La historiadora Ana María Cecchini de Dallo relató cuál era la realidad de los santafesinos en 1816. Habló de los problemas que enfrentaban los habitantes, sus posturas respectos a la lucha por la independencia y de las razones por las que no se envió a ningún representante al Congreso de Tucumá.
por Victoria Rodríguez / victoriarodriguez@uno.com.ar
La plaza, desde la fundación de la ciudad era el punto de encuentro social y político.
Una sociedad democrática, sin grandes desigualdades y preocupada por las constantes invasiones porteñas. Así eran los habitantes de Santa Fe en 1816. Si bien se decidió no enviar representantes al Congreso de Tucumán, la provincia ya había impulsado la necesidad de lograr la independencia. La licenciada Ana María Cecchini de Dallo brindó detalles sobre las características de los santafesinos hace 200 años.
La historiadora explicó cuál era el contexto local cuando en Tucumán se preparaba el Congreso y resaltó que la preocupación de los pueblos libres iba más allá de la Declaración de Independencia, haciendo hincapié en las características del gobierno que se formaría.
Cecchini de Dallo realizó un interesante repaso de un momento clave en la constitución de la Argentina, resaltando la realidad del territorio santafesino y su comunidad.
—¿Cómo era Santa Fe en 1816?
—En cuanto a las dimensiones era muy pequeña. Había tenido un proceso de decadencia muy fuerte desde el momento en que los borbones crean el Virreinato del Río de la Plata. Eso sucede porque nos quitan todo el comercio que venía del Paraguay y en el que teníamos un papel primordial para derivarlo desde Santa Fe al interior. Al principio lo llevaban al puerto de Las Conchas que estaba donde hoy se ubica el río Reconquista, en la provincia de Buenos Aires. Eso comenzó de manera irregular, con el contrabando, pero cuando Buenos Aires es reconocida como la cabecera del Virreinato, eso se hizo mucho más grave.
"Se completó cuando comienza el proceso emancipador porque, al cortarse la producción de las minas en el Alto Perú, que fue una de las primeras medidas que aparecen como consecuencia del proceso que se vive en América a partir de la ocupación de España, nosotros dejamos de vender las mulas que se llevaban para el trabajo en ellas. Así que fueron dos efectos muy serios sobre una ciudad que, de por sí, ya era pequeña y que no tenía ningún dominio de su gobierno", manifestó la investigadora.
—¿Cómo era la organización política santafesina?
—Si bien había tenido una gran tradición de gobierno capitular, cuando los borbones generaron el sistema de intendencias nos dejaron como una ciudad subsidiaria de Buenos Aires. No fuimos cabecera de intendencia y, por lo tanto, no teníamos gobernador propio. Dependíamos para todo de Buenos Aires. Manteníamos el Cabildo pero con mucho poder retaceado precisamente por ese sistema de intendencia que centralizaba el gobierno.
—¿Qué características tenía la población santafesina?
—Era una ciudad muy pacífica, que contenía a una sociedad no caracterizada por estamentos socioeconómicos demasiado diferenciados. Esa es una cuestión, creo yo, que la hizo siempre más democrática que los otros territorios del país. Acá no había demasiada población aborigen, en un alto porcentaje se había ido dispersando, desapareciendo, porque eran nómades cuando llega la dominación española. Era una sociedad más democrática porque era más igualitaria. Por supuesto había familias con esclavos y algunas familias muy ricas. Francisco Antonio Candioti era, por ejemplo, el hombre más rico de la región, era el ganadero que tenía casi un monopolio del comercio de las mulas sino que, además, contaba con una diversidad de opciones comerciales con barcos, ganado y estancias con artesanos que producían variedad de elementos a partir del cuero. Sin embargo su casa era sumamente modesta, lo único engalanado acorde a la fortuna era la montura del caballo porque Candioti se sentaba en la montura mientras estaba dentro de su vivienda. Así que Santa Fe no tenía una sociedad en la que se viviera un notable desequilibrio entre los distintos sectores.
"Había sí, disparidad de opiniones –continuó–. Siempre estuvo un grupo que aspiró al autogobierno, a la autonomía, que no era la independencia del resto sino tener la posibilidad de un gobernador propio. Y, por otro lado, un grupo que alentó, en las invasiones que nos llegaban desde Buenos Aires, a favor de los porteños. Eso estaba en el ambiente de los santafesino".
—¿Por eso no se envía un representante a Tucumán?
—Nosotros declaramos nuestra autonomía en marzo de 1815. En abril, el Cabildo convoca a un congreso que, para mí, es la primera elección en todo el territorio del Río de la Plata donde no se establece ninguna limitación para participar y se lo elige a Francisco Antonio Candioti como gobernador. Pero él era un hombre muy mayor, en junio se enferma y al poco tiempo muere. Ya a esa altura Buenos Aires tiene preparada una nueva invasión a Santa Fe. En diciembre de 1815, cuando estamos otra vez ocupados por los porteños con un teniente de gobernador que es de Santa Fe, Juan Francisco Tarragona, justamente del grupo de hombres proclives a seguir subordinados a Buenos Aires, llega la invitación para el Congreso de Tucumán. La primera elección recae en José Crespo, un sacerdote, algo que era muy común en aquella época porque eran hombres formados, pero él no acepta el cargo. Luego se elige a Juan Francisco Seguí, pero no va porque la provincia se vuelve a restablecer como autónoma a partir de una revolución que hace Mariano Vera, el segundo gobernador autónomo de la provincia. Él dispone que Seguí no vaya a Tucumán, adhiriendo a una postura que no era individual de Santa Fe sino que era la postura de los pueblos libres. Es decir, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Córdoba y la Banda Oriental se posicionan, con respecto al Congreso de Tucumán; planteaban ciertas demandas del tipo de gobierno que debía elegirse para el futuro de los territorios y que, por supuesto, se aprobara la autonomía de las provincias. Sobre todo la de Santa Fe que era la más cuestionada porque no aceptaban que nosotros tuviéramos un gobernador propio.
"Lo que sí es importante –siguió Cecchini de Dallo– es que tengamos presente que las provincias de los pueblos libres ya estaban absolutamente convencidas de la necesidad de la independencia, desde muchísimo tiempo antes. En primer lugar, la Banda Oriental en 1813, cuando se reúne la asamblea, realiza el planteo de que se declare la independencia. Pero Buenos Aires los expulsó. En 1815, antes de que muera Francisco Antonio Candioti, se hace el Congreso de Arroyo de la China –también denominado Congreso de Oriente o Congreso de los Pueblos Libres– en Entre Ríos, cerca de Concepción del Uruguay, y en esa reunión el diputado de Santa Fe llevaba como instrucción primera la declaración de independencia".
La historiadora marcó que los santafesinos "no teníamos ningún problema con la declaración de independencia, en última instancia más problema tenían los porteños pero, detrás de ella, las provincias que adherían al movimiento artiguista sostenían firmemente la necesidad de organizar el territorio bajo el sistema constitucional federal y eso era lo que no estaba para nada claro en los porteños. Ellos no sabían muy bien qué es lo que querían. Tal es así que el congreso que declaró la independencia, después, va a ser arrastrado por los mismos directoriales a convalidar la invasión portuguesa a la Banda Oriental y a terminar sancionando una Constitución aristocrática porque aspiraban a la posibilidad de algún tipo de Virreinato o de gobierno monárquico".
—¿Cómo eran las invasiones de Buenos Aires a Santa Fe?
—Sumamente violentas. En primer lugar porque nos bloqueaban el puerto, nos impedían recibir comida o despachar mercadería, nos perjudicaban comercialmente, y la tropa de infantería que mandaban ocupaba la ciudad. Los soldados de aquella época eran muy poco disciplinados y respetuosos. Hay muchas anécdotas sobre cómo atemorizaban a la población.
Sin acuerdo
Ana María Cecchini dijo que no se tienen referencias sobre cómo se recibió la noticia de la Declaración de la Independencia en Santa Fe. Aunque sí se sabe que hubo distintas personalidades del momento que viajaron hasta la provincia para intentar un acercamiento. Y la licenciada explicó por qué no funcionaron.
"Hay un vínculo bastante frecuente; teniendo en cuenta las distancias y las dificultades, llegaron varias delegaciones del Congreso a Santa Fe. Vinieron distintos diputados con ánimo de reconciliar a Santa Fe con el Congreso pero no se obtuvo nada porque no nos daban lo que pedíamos, era un diálogo de sordos", evaluó.
Y concluyó: "En los días posteriores a la declaración de Independencia estuvo latente la situación de que había preparativos para volver a invadir la provincia de Santa Fe. Ellos persistían, retiraban las tropas que necesitaba Güemes para que vinieran a enfrentarnos a nosotros porque no aceptaban la posibilidad de ser autónomos. Así que no hubo un festejo ni una respuesta directa a la declaración de Independencia. Simplemente había un enorme conflicto político que nunca se quiso resolver".
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