La esquina de San Jerónimo e Irigoyen Freyre, donde la joven esperaba el colectivo y aconteció el hecho Foto:Captura de Pantalla - Google Street View
Joaquín Fidalgo
jfidalgo@ellitoral.com
Un escalofriante episodio vivió ayer al mediodía en la zona céntrica una menor de edad, que -según ella misma denunció- fue abordada por secuestradores luego de salir de la escuela, cuando esperaba el colectivo en una parada.
Milagros tiene 14 años y vive en el barrio Santa Rosa de Lima, en la zona oeste de la ciudad. Está cursando el segundo año en el Colegio Domingo Silva. “Es una hija excelente, una gran persona. Ella no tiene calle. Va de casa a la escuela y de allá para acá. Nada más. Es increíble lo que le pasó”, se lamenta su madre, Carina.
“Habitualmente, hago el mismo recorrido”, comenzó explicando “Mili”. “Salgo de la escuela y camino esas cuadras hasta San Jerónimo e Irigoyen Freyre, donde espero el colectivo. Ayer, a las 11.45 más o menos ya estaba en la parada. No había nadie más. Entonces me llamó la atención un auto negro de vidrios polarizados que pasó despacio y dobló. Después volvió y entonces noté que tenía la patente tapada con un trapo. Estacionó casi donde yo estaba y bajó un hombre del asiento del acompañante. Caminó un poco hasta ponerse detrás mío y observó la vidriera de la óptica que hay en la esquina. Yo miré para donde tenía que venir el cole y cuando me di vuelta ya lo tenía encima”, recordó la adolescente.
“Me agarró del brazo -agregó- y me dijo: ‘Metete al auto, metete al auto’. Tenía una gorra y una bufanda que le tapaba hasta la nariz. Sólo se le veían los ojos marrones. Era gordito y tenía mucha fuerza. Enseguida me cansé de forcejear. Él me tiraba las cosas al piso, la mochila, el celular. Me pisó el teléfono y lo pateó para alejarlo. Cuando yo ya no daba más apareció una mujer que me salvó. Ella comenzó a pegarle en la espalda con la cartera. Al ver que se armaba lío, el tipo trató de escapar y subir al auto, pero la mujer lo agarró. Entonces él se estiró y llegó hasta la puerta para tomar algo metálico. Creo que era un cuchillo y que con eso le cortó el brazo a la señora, que finalmente lo soltó. Entonces subió al auto y se fueron a velocidad. En el apuro, se subieron a la vereda y casi chocan con el caño del cartel que indica las líneas de micros”.
La salvadora trató entonces de tranquilizar a “Mili”. “Me dijo que me serenara y como justo venía el colectivo, se subió conmigo para acompañarme. Yo trataba de llamar a mi mamá, pero el celular estaba roto. Se le destrozó la pantalla táctil. Sólo atiné a decirle ‘gracias’ a la mujer. Ni siquiera le pregunté el nombre. Ojalá pueda verla de nuevo porque si ella no intervenía, me iban a cargar en ese auto. El hombre era muy fuerte y yo estaba exhausta. Esta señora esperó a que yo me baje en mi barrio y ella siguió, porque tenía que volver al centro. Apenas entré a casa me largué a llorar. No me salían las palabras para contarle a mi mamá lo que había pasado”, señaló.
Los ojos se le llenan de lágrimas a Carina, su madre, mientras escucha hablar a la pequeña. “Hoy la tengo a Mili gracias a esa señora. Quiero agradecerle en persona. Ojalá que lea el diario y aparezca. Creo que de no ser por ella no hubiese visto más a mi hija. Anoche no dormí, pensando lo que pudo pasarle. Ella tampoco durmió y hasta tuvo fiebre. Yo les quiero recomendar a todas las chicas que tengan mucho cuidado, que estén atentas al andar en la calle y que traten siempre de estar acompañadas”, aconsejó la mujer.
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