Lo dice Javier Juan Zilli (68) dueño de la estación de servicios JJZ, de Peñaloza y Ángel Cassanello. Termina de sufrir el robo número 40.
“Me siento absolutamente desprotegido, al igual que mis empleados que viven con miedo”, dijo el empresario.- Foto:Danilo Chiapello
Danilo Chiapello
dchiapello@ellitoral.com
Se lo nota cansado a Javier Juan Zilli (68). Pero no es el cansancio que deja una práctica deportiva. Es la fatiga de quien nada contra la corriente; del que golpea puertas que nunca se abren, de quien grita pero jamás es escuchado.
Y si hablamos de escuchar, Zilli es una voz autorizada en materia de estaciones de servicio. Tiene 54 años de desempeño en el rubro.
Por estos días Zilli atraviesa el momento más crítico de su extensa trayectoria. Su negocio (ubicado en la intersección de Avda. Peñaloza y Ángel Cassanello) termina de sufrir el asalto N° 40 .
Ya acorralado por la delincuencia, el empresario tuvo que tomar decisiones drásticas. Primero su estación JJZ dejó de atender a la noche. Luego los domingos a la tarde. Sin embargo los robos no cesaron. Para colmo de males, la guardia policial que custodiaba el comercio le fue retirada. Entonces Zilli quedó al borde del abismo.
</SUBTITULO>Un calvario
</TEXTO>“Debido a la gran cantidad de robos que sufrí, yo tenía un servicio ordinario de seguridad. Pero de tanto en tanto lo sacan, lo vuelven a poner, en fin... según el humor del ministro que esté de turno. Lo cierto es que es automático. Apenas sacan el guardia, me asaltan”, dijo hoy Zilli sentado en el living de su casa en barrio Mariano Comas.
“En su momento hablé con el jefe policial Medina quien me dijo que la única solución para mí, era una guardia policial permanente. Me colocaron el servicio y tuvimos paz y tranquilidad durante mucho tiempo.
Pero cuando entró esta nueva cúpula policial de Vergara y Fernández, me lo vuelven a sacar. Yo fui a hablar con Fernández y el me contestó que el ministro no quiere que haya más servicios ordinarios. Le expliqué el riesgo de mi situación y me pidió 15 días.
Cuando nos volvimos a comunicar me reiteró la negativa del ministro. Entonces le dije que si a mí me llegaba a ocurrir algo yo lo iba a hacer responsable al ministro y a la provincia del daño ocasionado. Además con la firme posibilidad de cerrar la fuente de trabajo.
Me están llevando hasta el límite. Ya cerrando de noche y los domingos a la tarde, tuve que despedir a dos empleados.
</SUBTITULO>El último robo
</TEXTO>“La cuestión es que ayer estaban atendiendo a unos cuatro clientes que estaban cargando combustible. Cuando uno de los chicos va hasta el mostrador para hacer la factura, un pibe lo sigue. Primero le preguntó por unos aceites y acto seguido sacó un arma y le ordenó que entregue la plata. ‘Dame la billetera y lo de la caja’, le dijo.
“A todo esto uno de los clientes advirtió la situación y le dice al otro playero: ‘mirá que están asaltando a tu compañero’. Entonces se comunicaron con el 911. Pero finalmente el delincuente escapó a la carrera y se internó en la villa”.
</SUBTITULO>Críticas
</TEXTO>“Hace poco el Sindicato y la Cámara de Expendedores expresaron públicamente su conformidad por la vigilancia que había en las estaciones de servicio. A mí ni el Sindicato ni la Cámara me consultó sobre el tema. Yo me comuniqué con ellos y les dije que eso es mentira. Yo me siento absolutamente desprotegido, al igual que mis empleados que viven con miedo”.
“Veo cosas que están muy mal. Creo que hemos retrocedido varios pasos. Mi estación está en una ‘zona roja’ y no cuenta con vigilancia. También desapareció el servicio de los policías ‘caminantes’ y se ve muy poco patrullaje. Pero ayer me di una vuelta por la Avda. López y Planes y en menos de 3 cuadras conté 6 policías. Había dos por cuadra. Entonces la cosa es para algunos muchos y para otros nada.
“Yo lo que quiero es que a mí me den una seguridad permanente. Si no tengo que cerrar. No lo voy a hacer mañana, ni pasado, porque no es tan sencillo cerrar un negocio. Pero pido por favor que me devuelvan la tranquilidad para poder trabajar”, sentenció.
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