El presidente encargado Nicolás Maduro y el opositor Henrique Capriles se disputan casi 19 millones de votos. Se trata de la primera elección en 14 años sin el líder bolivariano.
La campaña que culmina con la votación de este domingo 14 de abril fue histórica por varios factores. Primero, fue la más corta de todas. Fue absolutamente desigual -por los recursos de unos y otros- pero, lo más relevante es que se trata de la primera contienda en 14 años sin Hugo Chávez.
La muerte del líder bolivariano el último 5 de marzo cambió el panorama político y abrió las puertas para un nuevo escenario. Ya nada será igual a partir del lunes 15 de abril. Hasta el mismo 14, el fallecido presidente sigue presente. Luego de los resultados, comienza una nuevaVenezuela.
No importa quién resulte ganador, no estará el líder que lograba mantener unido al divididoPSUV o inspiraba respeto -por no decir temor- en la oposición, que aprendió con los años –y varias derrotas- que nada podía hacer si no se unía frente al adversario \'rojo, rojito\'.
Un total de 39.322 mesas electorales en más de 13.810 centros de votación estarán habilitados para que exactamente 18.903.143 venezolanos puedan ejercer ese derecho en este país de 29 millones de habitantes. Quien resulte ganador culminará el periodo de gobierno 2013-2019 que debió iniciar Chávez el 10 de enero, tras ser reelecto el 7 de octubre con 55% de los votos, frente a 44% de Capriles.
La jornada electoral se presenta compleja. Se respiran aires tensos en Venezuela. Como siempre, en cada contienda, los supermercados fueron la visita obligada en los últimos dos días. Todos, unos y otros, temen que no se pueda pisar la calle por un tiempo y por eso acuden por provisiones.
Si el análisis sólo tuviera en cuenta los comicios donde sí participó Chávez, entonces el panorama sería más optimista: siempre se habló de violencia en esas batallas electorales, pero finalmente nada ocurrió.
Sin embargo, en esta oportunidad un cúmulo de factores confluyen para que el optimismo pierda terreno. Además de la ausencia del “Comandante” hay una realidad inocultable. Maduro fechó los comicios a su comodidad, sabía que la memoria y el recuerdo de Chávez bastaban para encarar la campaña. Pero no contaba con la fuerza del joven candidato opositor que se cargó al hombro la recorrida por el país y desató pasiones.
Cuando se fijó el calendario electoral, la diferencia entre Maduro y Capriles superaba los 18 puntos. Hoy, esa brecha se redujo considerablemente hasta provocar a un devenir incierto.
En esta campaña ‘express’ todo cambia rápidamente. Los encuestadores revisan sus números día a día. Maduro desciende en los sondeos y Capriles avanza. Eso no necesariamente marca una derrota chavista, sino más bien augura profundos cambios una vez instalado el nuevo gobierno.
El opositor cuenta con un piso de votantes que le otorgó el 44% de los sufragios frente a Chávez en octubre. Una vez conocida la derrota, la intención de votos del Gobernador de Miranda cayó, pero en estos días supo revertir el sabor amargo de los antichavistas y reavivó la voluntad de participación.
Maduro, cuenta con un núcleo duro de militantes que lo seguirán este domingo. Pero no es Chávez. En los últimos actos de campaña, ni siquiera fue el Maduro que el pueblo venezolano supo conocer. En un intento forzado por entrar en el corazón de los militantes, se dio un fenómeno rebote: muchos chavistas no votarán por Maduro. Atención, tampoco lo harán por Capriles.
Y es aquí donde interviene “el tercer candidato”, el que definirá el futuro: el abstencionismo, que decidirá entre tres escenarios posibles.
El primero, un triunfo del chavismo similar al de octubre, por 10 puntos. En este caso, se habría activado a la perfección la tradición chavista del “remolque”. El aparato del PSUV puede perfectamente garantizar los votos a través de favores o presiones. ¿De qué depende? De que la interna del partido quede de lado para cumplir con el deseo del bolivariano.
El segundo, marcaría una discreta victoria de Maduro, por unos 5 puntos o menos. En ese caso, Capriles aún resultaría más que bien de la contienda. En menos de un mes, habrá logrado reducir la brecha del 18%.
El de la hazaña sería un triunfo cerrado de Capriles. En este hipotético desenlace los resultados se demorarían y sí podría existir algún tipo de violencia.
Ambos aseguran que reconocerán los resultados. Sin embargo, si la definición está ajustada, ninguno de los dos los respaldará rápidamente. Tendremos que esperar los tediosos recuentos y la posibilidad de trampas.
Capriles aceptó su derrota demasiado rápido en octubre. Aún se lo reprochan los antichavistas más radicales. Maduro, necesita una diferencia considerable si pretende controlar el ala militar del partido que no lo mira con buenos ojos. Tiene que validar en las urnas la confianza que le dio Chávez y así garantizarse algún tiempo de tranquilidad.
Lo único que es seguro, es que Venezuela cambiará a partir del 15 de abril. Hasta hoy, sólo contuvo la respiración.
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