Los recientes casos de actuación de grupos de exterminio y de linchamientos populares en Brasil, como el más reciente cuando una mujer fue golpeada hasta la muerte al ser confundida con una supuesta secuestradora de menores, revelan que la resolución violenta de conflictos cada vez toma más fuerza.
Según especialistas, la repercusión de casos de linchamientos y de los llamados grupos de "justicieros" volvió a poner el tema en el foco de las atenciones, pero el asunto no es nuevo y, por el contrario, traza una tradición de la "cultura de la violencia", a pesar de que las estadísticas no son precisas.
En 2013, fueron más de 172.000 casos de lesión corporal registrados por la Secretaría de Seguridad Pública de Sao Paulo, pero no fue posible distinguir cuáles de ellos fueron tentativas de hacer justicia con las propias manos.
En uno de los pocos estudios profundo sobre el asunto en el país, la investigadora y socióloga del Núcleo de Estudios sobre la Violencia (NEV) de la Universidad de Sao Paulo, Ariadne Natal, analizó los casos de linchamientos públicos entre 1980 y 2009.
En ese período, la investigadora consiguió recopilar 385 casos en la región metropolitana de Sao Paulo que aparecieron en los medios de comunicación, con el mayor número registrado en 1984 y 1991, con 41 casos cada uno.
En las últimas semanas los medios concentraron bastante de su tiempo en seguir la noticia de una mujer que fue linchada en una favela de Guarujá, litoral del estado de Sao Paulo, después de ser confundida con una sospechosa de secuestro de menores cuyo retrato fue divulgado en la red social de Facebook.
De igual manera, los medios dieron espacio a las noticias sobre grupos de exterminio, integrados por paramilitares, que habrían cometido una serie de matanzas en Sao Paulo, Campinas y Sorocaba, estas dos últimas a 100 kilómetros de la capital regional y ciudades de porte mediano en la región más rica y poblada del país.
"Es difícil saber si hay un mayor interés (por los linchamientos) o si una noticia puede incentivar a una persona a usar el linchamiento como forma de acción", comentó la investigadora.
Según Natal, es "complicado" determinar el grado de aumento de estos casos, pero advirtió de que el uso de nuevas tecnologías y de las redes sociales ha permitido que ellos tengan una mayor repercusión.
"Hoy todo el mundo tiene un teléfono móvil con cámara y entonces es difícil que el linchamiento no tenga ese tipo de registro, además porque es una acción que involucra un número considerable de personas", resaltó.
Así, la especialista en derechos humanos y directora del Instituto Sou da Paz, Luciana Guimaraes, aseveró que estos casos aumentan por la falta de confianza en las instituciones, que conduce a una cultura de resolución de conflictos a partir de la violencia.
"En la serie histórica de los homicidios en Brasil, muchos de ellos están relacionados con casos pasionales o peleas de bar, lo que revela que este tipo de situaciones se resuelve a punta de bala, con violencia", expresó Guimaraes.
Para Natal, en tanto, las personas relacionadas con estos casos piensan que actúan con "idoneidad" por tratar de hacer justicia y proteger su comunidad.
"Puede hasta parecer irracional para quien está al margen, pero para quien está dentro hay una justificación. Para las personas que están allí, ellas actúan de manera justa, que es lo más preocupante, pues es una concepción diferente de lo que es justo" analizó.
Ya Guimaraes propone que frente a eso el Estado actúe en dos frentes: "aumente su presencia y eficiencia en estos contextos y también en la promoción de una cultura de paz que amplíe el repertorio social para la resolución de conflictos".
"Creo que esa presencia del Estado con personas capacitadas para mediar conflictos es algo que cabe al Estado y que ayuda a un cambio de más largo plazo de la cultura de cómo solucionamos nuestros problemas", subrayó.
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