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domingo, 14 de septiembre de 2014

"No estamos pensando en retirar a la Gendarmería de Rosario"

La Ministra de Seguridad de la Nación, María Cecilia Rodríguez, dijo que cuando se produzca alguna forma de retiro, será previamente coordinado con la provincia y el municipio. Desde que en diciembre pasado sucediera en el cargo a Arturo Puricelli, Rodríguez maneja una agenda caliente.
La Capital | 
 Ya se acostumbró a que su agenda de trabajo, febril e impredecible, la empuje a terminar el día a cualquier hora. Un corte de ruta, un asalto a un famoso, un tiroteo céntrico. Todo episodio de inseguridad que tome visibilidad mediática tensiona al Ministerio de Seguridad de la Nación. Sin embargo, María Cecilia Rodríguez, de la camada de los ministros jóvenes que acompañan a la presidenta, abrió la puerta de su despacho a LaCapital. Y habló de la Gendarmería en Rosario, de los cortes en la Panamericana, de sensaciones y de realidades de la inseguridad, de las villas de Buenos Aires, de los narcos y la mutación del delito y, entre otras cosas, de la política integral de seguridad que persigue el gobierno nacional.
—Su ministerio de llama de "Seguridad", una palabra clave en la escala de preocupaciones de los argentinos. ¿Cómo evalúa la tendencia, hay más o menos seguridad?
—En 2011, cuando llegamos a la villa 15 (Ciudad Oculta) teníamos que ir pidiendo permiso a los sapitos del barrio para entrar y circular. Te cobraban peaje. Tres años después, luego de aplicar un plan integral que consistió en programas de trabajo en cooperativas, mejoramiento habitacional, la Ansés, los Centros de documentación, la Gendarmería y el Cuerpo de Prevención Barrial, entre otras intervenciones. Hubo una gran transformación del lugar. Es un ejemplo.
—Hay quienes acusan al gobierno nacional de "promover" el desarrollo de las villas...
—Ahora nos dicen que en las villas "hay más gente en la calle", pero tiene que ver con la recuperación del espacio público. Por supuesto, no decimos que el delito se terminó, porque en algún sentido mutó. Pero esa es la línea de trabajo a seguir, con toda la complejidad del caso. Y respecto de qué hacer con el crecimiento irracional de las villas, los municipios deben darse un plan urbano: regularizar los dominios y establecer un código que mejore la seguridad, erradique la precariedad y a las bandas de usurpadores.
—En Rosario, la intervención de Gendarmería sofocó la crisis de inseguridad. Pero a cinco meses, pareciera que la dinámica delictiva se reagrupa y vuelve con variaciones de lugares y modalidades...
—La mutación del delito en Rosario luego de la intervención de Gendarmería tiene su lógica y hasta su razonabilidad. Cuando se despliega una fuerte intervención de un lugar, es inevitable que una parte del delito aparezca en otro lugar con otras características. La tarea, entonces, es aplicar políticas sociales, integrales, articuladas entre las distintas instancias del Estado, que puedan contener y acotar la mutación del delito.
—¿Qué va a pasar en Rosario cuando se vaya la Gendarmería?
—Primero, no estamos pensando en ningún retiro de la Gendarmería de Rosario, y cuando se produzca alguna forma de retiro, será previamente coordinado con la provincia y el municipio. Respecto de cómo sigue Rosario cuando se retiren las agencias nacionales, decimos que hemos trabajado en la capacitación de la Policía Comunitaria. Hemos trabajado para producir un cambio político y cultural respecto de colocar a las policías bajo el poder político. Que ayudamos a la conformación de la Policía Comunitaria, que viajamos a Rosario para instruirla y que de Rosario vinieron a Buenos Aires con igual objetivo. En algún momento la Gendarmería se irá de Rosario y una policía provincial renovada debería ir sustituyendo a las fuerzas federales.
—Pareciera que las policías locales nunca terminan de estar listas. Por caso, en Buenos Aires, la Metropolitana, que se formó en 2008, cada vez que la Federal amaga con retirarse de algún barrio, (Mauricio) Macri pide prórroga porque todavía no está preparado...
—Es un caso muy distinto al de Rosario. La Metropolitana ya tiene seis mil hombres y necesitamos que vaya tomando más responsabilidades. De todos modos, desde nuestro ministerio no especulamos: hasta dónde nos dan las fuerzas, respondemos a todos las necesidades. Además, participamos en el Consejo de Seguridad Interior, el ámbito legal que les permite a las provincias articular políticas de seguridad con la Nación.
—Sergio Massa construyó parte de su fortaleza política con el combate al delito en su distrito bonaerense. ¿Las cámaras de seguridad de Tigre son un ejemplo a imitar?
—Las cámaras en sí mismo no son una política de seguridad, sobre todo si no las mira nadie. Son un instrumento vinculado a fuerzas profesionales, despliegue territorial, abordaje y prevención. Nosotros tenemos mucha tecnología en los patrulleros, al servicio de una lógica profesional. Y eso es lo que funciona. Además, si bien la seguridad es responsabilidad del Estado, no es sólo un tema policial. La seguridad es un tema de toda la sociedad, de sus organizaciones e instituciones. Por ejemplo, tenemos unas 40 mesas de participación ciudadana en la ciudad de Buenos Aires donde se diseñan mapas de delito no sólo con las estadísticas policiales, sino también a partir de lo que dicen los vecinos y las organizaciones que participan en esas mesas. Es difícil sostener la participación en temas de seguridad, la gente se cansa, o no obtiene las respuestas que necesita. Pero es el desafío.
—Los hechos de violencia e inseguridad se tratan obsesivamente en la mayoría de los medios masivos, de un modo hiperbolizado. Se pide mayor castigo y mano dura. ¿Cómo hacen para promover, desde su ministerio, políticas de prevención antes que de represión en medio de una ofensiva que reclama soluciones inmediatas?
—Nosotros tenemos un modelo de trabajo que defendemos, que no sale en los medios. Nuestras políticas integrales para el abordaje del delito no se pueden definir en un zócalo televisivo, ni en 140 caracteres. Los medios cuentan una historia, la de una o más víctimas, no tienen interés en entender ni analizar el problema. Con una víctima en cámara, lo único que cabe es generar empatía con la audiencia. Y también dolor en muchos casos. Ante eso, ¿hay discusión posible del problema de la inseguridad? No, imposible discutir nada más que conmoverse con la víctima. La seguridad se discute y se acuerda con las fuerzas de seguridad, los partidos políticos, las organizaciones sociales y la Iglesia, entre muchos otros. En televisión no hay discusión posible.
—El problema de la inseguridad figura en la primera línea de las preocupaciones ciudadanas, sin embargo las estadísticas de algunos delitos (homicidio doloso, robo automotor, entre otros) están a la baja desde hace un tiempo. ¿Cómo se entiende?
—La Argentina tiene menos de 6 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, el 40 por ciento menos que en 2002. Se trata de una tasa sólo mejorada, en América, por Chile y Canadá (que tienen cerca de 2 cada 100 mil), y equivalente a la de Estados Unidos. Aclarando que homicidio doloso no es violencia intrafamiliar o entre gente que se conoce. Ahí los números son otros. Y otro dato, en la Capital Federal el robo de autos viene bajando en los últimos años. Si uno sale a decir estos datos nadie te lo cree.
—Un grupo de militantes estudiantiles de sectores de la izquierda trotskista, en solidaridad con un conflicto gremial, viene complicando al gobierno y a la Gendarmería con cortes sobre la ruta Panamericana. ¿Qué actitud van a adoptar?
—Nuestro gobierno no impide las manifestaciones de protesta. Cualquiera que haya vivido en la Argentina en los últimos 11 años lo pudo comprobar. En este caso tenemos que decir que se trata de un grupo que se presentan en el lugar del corte de la ruta con mochilas cargadas de piedras y bulones. Que tenemos 14 gendarmes heridos durante todos estos meses. Que en mayo pasado los manifestantes hirieron con objetos contundentes a ocho trabajadores de la empresa en conflicto que decidieron ingresar a trabajar, pero que los militantes trataron de impedir por medio de la violencia. Que el juez Molina Pico (que tiene una de las ocho causas abiertas por ese conflicto) detuvo luego a tres empleados de la empresa, identificados como parte de los agresores de sus propios compañeros.
   —Luego los militantes impusieron la modalidad del piquete con autos, ya que si van caminando los desplazan. Y aparece el episodio del gendarme (Juan Alberto) López Torales que se tira sobre un auto simulando que lo atropellan. ¿Quién hizo las cosas mal, el gendarme o quienes le dan la orden?
   —Nosotros llevamos 540 gendarmes por día, 12 mil al mes, a las cuatro de la mañana a la Panamericana para tratar de evitar que 50 ó 100 militantes corten la ruta más transitada de la Argentina en horario pico. Además, los gendarmes van ahí para permitirles a los 430 trabajadores de la empresa efectivamente ingresar a trabajar y no los agredan los militantes que, curiosamente, dicen que están ahí para defenderlos. López Torales es un profesional excelente. Lo conocemos bien, trabajó con nosotros en un montón de lugares. Hay un episodio donde él dice que se tira porque cree que el auto lo va a pisar. Lo está investigando la Justicia. La foto de Torales sobre el auto es lamentable, y la película de los cortes es patética. Desde el ministerio nos preguntamos, ¿alguien cree que el conflicto de la empresa Lear se va a solucionar en la Panamericana?, imposible. El conflicto se soluciona en una mesa de diálogo que está abierta, pero por supuesto el grupo que corta la Panamericana no va ni le interesa ir.
   —Medio centenar de militantes que tiran piedras y cortan una ruta sumados a canales de televisión que dan visibilidad acrítica a la fila de 10 kilómetros de autos parados en la autopista, ¿constituyen un problema político sin solución para su ministerio?
   —No podemos dejar que un grupo corte la Panamericana, quedarnos mirando, y no hacer nada. El objetivo político de la operación del corte donde convergen militantes trotskistas y los medios de comunicación opositores consiste en crear la idea de la Argentina caótica. Pero la Argentina no es caótica como se quiere mostrar con ese episodio armado. La Argentina es otra cosa.

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