“Si pudiese decidir, elegiría no enfrentar nunca a Unión; mi corazón nunca se fue de ese club”, dijo Frank Kudelka, quien vuelve a pisar el césped que regó de gloria en el 2011.
El Litoral |
Muchas de las cosas que dice Kudelka son grandes verdades. Nadie resiste un archivo y recuerdo, días antes del Mundial de Sudáfrica, cuando Frank Darío demoraba la contestación a la dirigencia de Boca Unidos que le había ofrecido renovar el contrato porque “moría de ganas” de dirigir a Unión. Y cuando le llegó la propuesta no dudó. Se hizo cargo del equipo y logró el ascenso a Primera, iniciando dos años de un gran trabajo que se terminó descascarando luego en el arranque de la tercera temporada de la gestión, con aquellos vaivenes que el hincha de Unión recuerda (su “destitución” un lunes por la noche, el arreglo en aquél martes lluvioso y una relación con el presidente que se desgastó y ya no fue la misma). Armó el actual plantel de Instituto pero se fue, aún con resultados que no eran para nada malos. Luego fue llamado por Huracán para hacerle frente a una situación complicada en el promedio. Pero ahí está Kudelka, a pocas horas de volver a pisar esa cancha que regó de gloria hace poquito más de dos años.
¿Año “movidito”, Darío?
Sí, la verdad que es una temporada que arrancó movida. Armamos un equipo muy bueno en Instituto, pienso que es uno de los mejores de la categoría, pero tuvimos viscisitudes en lo económico e institucional que me obligaron a irme. Luego vino esto de Huracán, que es un mundo lindo, apasionante pero intrincado. Es un desafío, uno más en mi carrera.
Saliste de un lugar complicado y te metiste en otro complicado...
Es que a mí no me fue nunca fácil. No soy un técnico al que las posibilidades le broten por el nombre. Nunca se me abrieron las puertas a partir de un llamado porque no tengo un nombre propio. No es fácil que te llamen y te consideren, al menos para mí. El fútbol de hoy es muy rabioso, complicado, ustedes tienen muestras en Santa Fe y no hay lugares buenos y placenteros. Se dio la posibilidad de un club importante como Huracán y la experiencia de dirigir en capital federal, cosa que nunca había hecho hasta el momento.
En Unión lograste la gloria y te fuiste mordiendo el polvo del fracaso. Cuando el lunes vuelvas a ese estadio, ¿estarás retornando a tu casa o a un lugar que hoy te parece ajeno?
Si yo tuviera la posibilidad de decidir, elegiría no jugar contra Unión. Si pudiese no enfrentarlo en lo que me queda de mi carrera, optaría por eso. Desde lo profesional, es un partido más que no cambiará el amor que siento por el club. Nada va a modificar lo que siento por Unión, mi corazón nunca se fue de ese club. Unión me cobijó como ser humano y profesional, entonces nada cambiará lo que esa gente me hizo sentir.
El tiempo transcurrido desde que te fuiste, ¿acomodó mejor las cosas en tu cabeza y tu sentimiento respecto de lo que pasó en tu relación con los dirigentes?
Lo del sentimiento lo señalé recién. En lo profesional, lo que tenía para decir ya lo expresé en su momento. Y si tuve disidencias, esas personas me dieron trabajo y yo no me olvido de eso. Prefiero quedarme con eso, elegir las cosas buenas y no pensar en lo malo que pudo pasar. Para mí, fueron dos años hermosos y la gente me dio todo lo que un ser humano puede recibir. Prefiero quedarme con esos gestos y no con otra cosa. Yo le dí todo al club, con mis virtudes y con mis defectos. No cuestioné ni le eché culpas a nadie y sólo tengo palabras de agradecimiento con todos.
¿Tenés algo que decirle a Spahn?
No, en absoluto. Vuelvo el lunes a mi institución, porque nací en Santa Fe y transité mi carrera queriendo ser un profesional sin tener un nombre como futbolista. Recorrí canchas y clubes para ver y crecer, para observar entrenamientos y aprender. Y Unión me obligó a enamorarme del club, por eso prefiero quedarme con las cosas buenas. Unión me dio trabajo cuando no lo tenía y me dio alegrías cuando no las tenía. Por eso no tengo lugar ni para el rencor ni para las broncas.
En tu fuero íntimo, ¿te sentís responsable de lo que pasó?
Hasta el quinto partido del campeonato sí, pero después ya no. Es muy fácil hablar de otros, después, para sacarse de encima alguna responsabilidad. El sentido común decía que yo no tenía que seguir en Unión cuando nos salvamos del descenso al final del primer año en Primera. Muchos me preguntan por qué seguí y yo les digo que por amor a la institución, porque no especulé en nada. Podría haberme ido y lo hacía con toda la gloria, pero me quedé y no me arrepiento. ¿Te acordás del partido con Estudiantes?... La gente coreaba mi nombre, Verón me vino a saludar a mí, que no era nadie en el fútbol, no tenía nombre. Si me iba en ese momento, lo hacía con toda la gloria... Pero yo no le tenía miedo al intento... Mis amigos me decían que me fuera y no entendían que yo no me iría nunca de esa institución.
¿Está bravo el fútbol argentino?
Es un fútbol complicado, extremo, rabioso, sos un genio un día y un fracasado al otro día, y yo no soy así. Los fracasos no dependen de un resultado deportivo, el éxito o el fracaso van de la mano de las actitudes ante la vida. Esa es mi filosofía.
¿Sentís un cosquilleo especial?
Estoy volviendo a mi tierra, para ver a mi gente, a la que quiero y no olvido. Es mi casa y así me voy a sentir el lunes.
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