Una joyería que funcionaba en Casilda fue clausurada al no contar con habilitación municipal y comercializar artículos que serían robados o de dudosa procedencia.
La Capital |
Una joyería que funcionaba en Casilda fue clausurada al no contar con habilitación municipal y comercializar artículos que serían robados o de dudosa procedencia.
El hecho es consecuencia de un allanamiento ordenado por el Juzgado de Instrucción de Casilda que derivó en el secuestro de alhajas de oro y otros metales por un monto superíar a los 50 mil pesos.
Durante el procedimiento cumplido por personal de Unidades Especiales de la UR IV de policía local, además fue demorado el titular del comercio ubicado en Buenos Aires 2522, Carlos R, quien se encuentra en libertad.
"La jueza Cristina Pecoraro dispuso el allanamiento del comercio al tomar conocimiento de que municipio estaba a punto de clausurarlo, lo que posibilitó la incautación de joyas", explicaron fuentes judiciales. También trascendió que el propietario de la joyería Diamond CR tendría un frondoso prontuario entre 1993 y 2012 vinculados a delitos contra la propiedad. Las versiones contabilizan al menos 17 hechos delictivos.
El propietario del comercio no habría podido mostrar facturas por la compra de los objetos, por lo que se supone que se trataría, en parte, de mercadería robada o proveniente del mercado clandestino. Carlos R. habría asegurado estar inscripto en la Afip, por lo que la Justicia dispuso hacer las constataciones para comprobar sus dichos y chequear si cumplía con sus obligaciones tributarias.
Reconocimiento. El caso generó repercusión en Casilda y ya se presentaron ante la policía víctimas de robo que habrían reconocido como propias joyas incautadas.
Si bien el hecho se produjo hace algunos días, aún ocupa un lugar de importancia en la opinión pública ya que, a modo de humorada o de análisis crítico. el tema ofrece bastante tela para cortar. Hasta la magistrada actuante expresó el asombro que le causó la particular historia de este hombre con antecedentes policiales convertido repentinamente en joyero. "Eligió un negocio muy difícil", le habría dicho irónicamente la magistrada al imputado mientras le tomaba declaración.
"Ahora dónde vamos a ir para comprar joyas más económicas", preguntó graciosamente un vecino a este cronista en los pasillos de Tribunales. Pero aún más ingenioso fue otro casildense que al enterarse del caso ya imaginó escribir una historieta titulada "El ladri devenido en joyero".
Carlos R, de 32 años y con domicilio en Pasaje Público al 4.600, vendía sus joyas de dudosa procedencia en un local sin habilitación municipal, aunque la estaba tramitando, según declaró en Tribunales. Quienes allí compraron ignoraban que estaban beneficiando involuntariamente una presunta actividad delictiva.
Algunas versiones indican que mientras estuvo preso se volcó al evangelismo, lo que le posibilitó ya en libertad hacer nuevas relaciones sociales. Así habría conocido "gente de Rosario" que lo habría asesorado y ayudado para poner el local de venta de joyas.
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