El asesinato de Roberto Cavalli parece un encargo a sicarios, similar a otros ocurridos en esta ciudad desde la muerte del Fantasma Paz, con el que comenzó la brutal escalada. Un auto robado con el que se manejaban, pone la lupa sobre la connivencia policial.
Rosario 12 |
El fiscal Rafael Coria que investiga el asesinato de Roberto Cavalli, acribillado de seis disparos en Sorrento y Circunvalación, espera que la testigo principal del crimen aporte datos que ubiquen al matador. Se trata de Romina Fernández, esposa de Cavalli, ligado a la banda de Los Monos y cuñado de Andrés "Gitano" Fernández, hermano de la mujer. El Gitano está preso por conducir el auto desde el que asesinaron a Diego Demarre, dueño del boliche donde fue ultimado Claudio "Pájaro" Cantero. "Cuñado" era justamente el apodo con el que conocían a Cavalli, ya que era la palabra con la que se dirigía a todos su intercolutores. La joven mujer, que está embarazada, recibió una lesión menor y ahora el fiscal espera indagarla tras su recuperación por el shock al que fue sometida.
El otros punto en el que se esperan buenas nuevas es en las grabaciones de las cámaras de seguridad de la zona, que tomaron el momento del crimen a unos cien metros de distancia, por lo cual personal técnico del 911 trabajaba para ampliar las mismas. En ellas se ve claramente a un hombre de entre 25 y 30 años dispararle al conductor del Clío en seis oportunidades. Lo cierto es que gran parte de los pesquisas, apuestan ahora a dar con el vehículo en el que se manejaba el sicario: un Peugeot 207 color negro, robado en febrero de este año en General Lagos.
También se apuesta a ubicar mediante las mismas grabaciones a los conductores de otros vehículos que observaron la sangrienta escena, varios de los cuales llamaron además al teléfono de emergencias. Según afirmaron a este diario los investigadores el vehículo Renault Clío no era de su propiedad, sino prestado. Esta persona ya fue contactada para ser interrogada. Sin embargo los pesquisas se sorprendieron porque entre sus pertenencias Cavalli tenía cinco o seis tarjetas verdes de distintos vehículos, algo bastante inusual.
Cabe destacar que las sospechas se dirigen en al menos dos direcciones: que Cavalli haya sido liquidado por la decisión de un jefe narco encarcelado en el último año, tal vez motivado porque la víctima se despegara de sus grupo original, o bien que haya caído bajo el plomo de otra banda que en esta ciudad cobra para "permitir" que se concreten ilícitos diversos que generan buenos dividendos. Justamente la muestra del poder de fuego de esta banda -que no lleva adelante esos mimos negocios como el narcotráfico- es demostrar cuál es el costo que se paga en caso de negarse a pagar las cifras que imponen a sus interlocutores. Justamente el nombre de algunos de los sicarios de este grupo aparecen mencionados en varios de los más sonados crímenes del mundo del hampa local, ocurridos en al menos los últimos dos años. Sin embargo su impunidad es más que llamativa: pudieron circular con un auto robado en febrero hasta estos días. De confirmase esta autoría, nadie podría negar que la banda tiene una pata policial arreglada para seguir actuando.
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