Es una tendencia que se afianza desde hace tres años. Reservan mesas en bares y cantinas donde no deben faltar el baile y los shows.
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Rosario ya se sumó a una tendencia mundial que va en crecimiento: las fiestas de divorcios. En una sociedad en la que pocas cosas sorprenden, celebrar las separaciones se afirma como cuestión cada vez más frecuente. Las reuniones se dan en restaurantes, bares o cantinas preparados para divertirse en grupo y son las mujeres las que más acuden, en compañía de amigos y familiares. En general, según los encargados de estos comercios, 40 es la edad promedio de quienes deciden disfrutar de este modo la "liberación de la pareja".
Ya son varios los países que suman entre sus celebraciones este tipo de encuentros. En Estados Unidos, Japón e Inglaterra, los divorciados no quieren privarse de su festejo.Y hasta incluyen todos los condimentos tradicionales: lista de invitados, planificación del catering, contratación de un servicio de fotografía, regalos y souvenirs. En Rosario, sin embargo, la idea es reunirse, cenar y divertirse con baile y algunos shows. No faltan los disfraces eróticos y, en algunos casos, strippers. De esta manera, lo que comenzó con una fiesta termina, a la hora de la ruptura matrimonial, de la misma manera.
Entre los sitios elegidos de la ciudad, El Paso Sport (Pellegrini y Paraguay) tiene "una o dos" fiestas de este tipo por mes, según contó su propietario, Mauricio Jurado. Es que, a la hora de promocionar el salón, la empresa no obvió esta tendencia y la propone como posibilidad para captar clientes. "Si bien cuando recibimos llamados para reservas no preguntamos el motivo de la reunión, durante la cena escuchamos que hay gente, especialmente mujeres, que vienen a festejar los divorcios", relató el comerciante.
Al salón, ubicado en la planta alta del restó bar, asiste un 80 por ciento de mujeres y un 20 de hombres, por lo tanto Jurado asumió que, en el caso de los divorciados, puede darse la misma relación. Este panorma se viene presentando "desde hace unos tres años. Antes ni se escuchaba hablar de una fiesta de separación de parejas", puso de manifiesto el dueño del local.
Uno de los propietarios de Juan de la Cosa (Rodríguez y Güemes), Sergio García, admitió la tendencia: "No pregunto a qué vienen los clientes, pero muchas veces vi que se festejan divorios".
Entre tantos lugares, que incluyen reuniones privadas en domicilios particulares, hay un sitio donde las mujeres se sienten liberadas en un clima de jolgorio total. Es el Golden, de Mitre al 1539. Referentes de ese reducto, explicaron a LaCapital que "ellas están realmente zafadas y, si toman alcohol, es impresionante lo que pueden llegar a hacer". Un representante del local destacó que "en determinado momento el festejo es social, generalizado". Se enloquecen y gritan de una mesa a la otra al enterarse de que hay más chicas o señoras presentes por la misma celebración. Entonces, "llega el show de strippers y se desenfadan a full", relataron.
Allí, las mesas de quienes festejan están conformadas por familiares y amigos. "Hasta las abuelas concurren. Mujeres de 70 años participan sin pudor", detallaron.
Condimentos. Desprejuiciadas, "las chicas llevan artículos de sex shops", aclararon a la hora de responder si los asistentes suman condimentos. Uno de los referentes del negocio de Mitre al 1500 está convencido de que las fiestas de este tipo siempre existieron, pero puertas adentro. Hoy, en cambio, "hay mayor visibilidad", dijo.
Por otro lado, en Rojo Bar (Riobamba y Necochea), su dueño, Rodi Scampino, puso de manifiesto que allí acuden tanto hombres como mujeres. "Días pasados había una mesa de abogados de entre 40 y 50 años festejando un divorcio", contó. Y cuando se exterioriza una reunión así, la gente aplaude al agasajado, como destacando la valentía de haberse librado de un peso. Frases como "me la saqué de encima", se escuchan toda la noche.
En medio del show, sostuvo Scampino, los animadores hacen preguntas y ellas también confiesan: "Ahora sí voy a tirar la chancleta".
La cantina La Cautiva (Presidente Perón y San Nicolás) también se convirtió en un clásico para este tipo de celebraciones. "Se festejan divorcios, separaciones y nuevos amores. Los parroquianos lo manifiestan sin vergüenza y hasta vienen disfrazados. Es algo que, cuando lo contás te miran con sorpresa, pero para nosotros se convirtió en muy común", subrayó Agustín Demartini. Conocedor de estas fiestas que muchos fines de semana suelen ser rutinarias, afirmó además que se trata de una cuestión que se viene dando desde hace unos tres años. "El otro día vino una señora disfrazada de Moria Casán. Decía que volvió a ser libre y sus amigas la agasajaron con una torta erótica. Las chicas se muestran muy divertidas en mesas de entre 15 y 20 personas. La idea es bailar con la música de las orquestas. Acá, a diferencia de otros espacios, se impone la cumbia santafesina", detalló.
Episodios morbosos
Los responsables de los locales donde se realizan estos encuentros grupales llegan a asombrar con las anécdotas que fueron guardando con el correr del tiempo. En Rojo Bar no han faltado festejos relacionados con la viudez. Hace algunos meses una mujer de unos 70 años dijo sin tapujos que iba con sus amigos a celebrar el fallecimiento de su esposo. Y hasta lanzó frases irreproducibles en "recuerdo" del hombre que murió.
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