viernes, 16 de marzo de 2012

NAC. A 20 años del atentado a la embajada de Israel, no hay ningún detenido

Sólo hay un sospechoso con pedido de captura internacional. Renovado reclamo de justicia. Como hace 20 años, la sirena en la calle Arroyo al 910 volverá a sonar. Pero esta vez, para recordar que ya pasaron dos décadas del brutal ataque terrorista contra la embajada de Israel, en el que murieron 29 personas y cuyos autores nunca fueron encontrados.

 


La investigación del ataque a la embajada, llevada adelante por la Corte Suprema , no arrojó detenidos ni juzgados concretos hasta ahora, más allá de una condena genérica a la organización terrorista proiraní Jihad Islámica.

De los dos sospechosos que son buscados por el atentado, uno de ellos murió hace dos años. Se trataba de Imad Fayez Mugniyah , uno de los terroristas más perseguidos en su momento por el FBI, que falleció en 2008 en Damasco. El otro, Samuel Salman el-Reda , es un colombiano de origen libanés, casado con una argentina, sospechoso de ser el coordinador local de atacar nuestro país.

Desde el inicio de la causa, la investigación estuvo a cargo de la Corte Suprema por tratarse de una representación diplomática acreditada en la Argentina. Asumiendo la instrucción en ese entonces su presidente, Ricardo Levene (h), que se alejó en 1995.

Los peritajes ordenados por la Corte sostuvieron que el ataque fue cometido con un coche bomba, aunque otros sostenían la teoría de la explosión que fue finalmente descartada.

Cinco años después, la Corte Suprema le encomendó la investigación a Esteban Canevari, secretario penal del máximo tribunal argentino. La Corte determinó que el atentado fue producido por un coche bomba y que la República Islámica de Irán era la responsable política del ataque.

A partir de allí se dijo que había sido coordinado por Mugniyah. Esto último concordaba con los comunicados distribuidos en Beirut por Hezbollah tres días después del atentado y con el descubrimiento de que el vehículo utilizado como coche bomba había sido comprado con dólares estadounidenses que tenían una marca de las casas de cambio de la ciudad de Biblos, en El Líbano.

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