La fuerza federal ya cumplió tres meses de tareas en la Ciudad Capital. Su mirada sobre el narcotráfico. Los vecinos se sienten más seguros, descendió la tasa de homicidios, pero el Estado aún debe garantizar derechos.
Diario UNO |
Gendarmería Nacional comenzó a actuar en la ciudad el 25 de mayo de este año. Su llegada se debió, entre otras cosas, al récord de homicidios que hubo en el departamento La Capital durante 2014. En total fueron 153 asesinatos, superando ampliamente los 116 ocurridos en 2007.
El desembarco de la fuerza federal fue con 304 efectivos que corresponden a la Unidad Móvil Nº 4 General Acha (la fuerza tiene otras cinco con asiento en Rosario, Santiago del Estero, Córdoba y dos en Buenos Aires). A estos uniformados se sumaron otros treinta gendarmes de la Unidad Especial de Procedimientos Judiciales y del Centro de Reunión de Información, que ya estaban trabajando en la ciudad.
En un primer momento, al desconocer el territorio al que llegaron, el despliegue de los operativos era definido en conjunto en reuniones con el Ministerio de Seguridad de la provincia, la Policía y la Municipalidad. Las primeras requisas las realizaron en los accesos a la ciudad y sobre todo en Circunvalación Oeste.
Pero con el correr de los días, Gendarmería también empezó a armar su propia agenda. En base al análisis de la información que cotejaron con las fuerzas locales se definieron algunas prioridades. Por ejemplo, se definió tener presencia prácticamente a diario en los barrios Yapeyú, Santa Rosa de Lima y, sobre todo, en Los Troncos, ya que el 30 por ciento de los homicidios de 2014 se dieron en ese sector de la ciudad. Además, en Alto Verde actúa Prefectura Naval Argentina, que cuenta con 55 efectivos y que recibe el apoyo de Gendarmería para realizar operativos especiales.
El martes pasado, el Ministerio de Seguridad de la Nación organizó una jornada para mostrar a la prensa local cómo trabaja la fuerza federal. El trabajo estuvo coordinado por el comandante Walter Zurita, un hombre que ya tiene 25 años de servicio en la fuerza.
Los gendarmes están instalados en el Batallón de Ingenieros y Anfibios de Santo Tomé, con dos cuadras masculinas y una femenina. Allí montaron el comando que hace de soporte a los efectivos que trabajan en territorio y concentra las comunicaciones.
Presencia en los barrios
Los operativos que realiza la fuerza cuentan con 25 efectivos en el territorio. Mientras que si se coordina un trabajo de saturación en el lugar se cuenta con la presencia del total del tercio de guardia, unos 100 uniformados. De esa manera, Gendarmería logró hacer pie en lugares complicados.
El primer operativo que presenció Diario UNO fue el que se realizó en Santa Rosa de Lima. Los efectivos armaron el dispositivo sobre calle Mendoza y las vías del ferrocarril, al oeste de calle Lamadrid, a metros del Hospital de Niños. Allí se realizó el chequeo de vehículos, aunque no con una lógica de seguridad vial, sino de seguridad ciudadana con eje en los delitos federales como la posesión de drogas y de armas.
La otra parte del desembarco de la fuerza en el barrio tiene que ver con recorrer a pie las calles y pasajes. Para desarrollar esa tarea se dividen en grupos de tres o cuatro uniformados. Esa es la única manera de lograr una presencia que además les permita tener capacidad de acción ante algún delito. “Un hombre solo en una patrulla no tiene posibilidad de actuar. Por eso nosotros disponemos de tres o cuatro efectivos en cada camioneta o salimos a caminar el barrio en ternos o en grupos de cuatro”, describió Zurita.
Pero ni bien comienza la caminata por el barrio los vecinos que se asomaban a las puertas de sus casas comenzaron a volcar a los uniformados sus reclamos que no tenían que ver con la seguridad, sino con contar con cuestiones básicas para vivir. En el caso de Santa Rosa de Lima, los vecinos de Pasaje Gaboto pidieron una conexión segura al servicio eléctrico y a la red de agua potable, además del arreglo de la estrecha calle de tierra que, aseguraron, es intransitable los días de lluvia.
“Nosotros necesitamos que mejoren la calle porque cuando llueve no podemos llevar los chicos a la escuela. Tenemos que salir a Lamadrid y dar toda la vuelta. Además, nos falta la luz y el agua. Acá somos ocho vecinos que estamos enganchados a la misma manguera y tenemos que turnarnos para usar el agua. La seguridad ahora es buena. Antes robaban sobre Lamadrid y pasaban corriendo por acá, cruzaban la vía y se escondían. Ahora eso ya no lo estamos viendo. Anda Gendarmería y la policía pasa con las motos. Eso no me molesta, al contrario, es mejor para mi familia y para los vecinos”, le dijo Mónica a Diario UNO.
La recorrida continuó con un patrullaje de Prefectura por el riacho Santa Fe y el canal de acceso hasta el final del paraje La Boca, en Alto Verde. Al momento de ir camino a los operativos terrestres que se hicieron en ese distrito costero, efectivos de Prefectura hicieron una persecución a pie de tres jóvenes que para escapar tuvieron que abandonar la carga que llevaban.
El seguimiento de los jóvenes finalizó en el pasaje Nº 12, donde se separaron y se les perdió el rastro. En ese lugar confluyen otros pasajes y pasillos y los frentes y los patios de las viviendas ubicadas en ese sitio terminan conformando un terreno de 20 por 20 metros que en su extremo norte es un minibasural. A menos de cinco metros de ahí hay un pasillo que da salida hacia el norte. En ese preciso lugar el 14 de julio pasado asesinaron de un balazo en la cabeza a Damián Rafael Martínez, conocido en el barrio como Chaqui Chan.
El resultado de la persecución terminó con el secuestro de tres plantines de marihuana, dos cigarrillos de marihuana, dos bolsas con contenido vegetal (que se presumía picadura de marihuana) y dos blister de pastillas que fueron secuestrados para su análisis. A simple vista, mucho despliegue para un desenlace con sabor a poco. Pero esa situación marca cuál es la realidad de Santa Fe en cuanto al narcotráfico.
Santa Fe y Rosario
A principios de 2014, los agentes de la Unidad Móvil Nº 4 de Gendarmería tuvieron que acudir de urgencia a Caleta Olivia para intervenir en el conflicto con los obreros petroleros que se extendió por algo más de un mes. Luego fueron enviados a Rosario, donde permanecieron hasta fin de ese año. El siguiente destino que les demandó una estadía importante fue Santa Fe.
El año pasado en el sur provincial Zurita también estuvo coordinando tareas. Fueron cerca de siete meses que le permitieron empaparse de la realidad que vive Rosario y aseguró que hay grandes diferencias con la situación que atraviesa la capital provincial. En ese sentido, señaló que si bien en la ciudad de Santa Fe durante 2014 hubo una tasa de homicidios muy alta, eso no tuvo como origen el crimen organizado vinculado al narcotráfico. La mayoría de los crímenes fueron para dirimir conflictos interpersonales.
En cambio, en Rosario sí se encontró con una mayor organización criminal y un nivel de agresión mucho más elevado. En lo referido al narcotráfico, hay diferencias concretas que sirven para tener una noción de dónde se está parado. En el sur se encontraron con bandas que contaban con una organización que denotaba que su trabajo, con el tiempo, ya había conseguido aceitar ciertos mecanismos de funcionamiento.
Otra de las diferencias es que en Santa Fe no encontraron búnkers de venta de drogas. Aparentemente, por lo que pudo constatar Gendarmería en territorio, en la ciudad hay mucha venta al menudeo y en “kioscos”. Los búnkers son estructuras pequeñas, pero sólidas y muchas veces fortificadas, donde cabe una persona –a la que se denomina soldadito– que está aislada del contacto con la gente. En esas estructuras la transacción se realiza a través de unos agujeros pequeños que prácticamente hasta impiden el contacto visual de vendedor y comprador. En Santa Fe, la venta, por lo general, se realiza en casas de familia donde el comprador toca el timbre y a veces es atendido en la puerta y otras veces se lo hace pasar a algún sector de la vivienda.
Desde la mirada de Gendarmería se desprende que Santa Fe no está en una situación tan grave como la de Rosario, pero está en un estadío previo. Una muestra de ello fue el hallazgo –más por torpeza de los narcotraficantes, que aún se investiga si contaron con apoyo de algunos policías, que por una exitosa operación de inteligencia de las fuerzas de seguridad– de un camión con más de 1.500 kilos de marihuana en Arroyo Leyes, en noviembre de 2014. Si no se frena el avance del narcotráfico, los santafesinos tienen que mirar hacia el sur para saber cómo sigue la película.
Planificar el futuro
El secretario de Seguridad Nacional, Sergio Berni, dijo en medios de Rosario que Gendarmería se quedará en la provincia hasta que haga falta. El gobernador Antonio Bonfatti pidió que al menos sea hasta el final de su mandato y, en diciembre, que lo discutan las nuevas autoridades provinciales y nacionales. Lo cierto es que en algún momento los gendarmes se irán. Por eso, cuando la fuerza federal llegó a Santa Fe vino con dos objetivos que se coordinaron con las autoridades provinciales y locales: por un lado, intentar bajar la tasa de homicidios. Por otro, capacitar a la policía provincial para que cuando los uniformados de verde se retiren, los efectivos locales puedan continuar su tarea.
El primer objetivo en parte, se logró. El gobernador Antonio Bonfatti aseguró en varias notas periodísticas que en el departamento La Capital hubo un descenso del 33% de asesinatos, si se compara el primer semestre de 2015 con el mismo período del año anterior. Es muy difícil saber si solo bastó el accionar de Gendarmería para conseguirlo, o si es un descenso esperable luego de tener una cifra récord como la de 2014. Seguramente hay una multiplicidad de factores que terminan incidiendo.
Para cumplir con el segundo objetivo se necesita tiempo, predisposición y mucho trabajo. Los gendarmes que están patrullando en Santa Fe están especializados en seguridad ciudadana. A partir del trabajo conjunto con las fuerzas santafesinas (trabajan junto a las TOE, la Policía de Acción Táctica y la Comunitaria), vuelcan su experiencia y sus conocimientos.
Una de las preguntas que surge es cómo lograr que una fuerza tenga –o al menos aparente– una mayor presencia en los puntos de conflictividad. En principio, por lo que los vecinos de las zonas intervenidas refieren, Gendarmería lo consiguió con 300 hombres. Su metodología es la siguiente: esos efectivos se dividen en tercios iguales que trabajan 12 horas, descansan la misma cantidad y el tercer turno de doce horas están en apresto (si se los requiere automáticamente quedan activos). Esa rotación hace que las 24 horas haya 100 efectivos trabajando en las calles.
La llegada de Gendarmería aportó cierta tranquilidad a los vecinos de barrios que venían –y que aún siguen– muy golpeados por la inseguridad. Todo granito de arena que aporte a la seguridad de los santafesinos siempre será bienvenido. Pero la presencia de los hombres de verde no es la solución a los problemas de fondo.
Generar la verdadera inclusión de los de los más postergados es una tarea de una inmensidad que hoy parece muy lejos de poder concretarse. Eso demandará el esfuerzo y coordinación del Estado nacional, provincial y local. Planificar el futuro en materia de seguridad también requiere pensar medidas que mejoren las condiciones en las que viven muchos santafesinos para que puedan empezar a desarrollar un proyecto de vida que contemple mayores derechos y oportunidades.
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