En Oroño y Salta se despliega una verdadera tienda de campaña en la que trabajan cientos de personas para que a los trabajadores no les falte nada. Desborda la solidaridad.
.La Capital |
Emocionante es el panorama en Oroño y Salta donde cientos de voluntarios trabajan para garantizar que a los rescatistas no les falte nada para continuar con su tarea, la más importante por estas horas: hallar a las ocho personas que se encuentran desaparecidas desde la explosión del martes. Los cheff más importantes de Rosario, los bares de la zona y el Ejército de Salvación a cargo de las cuatro comidas.
“Siempre tenemos esperanzas de encontrar vida, nuestro trabajo es buscarlos hasta que saquemos la última piedra”, cuenta a La Capital, Aníbal Gómez, jefe de bomberos, mientras con dos mordiscones hizo desaparecer una porción de pizza desbordante de queso que le alcanzaron los chicos de “Malos conocidos” el bar ubicado en la ochava opuesta a la manzana del desastre.
Agradecido por el trato que recibe, Gómez dio detalles sobre el trabajo de la jornada y adelantó que la tarea “quirúrgica” continúa para avanzar hacia los subsuelos. Mientras, muestra las fotos en su teléfono lleno de polvo y recuerda que hasta ahora las mascotas son las que mantienen la ilusión de la vida. Ayer liberaron un gatito que se encontraba atrapado y también un canario que aún seguía en su jaula.
Los bomberos entran y salen de la “zona cero” para descansar, para rotar los turnos, para despejar el área cuando se necesita silencio. En el paseo peatonal de Oroño, los aguarda comida caliente, bebidas, frazadas y asientos que utilizan por unos minutos. La carpa de Promoción Social, una decena de autobombas y ambulancias completan el ordenado paisaje de la emergencia.
Además del bar de la esquina, también Rock & Feller\'s tiene sus instalaciones a disposición de los trabajadores y familiares de las víctimas. “Es el baño de todos nosotros”, describe una de las voluntarias que además contó que se usan las heladeras, cocinas y hay comida permanente.
En la explanada de Oroño y Salta, donde la calle se ensancha, está instalada la carpa del Ejército de Salvación. Ellos asisten con viandas a familiares, voluntarios, periodistas, funcionarios, fotógrafos, vecinos que hacen catarsis y deambulan a la espera de que lleguen “novedades” desde el lugar del derrumbe.
“Entregamos sándwiches, comidas saladas, gaseosas, bebidas energizantes. Somos 60 personas estables y ahora muchos más, nos ha desbordado la solidaridad de los jóvenes. Tenemos en lista de espera relevo para tres días”, relata a La Capital, la capitana Alicia Gil Barolin, mientras ordena la distribución y recuerda a quien quiera colaborar que pueden llevar chocolates en barra.
A mitad de cuadra, frente al supermercado La Gallega, se recorta un sector para los familiares de las personas desaparecidas quienes tienen su propia carpa donde el silencio es aturdidor. Caminan, miran el cielo, intentan divisar algún movimiento de los rescatistas y miran la lona que cubre el estacionamiento del supermercado que no les entrega ninguna respuesta.
A metros de ellos, en las sombras de otra carpa, los integrantes de Scout Argentina apuntalan el trabajo de los chef de Fundación Rosario Cocina Ideas. Comandados por Damián Delorenzi, desde el martes elaboran entre 300 y 400 raciones para alimentar a los rescatistas.
“Comer hay que comer, por eso se nos ocurrió venir, instalamos los anafes y empezamos a cocinar. Al mediodía hicimos choripanes para 400 personas. Ahora estamos preparando arroz con pollo que va a estar listo para más tarde cuando el frío es terrible”, cuenta Delorenzi mientras corta la carne de ave en partes iguales y constata que todos los pedacitos estén bien cocidos.
El chef del vecino restó Johnny B. Good es otro que está al pie del cañón durante todo el día. El Tapa le dicen todos y siguen las órdenes para que los trabajadores no sólo se alimenten con pan, jamón y queso. Marcelo Megna y Oscar Jaskelioff completan la nómina.
Por la mañana y gracias a donaciones del momento, saldrá chocolatada caliente. Hoy al mediodía el menú es bondiola de cerdo. Mientras continúan picando verduras, uno de los jóvenes scout está apurado porque se tiene que ir a trabajar. “Entro a laburar a las 22 en un kiosco”, dice y se despide con una sonrisa augurando buena cena, aún en medio del dolor.
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