Claudia Suarez (25) sufrió amenazas, golpizas y tiroteos. Junto a sus hijos debió abandonar su casa y pedir asilo en lo de un familiar.
Sin consuelo. “Fui a la policía y a la fiscalía pero no me dan la protección que necesito. Mis hijos y yo nos sentimos abandonados”, sentenció Claudia entre lágrimas. Foto: Danilo Chiapello
Danilo Chiapello
dchiapello@ellitoral.com
El infierno de Claudia Suárez (25) tiene nombre y apellido. También tiene un apodo. Le dicen “El Tuerto” y, tal como si fuese un fantasma, siembra el terror en barrio Centenario sin que nadie (hasta el momento) le ponga un límite a sus tropelías.
Claudia es madre de tres niños y vive en Nicasio Oroño al 300, esto es, en la extremo sur de la barriada, en un pasillo ubicado detrás de la escuela Nstra Sra. de Itatí.
De un tiempo a esta parte dicho lugar se ha convertido en un “territorio” donde “El Tuerto” es amo y señor e impone su ley a los tiros.
Extraños “personajes” dirimen allí sus cuestiones mediante la violencia y sus actividades son financiadas por el dinero que, tanto “El Tuerto” como sus secuaces, obtienen de los robos y la venta de drogas.
Cansada y buscando proteger a sus hijos, un día Claudia dijo basta. Sin embargo, lejos de encontrar una solución, sus denuncias motivaron un verdadero calvario.
“¡Levantá la denuncia!”
“Todo esto ocurre frente a mi casa, en un pasillo detrás de la escuela Itatí, donde siempre aparece gente que no es del barrio y que viene a comprar drogas. A menudo hay incidentes y se agarran a los tiros”, señaló Claudia quien como último recurso llegó hasta la redacción de El Litoral.
El cabecilla de esta banda es un tal “Tuerto”. Hace poco casi matan a mi hijita por un tiroteo que se armó. Y luego por poco no la atropellan con una moto, entonces dije basta.
Le dije que si no dejaba de vender drogas, yo lo iba a denunciar. El me contestó ‘metete en tu casa porque yo te voy a matar si me denuncias’.
El 5 de enero lo denuncié por lesiones y agresiones armadas contra mi domicilio.
A partir de entonces mi vida y la de mi familia se convirtió en una pesadilla. Me viven atacando, ya llevo más de cinco incursiones en mi domicilio.
Me patotean, me tirotean la casa, tengo disparos en la pared y en la puerta, me tiran ladrillos. Agarran a mis hijos y los apuntan con el arma a la cabeza. En uno de esos hechos me golpearon entre varios y terminé en el hospital Cullen.
Hace poco me tirotearon mi casa. Yo misma junté las cápsulas y las llevé a la Fiscalía como pruebas, pero no me dieron bolilla”.
Este tipo siempre me dice “andá y levantá las denuncias porque te voy a quemar tu casa con vos y tus hijos adentro”.
Quieren mi casa
“A todo esto ‘El Tuerto’ sigue vendiendo drogas -prosiguió-. “Le vende a los chicos de la escuela. Incluso yo tuve que ir a hablar por este tema con el sacerdote. Sigue a los tiros y nadie le hace nada.
No puedo salir. Me tuve que ir a refugiar a la casa de una prima para darle algo de protección a mis hijos. Mientras tanto estoy durmiendo en el piso.
Ellos me cortaron la luz. Quieren mi casa. Si yo no les doy mi casa, me la van a prender fuego. Me dicen amenazas con eso, por más que adentro esté yo o mis hijos. Pero yo mi casa no se las voy a dejar, porque no tengo donde irme. Yo soy nacida y criada en ese barrio. Trabajo en dos geriátricos y tengo una vida decente. Los que se tienen que ir son ellos”, sentenció.
Desamparada
Más adelante Claudia reveló que “ nadie me ayuda. Me dijeron que iban a mandar una custodia, después que iban a mandar a los peritos, pero a mi casa nadie llegó. Me siento desamparada, tanto yo como la familia de mi marido. Al igual que mi prima que por darme cobijo a mí y a mis hijos hace poco le tirotearon la casa. Estos delincuentes se quieren quedar con la casa de ella también.
Estoy cansada y ya no puedo más (reiteró llorando). Quiero que alguien me escuche. Tengo miedo por mis hijos. Pueden ir al barrio y preguntar qué clase de gente son ellos. Mis hijos lloran porque tienen miedo. Ya no sabemos qué hacer. No sabemos a quién pedirle ayuda. Mientras estos malvivientes andan por la calle como si nada”, culminó.
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