declarar por video conferencia desde San Juan, en el marco de la causa que investiga la masacre del 19 de enero de 1977 en el edificio de Ituzaingó y Las Heras en el centro de la capital provincial.
Rosario 12 |
Un represor enseñaba a sus soldados cómo era el tiro del final. Les decía que los "subversivos" "no eran muy hombres ni muy valientes" porque antes de morir se quejaban: "\'¡Mamita, mamita!". El relato llegó al Tribunal Oral de Santa Fe por un sobreviviente del bombardeo de Ituzaingó y Las Heras que declaró el viernes en el juicio por la megacausa. Y el instructor que mencionó es el sargento Jorge Alberto Balla, quien está preso desde octubre en la cárcel de Las Flores por "cuatro homicidios" en aquella masacre, el 19 de enero de 1977. "Balla nos enseñaba a copar edificios como el de Ituzaingó y Las Heras, primero había que tomar la azotea y luego los pisos inferiores". Y en una clase, hizo ese comentario sobre los montoneros que "no eran muy hombres ni muy valientes" porque antes de morir, suplicaban: "Mamita, mamita", dijo el abogado Daniel César Terussi al declarar por video conferencia desde San Juan.
Terussi relató dos hechos. Uno en 1977, el ataque del Ejército al edificio donde él vivía en un departamento de planta baja, pero que vio desde la calle porque salió un rato antes. Y el otro, dos años después, en 1979, cuando cumplió el servicio militar en el Comando de Artillería 121, donde sus jefes eran Balla y el teniente 1º Ramón Abel Recio.
En el juicio estaban imputados los "autores mediatos" de la masacre de Ituzaingó y Las Heras, ya fallecidos. Pero en instrucción, hay una segunda causa que investiga a los "autores materiales" con diez presos y un prófugo. Los detenidos son dos militares: Balla y el cabo Luis Alfredo Gómez y ocho policías que operaban en el Comando Radioelétrico, entre ellos el comisario Rodolfo Antonio Reible. El prófugo es el coronel Recio, que integró el Batallón de Inteligencia 601 y hoy tiene orden de captura en Interpol. Uno de los testigos que declaró en la investigación dijo que Recio era "un verdugo".
Aquel 19 de enero de 1977, Terussi salió del departamento, que era propiedad de un compañero, alrededor de las tres de la tarde. Lo pasó a buscar un amigo para ir a la playa, así que fue "descalzo y sin documentos". Volvió una hora después, cuando ya había comenzado el ataque que dejó cinco muertos: los dueños del departamento del primer piso, Jorge Piotti y su pareja Ileana Gómez, dos compañeros de ambos: Osvaldo Pascual Ziccardi y Carlos Mario Frigerio. Y la vecina de al lado. Elina Carlen. Sobrevivieron los dos hijos de Piotti: Mariano, de un año y Jorge, de un mes.
"A las tres de la tarde cuando me fui era una calma total, no había nadie en la calle. Y una hora después, el escenario era dantesco", dijo Terussi. Un retén lo frenó en bulevar Pellegrini y Las Heras, a dos cuadras, pero después pudo acercarse más. "Escuchaba los tiros y las explosiones".
"En medio del tiroteo salió una chica a la calle con los brazos en altos. Alguien le dice que se tire al suelo y Terussi dijo que él la contuvo y la acompañó hasta la casa de una vecina. "Era Graciela Carlen, que estaba en estado de schock y me dice habían matado a la madre. "El primer disparo lo recibió ella en el cuello", recordó. Graciela estaba entre el público, su recuerdo es que apenas salió a la calle, un hombre se acercó y la llevó a la casa de una vecina. En el juicio, se enteró que era Daniel Terussi, su vecino.
Al día siguiente -siguió Terussi "leí en el diario El Litoral" que "uno de los delincuentes subversivos" había asesinado a la mamá de Graciela. "Eso es falso. A la señora Carlen la mataron los militares, Graciela me dijo que el primer disparo lo recibió su madre".
Después del operativo, Terussi pudo ingresar a su departamento, pero no quedarse. "Estaba todo roto y faltaban cosas". "Clausuraron el edificio y recién pudimos volver a los cuatro o cinco días".
Fue allí cuando describió que el departamento de Piotti había quedao en ruinas. El piso era una alfombra roja: estaba cubierto de "sangre coagulada" y las paredes estampadas por "esquirlas de granada". Uno de los muros interiores tenía un "agujero como si le hubieran tirado con una bazuca o demolido con una piqueta", ilustró.
Según Terussi, el bombardeo había sido letal. "Nadie hubiera podido sobrevivir" en ese lugar, con lo cual coincidió con la hipótesis que ya plantearon otros testigos, que los chicos sobrevivieron porque los escondieron en el placard de Carlen. La hipótesis la planteó Jorge Giorgetti, que vivía en el tercer piso, Graciela coincide porque el placard de su mamá "no había recibido impactos" y ahora lo dijo Terussi. "El olor a sangre era nauseabundo, insoportable", recordó Daniel. Y junto con su compañero Tomás Azpilcueta compraron diez botellas de desodorante de ambiente y las volcaron en el departamento de Piotti. "Se arruinó la vida, se vino el mundo abajo".
El fiscal Martín Suárez Faisal le preguntó por el servicio militar que cumplió en el Comando de Artillería 121, en 1979. "¿Recuerda algo?".
-Sí, a un sargento Balla que nos daba instrucción de cómo copar un edificio como el de Ituzaingó y Las Heras, que había que tomar primero la azotea y de ahí para abajo. Y al final nos hizo comentarios. "Que los subversivos no eran muy hombres ni muy valientes porque cuando los mataban, gritaban: \'¡Mamita, mamita!\' -respondió Terussi.
Suárez Faisal insistió y Terussi dijo que Balla hablaba "en general", se refería "a los subversivos", que antes de morir, gritaban: "\'¡Mamita, mamita!\' Las palabras que usó eran más gruesas".
-¿Qué palabras usó?
-No las recuerdo exactamente.
Terussi dijo que Balla lo presionaba. "Me decía: \'yo te conozco bien, vos sos medio subversivo\'". Entonces, él empezó sospechar que Balla había estado en su departamento "cuando ocurrió lo de Ituzaingó y Las Heras. Se llevaron todas las cosas de valor. Yo tenía muchos libros, algunos sobre marxismo. Balla me decía que me conocía bien y era medio subversivo".
-¿Quien era el jefe del Comando de Artillería 121?
-Un coronel (Pedro José Canevaro) que estaba alterado, porque en la puerta del despacho tenía una luz roja encendida, así que no se podía golpear, ni entrar. No querían que lo molestaran.
-¿Y en el Servicio de Empleo Inmediato (SEI)?
-El teniente primero Recio, el subteniente Furque y el sargento Balla. Recio nos chumbaba con un ovejero alemán que nos mordía los talones. Balla nos instruía sobre cómo copar un edificio. Nos lavaban la cabeza sobre la subversión -concluyó.
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