Ander-Egg ejercita a diario la mente y el cuerpo. Lúcido y con una memoria extraordinaria, a los 84 años. Fotos: FLAVIO RAINA |
Ezequiel Ander-Egg tiene 84 años y quiere vivir hasta los 120. Tiene unos 170 libros publicados y quiere ¿cuántos más? Tiene diversos títulos en grado y posgrado en Ciencia Política, Economía y Trabajo Social, Sociología y Metodología de la Investigación. Tiene una memoria extraordinaria a la que describe como “holística” y un equipo de trabajo con especialistas en diversas materias con “memorias analíticas, de ese modo nos complementamos”, explica. Se considera “especialista en nada”. Tiene unas 17 hijas adoptivas y 1 biológica (fallecida). Es, dice, su modo de “ayudar” a los otros: les paga sus estudios y contribuye a que tengan una vida mejor. Tiene una rutina de trabajo que lo lleva a leer unos 120 libros por año y a trabajar unas diez horas diarias (incluidos sábados y domingos). Tiene unos 3 millones de libros vendidos en todo el mundo pero ha optado “por la pobreza y la austeridad”. Tiene una carrera que apenas se puede entrever y cuya mera mención ocuparía con generosidad mucho más que los límites de esta página. Se manifiesta en contra de la “barbarie de la especialización” y entiende que la universidad en términos generales trabaja bajo el yugo del “texto sin contexto”: “Se trabaja con autores pero no con problemas que pueden ser resueltos o abordados”, opina.
Ander-Egg se define como “gandhiano, libertario, franciscano agnóstico, socialista y optimista patológico”. Tiene el récord de conclusión de carrera de grado en menos tiempo (un año y medio). Tiene una capacidad para el diálogo que rompe las distancias con el periodista que, apenas asomado desde el llano, puede acceder rápidamente al entendimiento de que se está, efectivamente, ante una mente brillante. Tiene, además, una capacidad natural para contar episodios y anécdotas (muchas de ellas casi inverosímiles) de su vida. Tiene vergüenza y pudor cuando se le consulta por algunas cuestiones (“no quiero parecer un fanfarrón. Hay muchas cosas que no cuento”, dice). Tiene el terrible antecedente de ser un “fusilado que vive”, si tomamos la famosa expresión de Walsh: en 1975 la Triple A lo acusó de “ideólogo” de Montoneros y quiso matarlo. Escapó milagrosamente y de allí fue al exilio. Tiene sobre sus espaldas, también, críticas a su trabajo y acusaciones diversas bajo el rótulo pretendidamente peyorativo de “divulgador”. Ander-Egg es un personaje fascinante. Su relato académico y profesional cabalga sobre su relato de vida, que parece, como él mismo lo dice, sacado de una novela.
TRABAJAR, ENTRENAR, TRABAJAR
—Usted tiene numerosos estudios en materias tales como Sociología, Economía y Trabajo Social, Ciencia Política, Metodología. Ahora, al margen de estas muy diversas disciplinas ¿dónde se encuentra el origen de su interés por las ciencias, dónde se colocaría usted si tuviera que escoger una de esas disciplinas?
—En ninguna, porque para eso tendría que ser especialista y yo no soy especialista en nada. Es imposible. Primero, por mi modo de razonar. Yo tengo muchas neuronas fuera de mi cerebro, porque mi mejor colaboradora en Educación, o en Tecnología, o en lo que fuera, siempre sabe más que yo.
—¿Usted hace entonces una suerte de síntesis?
—Cuando tengo que tratar un problema, lo converso con ellos. Antes de publicar un libro mío, lo escribo cinco veces. Lo corrijo. Hay varias distinciones: inteligencia holística, analítica, etc. Yo tengo una captación holística de los problemas, pero no tengo capacidad de razonar en lo minucioso. Para eso necesito a otras personas que sí la tengan. La otra cosa importante en mi trabajo es la artesanía intelectual. El gran problema que tenemos hoy en la investigación es que tenemos superproducción de información. El problema es cómo transformo la información en conocimiento (...).
—¿Por qué cree que sus trabajos más difundidos son aquellos vinculados a las metodologías de investigación en ciencias sociales?
—Siempre quise aplicar mis conocimientos. Sobre todo en cinco campos: Política Social y Trabajo Social (tengo 38 volúmenes publicados sobre esos temas), Educación, Política Cultural y Problemas Contemporáneos. El único que fue best-seller en la Argentina fue “El mundo en que vivimos”, en 1973. En total se vendieron 3 millones de mis libros. Pero sólo de Metodología habré vendido unos 300.000. Ahora estoy reformulando todo mi trabajo. Esto es menos conocido (...) Debo impregnarlo de todo lo nuevo, los fractales, el efecto mariposa, etc.
—Es un trabajo titánico ¿no?
—Y sí, porque me quedan 36 años de vida (risas). Y he decidido reelaborar todos mis libros.
—¿Cómo es un día suyo de trabajo, cómo está organizado?
—Ahora quiero dormir un poquito más. Pero antes me despertaba a las 5 de la mañana y escuchaba noticias. Desayunaba y me ponía a trabajar. Pero nunca trabajo más de tres horas seguidas. Mi primer descanso es mi primer entrenamiento. Entreno físicamente todos los días durante una hora y media.
—¿Camina?
—No, no. Es un poco más complicado. Y mejor. He buscado el máximo rendimiento de la mente. La verdad es que tengo una memoria especial: no necesito leer para comprender un problema. Puedo hacer aflorar a la memoria inmediata miles de datos y los retengo. Es algo natural y la entreno (Ander-Egg se preocupa a lo largo de toda la nota en “no parecer un fanfarrón”. Pide que se le retire el grabador para contar determinadas cosas). “(...) Es muy importante la oxigenación del cerebro y la circulación de la sangre. Mi rutina tiene que ver con el experimento científico que hago sobre mi cuerpo para vivir 120 años. Yo tengo 84 y nunca he ido al médico. Esto surge por una propuesta que se hizo en un Instituto de Gerontología europeo hace mucho tiempo. Yo tenía 29 y me ofrecí. Los aspectos clave son: alimentación, sueño y entrenamiento físico. Luego están los ayunos y el control de la mente sobre el cuerpo. Está explicado en mi libro “Cómo envejecer sin ser viejo”. Además, hace 26 años que no me perturbo. Se llama Ataraxia, según Epicuro. La salud es eso. No perturbarse.
ANTES DEL EXILIO
—En 1975 vivió un episodio terrible cuando escapó de la Triple A...
—Yo tuve y tengo una militancia socialista, es conocido por todos. Los guerrilleros (de Montoneros y el ERP) hablaban conmigo. Pero era y soy un pacifista profundo. Sabía que era una estrategia inadecuada (la lucha armada). (...) ellos decían ser la vanguardia esclarecida del peronismo. Lamentablemente después murieron 30.000 chicos. Ese año la Triple A mandó una carta al diario Los Andes (en Mendoza) diciendo que iba a matar al líder obrero (lo mataron) y al líder intelectual que avalaba la guerrilla, que vendría a ser yo, aunque no era Montonero. Yo pude escapar (le cuesta mucho decir que corrió en el momento de los disparos. Se quebró una rodilla en la huida). Una campesina me ayudó, yo estaba con la pierna rota (....) mi escape fue novelesco. Menéndez me acusó de guerrillero y atacó a mi familia. Dijo que miles de jóvenes se habían hecho socialistas por mi influencia. Estuve escondido, en muy malas condiciones. Me dijeron que no iba a volver a caminar. Y pude escapar por Ezeiza”.
EL LITORAL.
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