Las clases están a cargo de Juan Facundo Maggio –percusionista de Emparche– y se dictan en San Agustín, La Guardia y Centenario. Este músico recorre hace tres años la ciudad con el fin de integrar y robarle sonido a estos elementos reciclados.
Diario UNO |
Eran las 17.30 y a pesar de que la tarde comenzaba a despedirse, el calor era intenso. A ellas no les importaba y la puntualidad es algo para destacar. Son seis o siete las nenas que todos los miércoles se reúnen en la vecinal de barrio Centenario para “jugar a hacer música” y mientras tanto, algo aprenden. En el salón, grandes bidones blancos y palillos de madera con goma en la punta y manojos de paja atados con cinta invitan a crear ritmos y a armar distintas melodías.
Juan Facundo Maggio es músico y en el marco del Programa Arte y Comunidad del municipio santafesino brinda talleres de percusión en tres barrios de la ciudad: Centenario, La Guardia y San Agustín. Pero lo particular es que utiliza materiales reciclados para enseñar. Es por eso que tiene un doble desafío, por un lado, llamar la atención de los chicos y contagiar las ganas con estos elementos, y también despertar y aguzar el oído para que con algunas pautas puedan hacer música. Logrados estos objetivos, la meta será alcanzada.
El profe concurre cada martes a las 17.30 al solar de La Guardia con su auto y los bidones a cuesta; y los miércoles, a las 10, llega hasta la escuela técnica Nº 387 de San Agustín, y durante una hora alumnos de 1º y 2º año se cruzan hasta el CAF que está enfrente para tomar clases de música. El mismo día, pero a las 17.30 desembarca con todos los elementos en calle Zavalía 721 donde se encuentra la vecinal Centenario. Allí, religiosamente nenas de entre siete y nueve años lo esperan con mucho entusiasmo.
Con la música como estandarte
Tanto en Centenario como en San Agustín las clases incluyen rítmica, expresión corporal, canto, juegos rítmicos, entre otros; mientras que el taller de La Guardia tiene un formato más de comparsa. “En este lugar hay una tradición de tocar el tambor aunque nosotros usamos bidones y tachos que suenan muy bien y no se rompen, que no tienen una demanda de mantenimiento como un redoblante o un zurdo y además estos son caros”, dijo Juan Facundo Maggio a Diario UNO.
“Lo que trato de mantener es el sonido, ver cómo sacarlo de estos materiales reciclados y sobre todo que los niños y jóvenes tengan esa curiosidad. Como sucede muchas veces que en la mesa con una cuchara en un vaso o con una botella con más o menos agua podemos sacar una melodía y así nos podemos acercar a los primeros sonidos”, agregó.
Algunos de los bidones los consiguió a través de una nota desde la Subsecretaría de Cultura del municipio y otros los pidió, pero también muchos de ellos los compró. “Pueden ser los tachos de pintura o baldes en desuso. Pero los que tienen un mejor sonido y además son duros y resistentes son estos bidones que busqué en Parquímica. Tienen un sonido muy versátil, muy grave”, explicó este músico que además forma parte de la ensamble de percusión del grupo Emparche.
Los palillos también llaman la atención. “Los hice yo porque salieron más baratos que los de batería comprados. Fui a una maderera del norte de la ciudad y los conseguí. Es una madera resistente porque por el uso se necesita que sean resistentes, y en la punta tienen atada una goma”, agregó Maggio. Y junto a estos elementos también hay manojos de pajas que se usan para armar escobas atadas con cintas. “Sirven para sacar otro sonido, pero también es muy lindo”, dijo.
Transmitir conocimientos
En La Guardia el grupo es más grande porque antes hay clases de fútbol para nenas y nenes y después son ellos los que se quedan al taller de percusión. “Trabajo estiramiento, expresión corporal y con estos bidones y palillos con masas que hicimos armamos ritmos que se asemejan a la comparsa, pero no hay redoblantes ni zurdos y suena a otra cosa, por eso es similar y no igual. También tocamos hip hop y hay dos nenas que rapean muy bien”, contó Maggio.
Al referirse a la participación de los chicos en estos talleres, Maggio dijo: “La ventaja de la escuela de San Agustín es que los chicos ya están ahí. En La Guardia tengo talleres antes y se quedan, pero en Centenario empecé ya entrado el año y la cantidad fue variando, pero es fija la presencia de seis o siete niñas cuyo promedio de edad es de nueve años”.
Juan Facundo comenzó hace tres años con estos talleres con materiales reciclados y contó que trata de que los chicos recolecten elementos que se dejan de usar en la casa como una pava vieja o una olla o sartén. “Incentivo lo lúdico, ver cómo con estos elementos también se puede hacer música”. Juan Facundo, además de integrar Emparche, forma parte de un dúo de tango donde canta. Él asegura que en el grupo donde es percusionista “convergen un montón de estas cosas que uno intenta transmitir y trabajar con los chicos que van desde el baile, la danza, el canto y siempre la rítmica y la percusión”, dijo.
Vale destacar que para llamar la atención y teniendo en cuenta que el grupo es más chico, en Centenario también lleva un teclado y una guitarra criolla con el fin de que “las niñas conozcan las notas, porque la percusión es un golpe seco donde no se distingue la nota de una armonía específica, entonces con estos instrumentos se puede armar algo” agregó el profe y luego dijo: “Lo que trato de transmitir es jugar, divertirse y aprender de esta manera, y además que cuando sean grandes puede ser una profesión y eso lo charlamos con los chicos más grandes”.
Para finalizar, Maggio manifestó: “Hoy no contamos con mucho presupuesto y por eso tenemos instrumentos con estos materiales, y muchos de ellos a veces me reclaman que lleve los de verdad pero la realidad es que no se cuenta con los recursos o esa facilidad. Entonces tratamos, como me ocurrió a mí y a muchos de mis colegas, si de repente un almohadón y una olla se transforma en instrumento bienvenido sea; y tratar de respetar esa inquietud de niño. Por eso la intención es sumar más barrios el año que viene y continuar con estos talleres lúdicos”.
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