Griselda Orellano y Ramón Vallenari recibieron como familia solidaria a una beba cuando tenía cuatro meses. Después de increíbles peripecias durante dos años fue entregada por una jueza a otra pareja. Esperan una solución judicial.
.
Griselda Orellano se empeña en evitar el llanto, pero le cuesta. "No pensaron en la nena", dice una y otra vez sobre la Dirección de Niñez de la provincia y la jueza de familia Alicia Galetto. A esa nena, el 18 de julio de 2011, cuando la niña tenía cuatro meses, la alojaron como familia solidaria junto a su marido, Ramón Vallenari. Con ellos aprendió a caminar y a decir las primeras palabras. Jugaba y sonreía como cualquier niña. Un año después, en agosto de 2012 y sin mediar siquiera un informe ambiental --según asegura Griselda--, la Dirección provincial decidió que la nena debía volver con unos tíos, que forman parte de la familia ampliada. Así se hizo en septiembre del año pasado, pero Griselda y Ramón seguían viendo a la nena, hasta que el 13 de enero, el tío que la tenía en guarda los echó. Desde entonces, no volvieron a verla. Griselda está desesperada porque la jueza decidió darla en adopción a otra pareja --siendo que ellos estaban anotados hacía 15 años--. A la espera de una respuesta al pedido de nulidad y revocatoria que presentaron para que se revea la decisión judicial, Griselda y Ramón Vallenari se movilizarán el martes, a las 9, a Tribunales. "No lo vamos a dejar así, vamos a seguir luchando por la nena", promete una y otra vez Griselda, empeñada en subrayar que las autoridades desconocieron más de una vez los derechos de la nena.
La Dirección Provincial de la Niñez es la autoridad de aplicación de la ley provincial 12967. En el artículo 50, esa ley indica con claridad que las medidas excepcionales, como es la de entregar una niña a una familia solidaria, no pueden exceder los 90 días. Y que pasado un año y medio, se deben tomar medidas definitivas. La ley es taxativa en la necesidad de buscar que la familia ampliada de la niña o el niño se haga cargo. Pero en este caso, los tíos lo hicieron a regañadientes, según le habían comentado a Griselda y Ramón, y pudo verse con el desenlace. "Nosotros estamos de acuerdo con el afán de que los niños estén con sus lazos familiares, pero esta gente siempre manifestó que no quería hacerse cargo", implora Griselda.
En agosto de 2012, la Dirección de Niñez resuelve la revinculación de la nena con la familia biológica. Griselda y Ramón recurren a la justicia, porque piden tiempo para que la nena conociera mejor a sus tíos. El 14 de septiembre, la niña va a vivir con sus tíos, a Villa Gobernador Gálvez. Durante algunos meses, Griselda y Ramón mantienen el contacto, van a visitarla e incluso la llevan algunos días por semana a la casa. En noviembre, la nena es bautizada de acuerdo con el culto evangélico de sus tíos. Griselda y Ramón son elegidos padrinos. El 13 de enero, el tutor de la niña echó a la pareja y cortó todo vínculo. Griselda y Ramón recurren a la jueza, para que intervenga. "Nadie hizo nada", aseguró la abogada de la pareja, María Laura Schiffino. Lo peor recién empezaba. El 5 de marzo, el director de Niñez, Lautaro D\'Anna informa en el expediente judicial a cargo de Galetto que los tíos no quieren tener más a la nena. Nada más se mueve hasta el 15 de mayo, cuando el jardín de infantes al que concurre la niña denuncia una situación de descuido y maltrato, corroborada por informes médicos, que constatan moretones y rasguños. "Es muy grave que no le hayan hecho lugar a esta denuncia por maltrato. ¿A quién le importa la nena?", pregunta Griselda. El 5 de julio, la misma Dirección de Niñez entrega a la niña a una segunda familia solidaria. Después de este periplo, que cualquier persona puede advertir como lesivo para una niña de menos de dos años, la jueza Galetto declara la adoptabilidad de la chiquita.
Y ahí empieza la segunda parte de una historia que a Ramón y Griselda les parece una pesadilla. Es que la jueza Galetto le pide los legajos de pretensos adoptantes al Registro Unico de Aspirantes a Guardas Adoptivas (Ruaga), que conduce Santiago Lemos. La pareja de Griselda y Ramón está anotada hace 15 años, y están primeros en la lista, pero "no para este caso", informaron las autoridades. El argumento es que son grandes, ya que Griselda tiene 55 años. No los tenía cuando se anotó. Y tenía 53 cuando se hizo cargo de la niña en cuestión. Griselda no entiende por qué los marginan. "No sabemos si es por represalia ya que nos negamos a entregar la nena de inmediato cuando lo decidieron o por qué", dice Griselda, decidida a seguir peleando. Galetto decidió que la nena fuera adoptada por otra familia, y firmó la sentencia de adopción. En este momento, la nena tiene contacto diario con su nueva familia, la quinta en sólo dos años de vida.
Por eso, Griselda y Ramón, patrocinados por Schiffino, presentaron un recurso de nulidad y revocatoria de la resolución de Galetto el 16 de septiembre pasado. "Hasta ahora no tuvimos respuesta, voy a tener que presentar un pronto despacho", apunta Schiffino, consciente de que el tiempo apremia. Por todo eso, la familia solidaria se movilizará nuevamente a Tribunales este martes, a pedirle a la jueza Galetto que "piense en la nena".
No hay comentarios:
Publicar un comentario