La víctima tiene 16 años, cursa el tercer año, y fue sorprendido por ocho adolescentes que lo golpearon y le provocaron cortes con armas blancas.
Un alumno del tercer año de la Escuela de Educación Técnica Profesional Manuel Belgrano fue víctima de un brutal ataque perpetrado por ocho adolescentes. Todo ocurrió en la intersección de las calles Moreno y 4 de Enero, a metros de su establecimiento, aproximadamente a las 18 del pasado miércoles.
Lautaro, de 16 años, sufrió politraumatismos y un profundo corte en la frente, por el que le colocaron cinco puntos de sutura en el Hospital Cullen.
Según su propio testimonio, el estudiante no tenía clases esa tarde, pero llegó hasta la escuela para buscar a un amigo. Ambos se retiraron caminando del lugar, pero al llegar a la mencionada esquina se toparon con una “patota” de ocho muchachos.
“Uno me empezó a recriminar que yo había atacado a alguien. Creo que me confundieron con otra persona.
Comenzamos a pelear y entonces se metieron los otros. Cuando ví que tenían ‘chuzas’ traté de escaparme, pero me patearon y me hicieron caer dos veces. Me pegaron y me cortaron, pero pude llegar hasta la escuela. No tengo idea de quiénes eran esos chicos o qué problema tenían”, relató esta mañana Lautaro.
“En el establecimiento, me ayudaron los profesores. Me atendieron hasta que llegó la ambulancia del 107. Entonces, me trasladaron al Hospital Cullen, donde quedé dos horas y media más o menos. Me cosieron y después me dieron de alta”, recordó el joven, que vive con sus padres en barrio 21 de Octubre, en la zona norte de la ciudad.
Según algunos testimonios recogidos en la escena, los agresores serían alumnos de un establecimiento educativo cercano, también de la zona céntrica.
"Si la sociedad no ayuda"
Raúl Roldán es director de la Escuela Belgrano, que brinda servicio educativo a cerca de mil alumnos. Esta mañana, se mostró preocupado por lo sucedido. “Estamos en medio de un marco social complicado. La sociedad está mal. La mayoría de las personas se siente mal, se siente agredida. Hay insultos, hay robos. Y eso indudablemente se traslada a la escuela. La escuela se esfuerza por educar, inculcar valores, pero hay muchas cosas que atentan contra eso. Los muchachos están presionados por una cultura en su barrio, en la televisión, que les muestra el facilismo de las cosas, les muestra que te podés salvar sin el esfuerzo o el estudio. Eso es difícil de revertir”, manifestó esta mañana.
“Los estudiantes sufren agresiones en las afueras de la escuela -agregó-. En especial a la siesta o al mediodía, cuando vienen o se van. Les roban el celular o la mochila o la plata para el colectivo. Son hechos frecuentes en la zona. Esto atañe a la escuela, porque pasó afuera, pero es un alumno, y uno debe hacerse cargo. Incluso a la salida. En realidad es un tema para tratar entre todos. La escuela hace un gran esfuerzo, pero si la sociedad no acompaña, se torna todo muy difícil.
“En el establecimiento tenemos un equipo de gente que constantemente se pone en acción ante el surgimiento de algún conflicto. Psicopedagogos y preceptores hacen tareas de prevención. Ante un problema, citamos a los padres, hablamos con los chicos, hacemos actividades que mejoren la relación. Nos ocupamos del tema, para que no pase a mayores”, concluyó.
Lautaro, de 16 años, sufrió politraumatismos y un profundo corte en la frente, por el que le colocaron cinco puntos de sutura en el Hospital Cullen.
Según su propio testimonio, el estudiante no tenía clases esa tarde, pero llegó hasta la escuela para buscar a un amigo. Ambos se retiraron caminando del lugar, pero al llegar a la mencionada esquina se toparon con una “patota” de ocho muchachos.
“Uno me empezó a recriminar que yo había atacado a alguien. Creo que me confundieron con otra persona.
Comenzamos a pelear y entonces se metieron los otros. Cuando ví que tenían ‘chuzas’ traté de escaparme, pero me patearon y me hicieron caer dos veces. Me pegaron y me cortaron, pero pude llegar hasta la escuela. No tengo idea de quiénes eran esos chicos o qué problema tenían”, relató esta mañana Lautaro.
“En el establecimiento, me ayudaron los profesores. Me atendieron hasta que llegó la ambulancia del 107. Entonces, me trasladaron al Hospital Cullen, donde quedé dos horas y media más o menos. Me cosieron y después me dieron de alta”, recordó el joven, que vive con sus padres en barrio 21 de Octubre, en la zona norte de la ciudad.
Según algunos testimonios recogidos en la escena, los agresores serían alumnos de un establecimiento educativo cercano, también de la zona céntrica.
"Si la sociedad no ayuda"
Raúl Roldán es director de la Escuela Belgrano, que brinda servicio educativo a cerca de mil alumnos. Esta mañana, se mostró preocupado por lo sucedido. “Estamos en medio de un marco social complicado. La sociedad está mal. La mayoría de las personas se siente mal, se siente agredida. Hay insultos, hay robos. Y eso indudablemente se traslada a la escuela. La escuela se esfuerza por educar, inculcar valores, pero hay muchas cosas que atentan contra eso. Los muchachos están presionados por una cultura en su barrio, en la televisión, que les muestra el facilismo de las cosas, les muestra que te podés salvar sin el esfuerzo o el estudio. Eso es difícil de revertir”, manifestó esta mañana.
“Los estudiantes sufren agresiones en las afueras de la escuela -agregó-. En especial a la siesta o al mediodía, cuando vienen o se van. Les roban el celular o la mochila o la plata para el colectivo. Son hechos frecuentes en la zona. Esto atañe a la escuela, porque pasó afuera, pero es un alumno, y uno debe hacerse cargo. Incluso a la salida. En realidad es un tema para tratar entre todos. La escuela hace un gran esfuerzo, pero si la sociedad no acompaña, se torna todo muy difícil.
“En el establecimiento tenemos un equipo de gente que constantemente se pone en acción ante el surgimiento de algún conflicto. Psicopedagogos y preceptores hacen tareas de prevención. Ante un problema, citamos a los padres, hablamos con los chicos, hacemos actividades que mejoren la relación. Nos ocupamos del tema, para que no pase a mayores”, concluyó.
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