La masacre de Niza fue el último gran atentado que se atribuyó el EI. Foto: EFE
El Litoral
Christoph Sator y Maren Hennemuth - DPA
Wurzburgo, Niza, Estambul, Dacca, Bagdad: el autoproclamado Estado Islámico (EI) asumió recientemente la autoría de numerosos atentados en distintos continentes; sin embargo, hay algunas dudas de que la milicia terrorista esté realmente tras los ataques. Lo que sí está claro es que está perdiendo mucho territorio en su verdadero objetivo: Irak y Siria.
Y es que la construcción de un Estado islámico apenas avanza ya: en Siria y en Irak los yihadistas tuvieron que abandonar muchas ciudades y territorios que habían conquistado debido a la presión militar. El califato proclamado a bombo y platillo hace dos años se hace cada vez más pequeño a medida que surge efecto la alianza internacional contra el EI. E incluso en un tiempo previsible se espera también una ofensiva de amplio alcance contra el feudo iraquí de la milicia: Mosul.
Lo que sin embargo se teme ahora es que debido a esas pérdidas de territorio, el EI se centre ahora cada vez más en espectaculares atentados suicidas lejos de la zona de combate.
El experto en terrorismo Will McCants, del "think tank" estadounidense Brookings Institution, cree que los ataques en otros lugares son "un indicio de lo grande que es la preocupación del EI en casa".
De forma similar a su rival Al Qaeda, el EI se está convirtiendo cada vez más en una red global con numerosas ramas. La ideología de la yihad se ha extendido por todo el mundo, algo que no tiene ya tanto que ver con la idea original del califato de reunir a todos los musulmanes para llevar juntos una vida "virtuosa" según el islam.
Pero ¿qué supone la nueva situación para la coalición internacional contra el Estado Islámico? A invitación de Estados Unidos, representantes de más de 40 países celebran en Washington una reunión en la que se debatirán hoy las consecuencias y la estrategia a seguir, tras la conferencia de donantes para Irak del miércoles.
Sin embargo, nadie tiene la esperanza de poder vencer pronto al Estado Islámico.
"Desde que el EI sufre la presión militar, los atentados terroristas parecen haber ganado peso en su estrategia", señaló el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier. "Saber esto no convierte en innecesario o equivocado el combate, sino en necesario".
"Cuando el EI sea expulsado de Mosul nadie debería olvidar estos horribles acontecimientos -que alguien sentado en un camión atropelle a una multitud de personas o salga y se ponga a disparar a su alrededor-", opinó por su parte el secretario de Estado norteamericano, John Kerry.
En estos momentos están en marcha intensos preparativos para recuperar la segunda mayor ciudad de Irak, que el EI conquistó en junio de 2014. Y no sólo militares: la ONU teme que en el peor de los casos los combates por Mosul desplacen a hasta 1,5 millones de personas, que se sumarían a las 3,3 millones ya desplazadas en Irak.
En la conferencia de donantes del miércoles los asistentes se comprometieron a entregar ayuda por 2.000 millones de dólares (1.800 millones de euros) al país.
Ese dinero se destinará al desminado de campos, a construir nuevos campamentos de refugiados y a garantizar el suministro de agua, electricidad y alimentos. De esa forma se pretende también evitar que el EI gane adeptos entre la población iraquí afectada por todas esas carencias. La experiencia enseña sin embargo que las ayudas prometidas por la comunidad internacional no se llegan a pagar por completo ni de lejos.
Muchos países desarrollaron en las últimas conferencias de donantes de los últimos años una práctica consistente en prometer y prometer y no cumplir ni una sola vez. La ONU se queja que los programas de ayuda en Siria, Irak y otros países sufren una gran carencia de financiación pese a las promesas.
Y lo que también llamó la atención en Washington: que la coferencia sobre la estrategia a seguir contra el Estado Islámico atrae a figuras de más alto rango que la de donantes.
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