La discusión comenzó a raíz de un proyecto de ordenanza en el Concejo rosarino, pero creció y se trasladó al ámbito de la Provincia de Santa Fe. Las opiniones y fundamentos, a favor y en contra, de un problema que precisa solución.
Diario UNO |
El Concejo Municipal de la ciudad de Rosario trabaja desde el año pasado en un proyecto de ordenanza que pretende reducir la tolerancia de consumo de alcohol en los conductores viales –hoy se permiten hasta 0,5 gramos por litro de sangre.
El amplio debate que se generó en el Palacio Vasallo, con una serie de consultas a raíz del tema, repercutió en la agenda provincial, con tres propuestas de similares características en la Legislatura; y con el posicionamiento público de la Agencia de Seguridad Vial al respecto del mismo.
Hay diversas aristas en discusión, en un abanico que incluye desde los aspectos legales, políticos y económicos que afectaría la aprobación de esa iniciativa hasta los fundamentos científicos –físicos y biológicos– de los efectos del alcohol en el cuerpo humano.
El edil radical rosarino Sebastián Chale fue quien presentó el proyecto en el recinto, el año pasado, impulsado el texto también por organizaciones dedicadas a la educación vial. En diálogo con Diario UNO, el concejal explicó: “Se suben las sanciones a las infracciones más graves de alcoholemia, se establece un nuevo umbral de multa económica desde los 0,3 gramos de alcohol por litro de sangre y la obligatoriedad de un curso de concientización para quienes son detectados con menos del 0,3. La multa económica no corre en todos los casos, sino en determinados grados de ingesta”.
El proyecto prevé también la constitución de un fondo específico para la prevención y compra de equipamiento, que será administrado por el Ejecutivo municipal pero monitoreado por las mismas ONG, alrededor de siete, que participaron en la elaboración del mismo, que estaría compuesto con parte de lo recaudado a partir de esta nueva escala de multas.
El concejal realizó un balance positivo de las reuniones realizadas para analizar la problemática y resaltó “los antecedentes de otras ciudades y países, que han adoptado esta norma y los resultados que empiezan a tener, ya que hay una caída no solo en la cantidad de siniestros viales sino en el total de test positivos”.
Acerca de la cantidad de alcoholímetros disponibles para controles viales en Rosario –en la actualidad son seis–, el edil reparó: “Este no es un problema de cantidad de alcoholímetros, ni de recursos humanos disponibles, en horario nocturno principalmente, que es cuando se realiza la mayoría de los controles. De un año a otro duplicamos controles, por eso podemos avanzar en esto. Tendríamos que llegar a un nivel mayor, pero a esta altura ya superamos el total del año pasado”.
Mientras continúa el debate en la ciudad del sur provincial, en la Legislatura, semanas atrás la diputada del Partido SI, Alicia Gutiérrez, propuso la creación del Plan Alcohol Cero que establece la modificación del Código de Faltas de Tránsito para sancionar con multas e inhabilitación a aquellos que conduzcan con una alcoholemia superior a 0 miligramos por litro de sangre. Además, impide la obtención o renovación del carné de conducir a aquellos que por esta causa estén suspendidos, inhabilitados o tengan un multan impaga.
En el cuerpo
María Fernanda Planiscig es licenciada en Criminalística y Criminología, perito accidentóloga y trabaja en el Departamento de Estadísticas e Investigaciones de la Agencia Provincial de Seguridad Vial. Además de concurrir al Concejo rosarino a explicar su postura, participó en las 10ª Jornadas Nacionales de Psicología del Tránsito, denominadas “Psicología y tecnología. Nuevos desafíos en la seguridad vial”, que se llevaron a cabo el 27 y el 28 de agosto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En diálogo con Diario UNO, la especialista explicó en primer lugar que “la conducción requiere numerosas habilidades y capacidades perceptivas y cognitivas”. Y se explayó: “En condiciones normales ya somos deficientes cuando nos conducimos a velocidad, porque biológicamente estamos adaptados a la velocidad a la que nos trasladamos caminando, no más de seis kilómetros por hora. Cuando superamos esa velocidad, empezamos a tener deficiencias”.
Los problemas comienzan cuando el conductor no tiene en cuenta esas deficiencias a la hora de salir a la vía pública, que es cuando asume riesgos innecesarios. “Cuando se conduce bajo los efectos del alcohol, está comprobado que a los 30 segundos de haber ingresado al organismo, se producen cambios neuroquímicos. Por más que la graduación sea menor a los 0,5 gramos permitidos, aun cuando no hay síntomas evidentes, hay cambios”, precisó Planiscig.
En un paso a paso de los efectos del alcohol en el cuerpo humano, detalló: “A partir de 0,10 gramos de alcohol por litro de sangre se afecta la función visual, que es imprescindible; porque el 80 a 90 por ciento de la información llega al cerebro a través de los ojos. Con esta primera habilidad afectada
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