La memoria colectiva de los pobladores aún están frescos los momentos de angustia y zozobra que pusieron en riesgo la vida de vecinos y parecen haber dejado secuelas imborrables.
La Capital |
Después de seis meses de sufrir la peor inundación de su historia la pequeña localidad de Sanford, ubicada a 65 kilómetros de Rosario, se recuperó de gran parte de los daños materiales causados por el temporal mientras se continúan las obras hídricas proyectadas para prevenir episodios similares. Pero en la memoria colectiva de los pobladores aún están frescos los momentos de angustia y zozobra que pusieron en riesgo la vida de vecinos y parecen haber dejado secuelas imborrables.
Es que fue una experiencia tan traumática como inesperada el desastre hídrico que soportó está comunidad del departamento Caseros al quedar más de medio pueblo bajo agua tras desbordar, el 10 de agosto de 2015 a causa de las intensas lluvias, un terraplén de contención en el sector oeste del radio urbano.
Y una vez superado lo peor el malestar se tradujo en movilizaciones que derivaron en la puesta en marcha de tareas que calmaron los ánimos aunque aún se espera la ejecución de un aliviador que permitiría desviar excedentes hídricos hacia el río Carcarañá y cuyo obra fue paralizada por la Justicia de San Lorenzo, luego de un recurso de amparo presentado por la comuna de Oliveros ante el temor de que ello perjudique a las localidades que forman parte de la cuenca homónima.
"La gente está sensible y tiene miedo de que vuelva a suceder lo mismo", aseguró el jefe comunal, Julián Gironellli, para graficar la sensación de temor e incertidumbre que quedó entre los habitantes y que aflora cada vez que llueve. Similar mirada tuvieron trabajadores comunales ante la consulta de este cronista mientras no paraban de atender el teléfono.
"Por más que caigan tres gotas siempre es así en días de lluvia, lo que resulta totalmente entendible porque todavía hay miedo por lo que sucedió y seguramente llevará tiempo vencer los temores", dijeron mientras se hacía sentir la intensa precipitación del último viernes. La tormenta descargó sobre Sanford más de cien milímetros y reavivó fantasmas aunque no hubo mayores inconveniente salvo el anegamiento de algunas calles que a las pocas horas quedaron descubiertas al responder los trabajos que se hicieron para mejorar el drenaje.
Testimonios. Al salir de la sede comunal La Capital no tardó en constatar tal comportamiento social al recorrer el poblado y dialogar con familias que sufrieron en carne propia los embates de la inundación y debieron mudarse de sus hogares hasta emprender el duro regreso y toparse con un panorama desolador.
"Lo primero que hago cuando hay tormenta y llueve es mirar por la ventana porque tengo miedo de que tengamos que pasar lo mismo que cuando el pueblo se inundó y tuvimos en casa más de cuarenta centímetros de agua, lo que aún me genera tristeza y espero que nunca más se repita", dijo Nilda Coacci tras recordar junto a su esposo Angel Villani, más conocido en el pueblo como "Nene", la experiencia que les tocó vivir.
La pareja asegura que "luego de lo que padecimos tomamos la precaución de guardar en un altillo fotos y otras cosas de valor sentimental o material que pusimos en caja o embolsamos mientras limpiábamos la casa después de la inundación". Luego agregaron que también mantienen a resguardo algunos de sus muebles, como la mayoría de las familias damnificadas que optó por "levantar" parte de su mobiliario sobre ladrillos o tacos de madera.
"Uno quiere hacerse la fuerte —dijo la mujer— pero cuando llueve vuelven los temores y hasta hay noches en donde sueño que ingresa agua otra vez a nuestra vivienda" de Rivadavia 656. Nilda y su marido si bien ya reacondicionaron gran parte de su hogar aún esperan, como sucede con otros jubilados, que la Anses le envié el subsidio que dispuso oportunamente para ayudar a damnificados y que le permitirá comprar los materiales para reponer parte del revestimiento y el piso parquet que levantó el agua en el dormitorio. Razón por la cual descansan, mientras tanto, en otro habitación.
No menos contunde fue el testimonio de Blanca Nardi, quien aún no se olvida de aquel día donde se despertó con el trago amargo de encontrarse con más de 70 centímetros de agua en su domicilio de Rivadavia 44, lo que marcaría un antes y un después en su vida.
"A un mes de haber sufrido una desgracia familiar se sumó esta situación angustiante, por lo que la pasé muy mal y hasta estuve con tratamiento médico por problemas de pánico aunque ahora estoy mejor", dijo la mujer que debió trasladarse hacia la casa de una de sus hijas hasta poder regresar a la suya.
"Cada vez que hay tormenta no duermo pensando en que pueda pasar lo mismo", asegura Blanca para luego indicar que tuvo que
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