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domingo, 26 de julio de 2015

El flamenco rosado halló un hábitat en Santa Fe

Las lagunas saladas de Campo Andino reciben cada vez más ejemplares de esta bellísima especie. Piden proteger el espacio legalmente. Por alguna razón, el flamenco buscó al norte de la ciudad un refugio. Cada vez son más y se calcula que superan los 4 mil.
Diario UNO | 
El flamenco rosado halló un hábitat en Santa Fe
 Una cosa es contarlo y otra es ver y disfrutar de lo que ocurre al norte de Santa Fe, en un lugar que pocos conocen y valoran como uno de los patrimonios naturales más importantes de la provincia y que urge proteger legalmente. Son tres lagunas de agua salada agrupadas en campos privados y en las que habitan miles de flamencos rosados australes, que por alguna razón eligen cada vez más este lugar para invernar y partir luego a la zona precordillerana, para reproducirse y nidificar. Por la historia del lugar, los proteccionistas que bregan por su seguridad lo han bautizado Añapiré (Piel del Diablo), tal como lo llamaban los conquistadores.
“Hace cuatro o cinco años había a lo sumo cien flamencos en estas lagunas. Ahora son muchos más y ya estamos acostumbrados a verlos”, comenta Néstor Moser, presidente comunal de Campo Andino, una población del departamento La Capital de poco más de 500 habitantes, que ya tiene incorporado como parte del paisaje a esa movediza línea rosada en el horizonte, conformada por más de cuatro mil Phoenicopterus chilensis, nombre científico de esta bellísima especie de aves acuáticas.

Fuertes procedimientos
Tanto para el titular de la comisión comunal como para el jefe del destacamento policial local, Ariel Ibáñez, la proliferación exponencial de los ejemplares “tal vez tenga que ver con que hubo procedimientos muy grandes de caza (prohibida en todos sus tipos en el departamento La Capital), porque había una depredación total, disparaban a todo lo que se moviera. Para darse una idea, en el último operativo se juntaron y descartaron varias bolsas grandes con cartuchos. Entonces se corrió la voz de que acá se controla y los cazadores casi ya no vienen”.
Esta tranquilidad y el hecho de no sentirse amenazados por los estallidos de los disparos podrían ser algunas razones por las que estas preciosas aves eligen ir a “engordar” entre abril y septiembre-octubre a Campo Andino, comiendo los pequeños microorganismos llamados “artemias salinas”, que pululan por estas aguas de escasa profundidad y que les otorgan esa particular coloración.

Su hábitat
Los Phoenicopterus chilensis nidifican en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú, mientras que en Uruguay y el sur de Brasil solo es un migrador no reproductivo. Es vagante en Ecuador y en las Islas Malvinas. En Santa Fe, se los puede ver en las lagunas El Bonete, Cueva del Tigre y El Palmar, declaradas como áreas protegidas en el departamento Vera, en el norte provincial, y al sur se encuentran en la laguna Melincué.
“Lo que vuelve único y digno de proteger al fenómeno natural que está ocurriendo con la fauna silvestre en Campo Andino es la densidad y variedad de especies que se produce en un espacio reducido teniendo en cuenta que, de las tres lagunas en cuestión, la más grande tiene solo dos hectáreas y media”, detalló el guardafauna honorario Sebastián Lovera, quien además se desempeña como inspector de Caza y Pesca del Área de Ecología del Ministerio de la Producción.

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