La víctima tenía 19 años. Fue interceptado en plena calle donde lo golpearon y le dispararon varias veces. Finalmente lo remataron con un tiro en la cabeza.
Tras el crimen, familiares y allegados a la víctima protagonizaron escenas de violencia en el hospital Cullen. - Foto:Archivo El Litoral.
La suerte de Marcos Ismael Fernández (19) estaba echada hace rato.
Su desventura comenzó hace un tiempo cuando entró en conflicto con un grupo de sujetos que, desde entonces, comenzó a buscarlo con la intención de tomar venganza.
A partir de entonces, Marcos inició una suerte de “destierro” y desapareció de los lugares que solía frecuentar. Nadie sabía su paradero ni qué estaba haciendo.
Pero ayer Marcos decidió regresar a barrio Centenario, claro que ignorando que el destino le tenía preparada una jugada fatal.
Lo encontraron
Cerca de las 20, el joven se encontraba en Colón y Reconquista (cerca de la zona conocida como la Villa del Centenario) cuando de repente se vio sorprendido por dos sujetos que aparecieron a bordo de una motocicleta.
Sin mayores trámites los recién llegados se lanzaron al ataque. Primero a golpes hasta que Marcos cayó al suelo. Luego la agresión prosiguió con una andanada de disparos. Finalmente el muchacho fue rematado con un tiro de gracia en la cabeza.
Concretada la acción, sus autores escaparon a toda velocidad.
La espeluznante secuencia fue observada por varios vecinos, quienes de inmediato dieron cuenta de lo ocurrido al 911.
Poco después, arribó al lugar un móvil policial. Los uniformados al advertir la gravedad del cuadro cargaron al muchacho y salieron rumbo al hospital Cullen donde, pese a los esfuerzos realizados, arribó ya sin vida.
Según se supo, el cuerpo del infortunado presentaba heridas múltiples por perdigonadas en piernas y parrilla costal. También tenía un impacto en su pierna izquierda con fractura de fémur; lesiones cortantes a nivel del cuero cabelludo y una herida de arma de fuego en cráneo, altura del occipital izquierdo.
Estados alterados
El incidente no sólo alteró el ritmo de la barriada sino que encendió los ánimos de conocidos y allegados a la víctima que fueron hasta el hospital Cullen.
Los pasillos de dicho nosocomio fueron escenario de acciones hostiles que obligaron a reforzar la presencia de la policía.
Como es lógico suponer, este estado de violencia quedó instalado entre los vecinos del lugar donde ocurrió el crimen, lo que provocó serias dificultades a los investigadores.
La posibilidad de agravar el conflicto era tan latente, que los propios pesquisas y peritos de la policía optaron por retirarse de la zona hasta que se calmen los ánimos.
Recién esta mañana los agentes pudieron volver a ingresar al sector y realizar sus labores específicas.
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