Cada vez quedan menos calles adoquinadas en la ciudad. Por estos días, Montevideo desde Ayacucho hasta Oroño y Rioja de Oroño a Ovidio Lagos están siendo los tramos que perderán para siempre su fisonomía “romántica” en favor de un pavimento nuevo, con cordón cuneta.
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Esa transformación, que la mayoría de los automovilistas aplaude, no cae sin embargo demasiado bien entre los férreos defensores de la preservación. “Es una cosa de locos: la Municipalidad se preocupa por recuperar cosas en la ciudad, pero cuando las tiene originales no las preserva”, afirmó la arquitecta Carolina Rainero, miembro del Centro Internacional de Conservación del Patrimonio y una convencida de que “es una pena que se pierda para siempre ese suelo artesanal tan singular, de más de cien años, que caracterizaba a Rosario y que incluso contribuye a un tránsito más calmo”.
Los trabajos forman parte de un plan de repavimentación que la Intendencia puso en marcha en calles de todos los distritos. Entre ellas figuran algunas que siempre fueron adoquinadas, como Rioja y Montevideo (sumadas ambas obras, por una inversión de 6,5 millones de pesos) y, ya terminado, el tramo de Moreno entre 9 de Julio y San Juan. En carpeta, si los fondos alcanzan, también está Zeballos.
Pero así como a muchos vecinos el cambio les parece una buena noticia, para otros no lo es.
Es el caso de Rainero, la especialista que estuvo al frente de la obra de restauración de los Tribunales Federales de bulevar Oroño y de la fachada de la iglesia del Perpetuo Socorro, por mencionar algunas de sus últimas intervenciones en materia de patrimonio.
“No se entiende que por un lado la Municipalidad lance un programa de recuperación del centro y por otro haga desaparecer una cosa tan patrimonial como es un piso artesanal de más de cien años”, dijo Rainero, para recordar que “no se trata para nada de un elemento menor en una ciudad”.
Pero el municipio tomó la decisión de repavimentar las calzadas adoquinadas sobre esas calles en la convicción de que “las ondulaciones, los hundimientos y las dificultades de transitabilidad” impiden preservarlas, con el agravante de que hay extensos tramos que “ya tienen mucho asfalto encima”, explicó la secretaria de Obras Públicas de la Municipalidad, Susana Nader.
Para Rainero ese argumento no alcanza. “Si la Municipalidad estuviera presente cuando los servicios (como agua y luz) hacen sus conexiones debería exigirles que en cada obra se repusiera el material original”, aseguró, a la vez que puso en duda que haya tantos “parches” encima del empedrado como para impedir que se rescate.
El arquitecto Rogelio Molina, histórico responsable del Túnel del Pasaje Pam, coincidió más con la visión de Nader. “El asfalto no es el material que más me gusta”, ironizó, “pero es muy difícil preservar un adoquinado cuando ya falta el 50 % de cada cuadra y fue tapado con otra cosa”.
Y por eso distinguió entre lo que ocurre, por ejemplo, sobre Chacabuco a la altura del parque Urquiza, cuyo adoquinado “está perfecto”, del que cubre Montevideo, “severamente deteriorado”. Como ejemplo puso un tramo entre Juan Manuel de Rosas y 1º de Mayo, “hundido seguramente por la rotura de un caño”. De paso, cruzó los dedos para que ahora no se asfalte arriba sin arreglarlo.
Más que centenarios. De hecho, los adoquines de granito que aún quedan en la ciudad llegaron a principios del siglo XX como lastre en los buques cerealeros que atracaban en el puerto.
Cuando se remodeló avenida Belgrano para el rally Dakar, el año pasado, se levantaron de la arteria unos 2.600 adoquines. Por entonces la propia Municipalidad explicó que no se utilizarían en nuevas calles, sino en emplazamientos puntuales (explanadas, parques o paseos) debido al costo que implicaría realizar un trabajo tan artesanal y la dificultad para encontrar operarios capaces de colocarlos. Para eso se preservarían los bloques en un depósito municipal.
Y si bien en una recorrida que hizo La Capital por calle Montevideo los obreros de la contratista Edeca, a cargo de los trabajos, confirmaron que los adoquines que se van retirando se trasladan a un corralón municipal, también recogió testimonios de particulares que han logrado comprarlos para decorar su jardín o pavimentar un garaje.
En Mercado Libre, por internet, la unidad se ofrece a precios que van de 7 a 25 pesos, o por lotes. Pero por izquierda en Rosario también hay quienes los consiguen directamente desde la calle.
Por ejemplo, de los que se extrajeron de Moreno hace unos meses, algunos se vendieron. Con reserva de identidad, un testigo contó que a un conocido le comenzaron ofreciendo el adoquín a 10 pesos y, regateo mediante, terminaron dándoselo a 3. Lo que se dice, un negoción.
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