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domingo, 15 de noviembre de 2015

Todo lo que hay que saber sobre el herpes zóster o la conocida “culebrilla”

Dolor, ardor y picazón. La varicela deja su virus en los nervios. Con el tiempo pueden reactivarse en situaciones de estrés, defensas bajas, pasados los 60 años o sin razón conocida.

Prevención. Todo hábito saludable que reduzca el estrés y mantenga firmes las defensas, es de ayuda.

Primero, aparece un dolor agudo que va recrudeciendo. Luego se suman ardor, hormigueo y picazón intensos –por momentos insoportables, irritantes y hasta desequilibrantes–, en la cara, en el torso o en una parte del cuerpo, hasta que todo eso “estalla” en la piel con ampollas. Ese es el momento en que se termina de confirmar ( o se comienza a sospechar) que no se trataba de una contractura muscular o un malestar de otro origen, sino ni más ni menos que de “culebrilla”.

“La culebrilla o el herpes zóster es una erupción cutánea vesicante (ampollas) y dolorosa. Después de que una persona contrae varicela, el virus (varicela zóster) permanece inactivo (latente) en ciertos nervios del cuerpo. Ante determinadas circunstancias, el virus se reactiva en estos nervios después de muchos años”, explicó Jorge Prieto, especialista en Clínica Médica en diálogo con Diario UNO.

Consultado por las razones por las cuales la varicela zóster de pronto se vuelve activa, dijo que “no son del todo claras”, aunque se vinculan a momentos, condiciones o procesos por los cuales el sistema inmunológico se debilita (estrés, enfermedades o medicamentos que bajan las defensas, tener más de 60 años, entre otras).

Toma la forma de una franja que aparece en uno u otro lado del cuerpo y puede presentarse de un lado de la cara. Las ampollas pueden durar hasta tres semanas.

“Si la culebrilla aparece en la cara, puede afectar la vista o la audición. El dolor puede durar semanas, meses o incluso años después de la curación de las ampollas (lo que se llama neuralgia posherpética)”, profundizó Prieto, también exjefe de Residentes de Clínica Médica en el hospital José María Cullen de Santa Fe.

No existe una “cura” para la culebrilla. El tratamiento se basa en la utilización de fármacos antivirales como el Aciclovir. Si se utilizan las dosis correctas, el dolor disminuye y se reducen las posibilidades de complicaciones.

El abordaje sistémico del herpes zóster acorta el proceso de cicatrización, previene o alivia el dolor y otras complicaciones agudas o crónicas, especialmente cuando se administra en las primeras 72 horas de la sintomatología.

“El tratamiento encaminado a disminuir el dolor debe combinarse con analgésicos y/ agentes neuroactivos o antineuríticos”, agregó Jorge Prieto.

Antineurítico es un medicamento que se recomienda cuando los nervios periféricos están inflamados o irritados, manifestándose por una sensación de molestia, ardor, o dolor a veces muy intenso a lo largo del recorrido del nervio o en la zona donde recibe o trae estímulos hacia o desde el cerebro. Las vitaminas B1, B12 y B15 también se recomiendan por su efecto antineurítico.

Vacuna y “curanderos”

Hace varios años comenzaron a desarrollarse estudios para evaluar una vacuna contra el herpes zóster que mostró resultados muy satisfactorios, no solo para prevenir la enfermedad, sino también para disminuir la incidencia de neuralgia posherpética y para lo que se denomina carga de enfermedad, que son todos los trastornos asociados a la misma.

En base a los mismos, la vacuna se aprobó en Estados Unidos y luego en varios países incluyendo Argentina.

La vacuna se aplica en una sola dosis, por vía subcutánea y está aprobada en la Argentina para administrarse a partir de los 50 años en pacientes inmunocompetentes.

Finalmente, consultado Jorge Prieto sobre su opinión de las personas que recurren a “curanderos” para tratar la enfermedad mediante distintos rituales, a distancia o bien cara a cara, dijo que la medicina no está en condiciones de probar su efecto real.

“Podría operar como un placebo, dar calma y tranquilidad a la persona y quizás tenga algún efecto beneficioso que desconozco”, conjeturó el especialista. Y concluyó: “Muchos profesionales lo recomiendan. Ahora bien: jamás puede esto reemplazar a la consulta y tratamiento médicos”.


Por Mariano Ruiz Clausen mruiz@uno.com.ar / De la Redacción de Diario UNO Santa Fe

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