LOS EXÁMENES PUEDEN GENERAR ALTOS GRADOS DE TENSIÓN EN LOS ESTUDIANTES.
Los exámenes pueden provocar mucha tensión en algunos estudiantes, al punto de impedirles volver a presentarse para ser evaluados y, en muchos casos, concluir la carrera, pero los psiquiatras consideran que esta “fobia” tiene solución.
“Es un miedo irracional de alta incidencia que se puede revertir si se aprenden las técnicas apropiadas”, dijo a Télam Roberto Ré, médico psiquiatra y fundador de la Asociación Argentina de los Trastornos de Ansiedad (AATA).
Este trastorno que, como toda fobia lleva a la evitación de la situación, afecta -según una encuesta que se hizo a los universitarios en la ciudad de Rosario- a un 13% de los estudiantes“, precisó Ré.
“La persona que sufre de fobia social es esclavo de sus pensamientos negativos, lo que lo lleva a no poder confrontar con lo que teme, como quien no puede subir a un avión o a un ascensor”, explicó Ré, coordinador de la Red Sanar, una organización de bien púbico que mediante psicoeducación asiste y previene trastornos de ansiedad, estrés, fobia, pánico y depresión.
“La persona que sufre de fobia social es esclavo de sus pensamientos negativos, lo que lo lleva a no poder confrontar con lo que teme, como quien no puede subir a un avión o a un ascensor”, explicó Ré, coordinador de la Red Sanar, una organización de bien púbico que mediante psicoeducación asiste y previene trastornos de ansiedad, estrés, fobia, pánico y depresión.
La fobia a los exámenes “se suele expresar con `lagunas mentales`, con el pensamiento de querer huir, o simplemente con la decisión de no asistir a rendir”, describió el psiquiatra.
Pero contrariamente a lo que se cree, “este tipo de fobias sociales se puede resolver en unas semanas mediante la psicoeducación, lo que consiste en apropiarse de un conocimiento que permite afrontar la situación temida”, aseguró el especialista.
El médico explicó que “no hay solución sin `afrontamiento`, por eso su método propone una forma de aproximarse a la situación, aunque en forma libre y gradual. Se trata de un aprendizaje de técnicas cognitivas conductuales que hacen que el joven pueda presentarse a dar examen, con las herramientas adecuadas”.
El psiquiatra advirtió que “la fobia a los exámenes suele formar parte de una cadena de otras fobias, que se van sumando, lo que lleva a la `panfobia`” y aseguró que “resolver una de ellas es resolver una cadena de esclavitud”.
“En una de mis conferencias sobre este tipo de fobias sociales, un señor se levantó de la silla y pidió hablar. Dijo tener 71 años, y haber pasado por la traumática experiencia a los 24, cuando decidió no presentarse a dar su último examen”.
Según el psiquiatra, “el hombre había cursado completa la carrera de Ingeniería, y el examen al que nunca se presentó fue el que lo alejó de obtener su título profesional”.
Para el especialista “la incidencia de la fobia social dentro de la población general es tan alta y su diagnóstico tantas veces olvidado, que muchas personas que la sufren pasan gran parte de su vida sin diagnóstico”.
“En muchos casos, creen que se trata de un problema de personalidad que no tiene solución o que son defectos de desarrollo en la evolución psicológica”, afirmó el médico.
Ansiedad, miedo a una nota baja, a utilizar una palabra incorrecta, o no saber responder una pregunta de los profesores, son algunos de los miedos que experimentan los que padecen fobia a los exámenes.
Entre los síntomas más comunes se destacan sudoración, palpitaciones, dolor u opresión torácica, ruborización, sequedad de boca, deseos urgentes de orinar, mareos, sensación de desmayo, falta de aire, fuertes temblores, y cefaleas.
“No es extraño que algunos de estos casos termine en ataque de pánico”, advirtió Ré.
Jorgelina es uno de esos casos, ya que hoy tiene 30 y a los 20 abandonó la carrera de Comunicación Social que había iniciado en la UBA un año antes, porque los días previos al examen empezaba con los síntomas propios de un ataque de pánico.
“No quería salir de casa, me metía en el cuarto y me quedaba horas con la luz apagada, a veces alcanzaba a subirme al colectivo rumbo a la facultad para rendir, pero me empezaba a descomponer. Incluso he llegado a llamar a una amiga para contarle lo que sentía en ese momento, para que me ayudara a calmarme”, dijo a Télam la joven que hoy trabaja en un banco.
A pesar de haber consultado a un psicólogo en ese momento, que le sugirió dejar de estudiar por un tiempo, tampoco yo “supe, quise o pude encontrar la ayuda que necesitaba, hoy con la información que circula, creo que buscaría algo más especializado”.
Nancy, tiene 38 años, trabaja en un ciber de la localidad bonarense de Laferrere, donde reside junto a su familia, y actualmente está terminando el secundario.
“Volví a enfrentar una situación de examen, después de haber padecido esa fobia y ataques de pánico, puedo afirmar que se puede controlar el problema”, dijo a Télam la mujer.
Nancy recordó que cuando comenzó la secundaria sufría “dolores de estómago y mareos” y dijo que “esos síntomas se fueron agravando mientras consultaba sin éxito a psiquiatras y psicólogos hasta dar con el tratamiento justo”.
“En mi caso también funcionó la medicación, y una buena dedicación a reconocer el problema, aceptarlo, y aprender técnicas de respiración, de relajación, entre otras estrategias”, sostuvo.
Para la mujer, “la idea es tomar el mando de la situación lo que implica conocer los síntomas para poder actuar anticipadamente”. (Télam)
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