A las 13.30 de ayer el portón del depósito estaba abierto de par en par. Minutos antes dos camiones habían descargado golosinas y productos de panificación que distribuye la firma.
La Capital |
Seis hombres armados, cinco de ello vestidos como policías, robaron un depósito de alimentos de Pedro Lino Funes al 1100, en la zona oeste de la ciudad. Los ladrones actuaron como una “unidad de comando” y se llevaron 10.000 pesos, dos celulares y una computadora que registraba los movimientos captados por las cámaras de videovigilancia instaladas en el galpón de 15 metros por 50 y en dos oficinas.
A las 13.30 el portón del depósito estaba abierto de par en par. Minutos antes dos camiones habían descargado golosinas y productos de panificación que distribuye la firma. Por ese portón ingresaron seis hombres que llamaron la atención por el número y por el fin buscado. Estaban a cara descubierta y cinco vestían uniforme policial: borceguíes, esposas, armas y hasta chalecos. Sólo uno llevaba un traje raído.
Germán S., el dueño de la firma, no salía de su asombro horas más tarde: “Cuando entraron me dijeron que querían plata. Pero no sé, yo no entendí y me levanté del escritorio como para ver qué precisaban. Pensé que eran realmente policías”.
En el lugar había cuatro personas descargando mercaderías y en las oficinas se hallaban el titular de la firma y una secretaria. “Se movían muy tranquilos y con mucha seguridad. Dos se quedaron con nosotros y los otros comenzaron a dar vueltas por el galpón buscando plata. «Dame plata, sabemos que tenés plata», me decía uno de ellos, que parecía el que más hablaba. Pero después todos comenzaron a hablar y a pedir plata o celulares ”, dijo Germán, nervioso, indignado y atemorizado por lo vivido.
“El que parece que manejaba el grupo, que se movió como si supieran qué hacer en cada momento, me puso la pistola en la cabeza y me dio un par de culatazos para que le dijera dónde estaba el dinero. Pero yo le dije que nosotros no hacemos cobranza sino logística. Perdoná por no tener plata, pero en serio no tengo, le dije” contó el comerciante.
Para ese momento, los hombres vestidos con uniformes que no parecían nuevos habían encerrado a todo el personal a una de las oficinas y comenzaron a sacarles los celulares y hasta el cambio chico que tenían en sus bolsillos: “Querían plata. A una chica y a mí nos sacaron 15 pesos y los celulares. Además me llevaron la alianza de mi casamiento”, dijo Germán.
Una situación particular se registró una vez que los ladrones habían robado los celulares a los operarios. Los pusieron en la mochila de uno de los trabajadores en la que el hombre tenía la vianda del almuerzo que lleva habitualmente. Entonces el opoerario le dijo al ladrón que le diera la comida que estaba en la mochila y el maleante se la entregó. Así, de ese modo involuntario, todos recuperaron los teléfonos celulares.
Al estar tranquilos, los maleantes no dejaron pasar nada por alto. “Me preguntaron cual computadora registraba las imágenes de las cámaras de seguridad y me recomendaron que ni se me ocurriera grabar nada. Me arrancaron los cables y se llevaron la computadora. Por suerte nos dejaron la que usamos para trabajar”, dijo el joven empresario que hace cuatro años está instalado en ese galpón de la zona oeste.
Si bien Germán S. y los empleados no salían de su asombro por el tipo y el modo en que fueron robados, recordaron que hace unos días en la zona “andaba dando vueltas un Peugeot 307 que resultó sospechoso”. Cuando los malhechores se retiraron, uno de los empleados impulsó el botón de pánico, una alarma silenciosa que posee le empresa, y minutos después llegaron efectivos de la seccional 14ª que rastrillaron el lugar y comenzaron las tareas de investigación.
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