Lo dijo el director nacional de Epidemiología de la Nación, Juan Herrmann. En su paso por la Ciudad de Santa Fe hizo referencia a las epidemias “del momento” y al virus del ébola. Aconsejan el control larvario, el descacharrado, evitar la acumulación de agua y el uso de repelentes.
Diario UNO |
El doctor Juan Herrmann es el director nacional de Epidemiología de la Nación. Nació en San Juan, aunque estudió medicina en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) de Santa Fe y, desde entonces, eligió esta provincia para radicarse y desarrollar una prolífica carrera profesional que, desde diciembre del año pasado, tuvo como destino el Ministerio de Salud de la Nación.
Hasta entonces, y durante algunas décadas, trabajó en el Ministerio de Salud de la provincia de Santa Fe.
La semana pasada arribó a la ciudad de Santa Fe para realizar una capacitación en el Instituto Coni y reunirse con los directivos del Laboratorio Productor Farmacéutico Sociedad del Estado, de Santa Fe (LIF SE); atendiendo a que esta institución comenzará a producir medicamentos para la tuberculosis que a mediano plazo proveerá a la Nación.
Luego de ello, dialogó con Diario UNO. Inevitablemente, la agenda impuso hablar de las epidemias “del momento”, aunque dedicó largo rato al caso de las epidemias “invisibles” o a las de enfermedades crónicas no transmisibles; a las lesiones (“accidentes”, violencia) y a los problemas de salud mental que, según afirmó, tienen todas ellas un 10 por ciento más de morbimortalidad (presencia de un determinado tipo de enfermedad en una población y cantidad de muertes que en ella produce).
Ahora bien, la noticia es que, por primera vez, se detectaron en Argentina dos casos probables y otros dos sospechosos de fiebre chikungunya, una enfermedad emergente que es transmitida por los mosquitos que también contagian dengue y que produce fuertes dolores en las articulaciones, fiebre, postración, aunque afortunadamente es de bajísima mortalidad.
Le dicen “la enfermedad que te dobla” del dolor. Se descubrió por primera vez durante un brote ocurrido en el sur de Tanzania en 1952.
“Chikungunya” es una voz del idioma Kimakonde que significa “doblarse”, en alusión al aspecto encorvado de los pacientes debido a los dolores articulares.
Como se dijo, el sistema de salud detectó ya dos casos probables de esta fiebre: son dos personas que habían viajado a República Dominicana y que residen en Florencia Varela y en la ciudad de Buenos Aires.
En ambos casos, ya hubo una primera prueba de anticuerpos que dio positivo. Para la confirmación del diagnóstico de laboratorio sería necesario realizar una prueba de neutralización de anticuerpos que aún no está disponible en el país, ya que el virus nunca circuló aquí. Según explicó Herrmann, en las próximas semanas esa tecnología estará disponible. Se adquirirá en Estados Unidos.
Los otros dos casos importados pero sospechosos aún no tienen el resultado del análisis de anticuerpos (por eso no se los considera “probables”). Se trata de personas que también fueron a República Dominicana y volvieron a la provincia de Río Negro. Tenían síntomas del chikungunya.
“En los cuatro casos, las personas fueron aisladas en sus casas, y se hizo bloqueo con limpieza de los lugares cercanos para evitar que haya mosquitos en la zona que transmitan el virus chikungunya”, resaltó el funcionario.
Mismo vector, otra enfermedad
—Doctor Herrmann, ¿qué amenaza representa actualmente en el país y en la provincia de Santa Fe la fiebre chikungunya?
—Las medidas históricamente adoptadas en materia de prevención, la vigilancia epidemiológica y la atención de los casos que viene siendo sistemática en el dengue desde hace muchos años, nos han dejado un gran aprendizaje y la pericia para contener y responder de manera adecuada a un posible brote de chikungunya, que pudiese incluir casos autóctonos. Esperemos que eso no suceda. Mientras tanto, reforzamos los alertas y el sistema de salud presta la atención debida. Los ciudadanos, por su parte, tienen que tener los mismos cuidados que para el dengue: descacharrado, evitar contacto con los mosquitos, el agua estancada, usar repelentes y consultar al médico ante el mínimo síntoma de fiebre. Es decir, en la medida en que no haya un control adecuado del Aedes aegypti y el Aedes albopictus, las probabilidades están latentes en las provincias del norte y del centro del país, incluyendo Buenos Aires y Mendoza, en donde más prolifera el mosquito vector.
—Hay una vacuna muy avanzada contra el dengue (en fase III, se prueba en humanos). ¿Qué esperanzas abre?
—Sabemos que a pesar de ello la vacuna no estaría lista hasta dentro de unos cuantos años. La fase tres es avanzada, aunque no tendremos una vacuna en lo mediato.
Ébola: el nuevo temor
—¿Qué posibilidades existen de que el ébola llegue al país?
—Es algo imposible de predecir, aunque si se refuerzan todos los controles internaciones, atento a la emergencia mundial declarada por la OMS, por el momento no tendríamos que preocuparnos particularmente; aunque como en todos estos casos la situación del ébola es considerada un problema de salud pública internacional.
—¿Cree usted que esto sucede porque cuando estas enfermedades de alta letalidad están inactivas no se investiga o invierte en el desarrollo de vacunas? ¿Que pagamos un alto precio por la falta de prevención?
—Los brotes se produjeron en países de condiciones socioeconómicas desfavorables, con escasa capacidad para una prevención de esta naturaleza. Por otra parte, no tengo posibilidades de conocer cuál ha sido el interés o la preocupación de los países centrales para con esta enfermedad. Está claro que este brote está muy condicionado por las situaciones estructurales de los países en donde se produjo. Tampoco sé cuál ha sido el interés de la industria de producir una vacuna. A título personal puedo decir que siempre hay distintos tipos de intereses. Y evidentemente no es lo mismo cuando ocurre en un país sin recursos y en otros que sí.
Lo que pasa todos los días
El doctor Juan Herrmann puso finalmente el acento en las epidemias no transmisibles, naturalizadas, a la que la sociedad y los medios de comunicación le prestan poca atención.
“Nos preocupan la mortalidad por problemas cardiovasculares, tumorales, diabetes, obesidad, lesiones (mal llamados «accidentes»), la violencia y los distintos tipos de padecimientos mentales. Estas epidemias tienen un 10 por ciento más de morbimortalidad que las transmisibles. El reto en el país es revertirlo”.
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