"Tucu" Costanzo fue quien denunció ante la justicia a Juan Carlos Bossi, el represor detenido en Colombia. Era quien inyectaba y ahorcaba a los detenidos antes de tirarlos al Río de la Plata. Hubo tres vuelos entre 1977 y 1978.
Rosario 12 |
"Juan Carlos Bossi (detenido la semana pasada en Colombia) es un asesino sin piedad. Junto con Alberto Pelliza se ponían una chaquetilla blanca e inyectaban a todos los detenidos a quienes iban a matar. Después los asfixiaban con una goma en el cuello". El relato es de Eduardo Costanzo y es idéntico al que ya fuera publicado hace algunos años por este cronista. Cuando lo dijo, aquella vez, Bossi fue a ver a Costanzo a la casa para reprocharle sus declaraciones. "Me vino a apretar", rememoró Costanzo. El "Tucumano" -el único de los enjuiciados por delitos de lesa humanidad en Rosario que señaló a los responsables de los crímenes más brutales como el descripto- ya declaró esto ante la justicia federal. Una paradoja: la foto de tapa de este diario es del momento de la detención de Bossi en Medellín, y lo muestra con un respirador especial fruto de un cáncer de pulmón que lo aqueja. Curiosamente parece sufrir en carne propia la misma atrocidad que provocó a decenas de militantes políticos, al participar en los operativos de disposición final, como los denominaba la dictadura militar.
--¿Dónde se cometieron estos crímenes contra detenidos que después eran arrojados desde aviones al mar?
--En La Calamita, los primeros fueron veinte personas, entre las que había una detenida que era una renguita que le decían la Gringa, de ella me acuerdo. Del resto no sé, porque había muchos detenidos en ese lugar. Más de cien personas. Y aclaro que no participé de nada, porque esto se haca de noche, y yo a las siete y media de la noche me volvía a mi casa. Al otro día era cuando me enteraba de todo porque todos contaban.
--¿Con que los inyectaba Bossi?
--No lo sé. Les inyectaba algo y después les ataba en el cuello una gomita de esas que se ponen en el brazo para extraer sangre, así que morían por asfixia. Esto ya lo declaré a la justicia.
--¿Hacia donde los llevaron desde La Calamita?
--Al Aeropuerto de Fisherton, pero yo nunca fui a ningún vuelo.
--¿En que tipo de aviones los llevaban? ¿Bossi iba en esos vuelos?
--Era un avión Hércules, que venía especialmente para eso. Todos iban, la mayoría de la Patota iba, los más pesados: Bossi, Pelliza, Pagano, el Puma Porra, Ariel López, Amelong, Guerrieri, Fariña, Jáuregui...
--¿Cuántos vuelos de la muerte hubo en Rosario?
--Tres vuelos: dos con detenidos de La Calamita y el tercero con gente de La Intermedia. Me he enterado de estos tres, y lo supe por quienes trabajaban en La Calamita, porque además al otro día que uno iba a trabajar notaba que faltaba gente. Uno se daba cuenta, pero no se podía preguntar mucho.
--¿Los arrojaban vivos o muertos?
--A mí me contaron que iban muertos, por la inyección que les ponía Bossi, y después por la goma que los asfixiaba por el cuello. Cuando los tenían adormecidos les hacían lo que querían.
--¿Hubo alguno de estos tres vuelos de la muerte que usted haya podido conocer más en profundidad para poder detallarlos?
--Ninguno, porque es lo que declaré en la justicia, Ariel López venía y nos contaba. Un día le pregunté a qué distancia, desde que altura los tiraban y contó que eran unos tres mil metros. Cuando le pregunté si los veían caer, me respondió que los cuerpos flameaban en el aire y que cuando caían en el agua, ellos veían como se despedazaban, que hasta la sangre llegaban a ver. Yo me quedé helado cuando escuché eso, y López contó que de noche no podía dormir porque los veía caer, soñaba de noche con esos cuerpos cayendo.
--¿Qué otro vuelo de la muerte conoció?
--El otro vuelo de la muerte salió con los detenidos que fueron llevados a La Intermedia (la casa quinta de la familia Amelong donde fueron asesinado 17 militantes, ubicada en La Ribera, sobre la autopista Rosario Santa Fe).
--¿En que tiempo ocurrieron esos vuelos?
--Los vuelos fueron entre los últimos meses de 1977 y los primeros meses de 1978.
--¿Donde arrojaban los cuerpos?
--En el Río de la Plata.
--¿Lo conocía bien a Juan Carlos Bossi?
--Si, lo veía todos los días.
--¿Y que personalidad tenía?
--Muy callado y respondía nada más que a Amelong. Nos teníamos que cuidar mucho de él porque era un alcahuete bárbaro de Amelong, porque se criaron juntos en Fisherton. Bossi era frío y violento. Una vez vino a mi casa, hace varios años, cuando hice una nota con este mismo diario donde lo nombraba y describía que se ponía esa chaquetilla blanca para inyectarlos. Entonces me reprochó que había contado eso. Me vino a apretar, pero lo confronté. Como yo no voy a decir quiénes eran los que mataban a la gente si a mí solo por decir estas cosas me cargaron 16 homicidios, cuando yo no les había tocado ni la punta del pie. Cómo yo no voy a contar quienes eran estos criminales para que la justicia se entere. Lo que no entiendo es por qué motivo la justicia después que yo cuento estas cosas me termina armando causas a mí. Parece que a algunos en la justicia les molesta que yo haya declarado contra los militares.
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