La presidenta Cristina Fernández de Kirchner. | Foto: Dyn
No deja de ser una suerte que ella sea tan coherente.
Cristina Kirchner tuvo la transparencia de darle explícita continuidad a su política de medios: el decreto que firmó negándoles a los fundadores de Perfil dos canales de TV digital es el moño perfecto, explicación final e irrefutable, sobre el verdadero motivo por el cual pergeñó la Ley de Medios Audiovisuales.
Si la Presidenta hubiera querido que la norma diera origen a más pluralidad de voces y acotara a los medios con posiciones dominantes, habría que decir que el plan le salió mal, muy mal, una triste desilusión para el emotivo colectivo kirchnerista.
Pero si damos por hecho que es una líder inteligente que quiso hacer lo que salió, entonces habrá que decir que termina su mandato cumpliendo con un doble cometido:
1) No abrir el universo audiovisual a nadie que no conozca de al menos una tarde en Olivos y algún negocio cercano.
2) Ladrar, pero no morder, a Clarín, el coprotagonista de aquella película épica titulada La madre de todas las batallas, a quien no le restó un milímetro de penetración de sus grandes medios.
En los últimos días, desde la línea técnica de la Afsca comentaban que ellos descontaban que sus autoridades otorgarían al menos uno de los dos canales para los que se presentaron Jorge y Alberto Fontevecchia (una información que hasta se publicó en algunos medios horas antes de que se conociera el rechazo): “No sólo porque las propuestas eran viables, sino porque se suponía que Cristina iba a querer dar una muestra última de pluralidad”.
La voz que corría en los pasillos de esa línea técnica de la Afsca (profesionalista, pero conocedora de los manejos políticos históricos del organismo) indicaba incluso que a Martín Sabbatella se le había ocurrido una idea genial: ofrecerle a Cristina que se aceptara una de las ofertas, la de Caras Tevé, y se rechazara la de Perfil TV, a la que consideraban potencialmente nociva.
Por eso los técnicos se sorprendieron cuando días antes de que se declararan desiertos los dos concursos les pidieron que aprobaran las presentaciones de Cristóbal López en una de las frecuencias, y la de Sergio Szpolski en la otra.
Se negaron a hacerlo alegando que presentaban problemas insalvables y Sabbatella instruyó a los directores oficialistas a declarar desiertas ambas licitaciones para no otorgárselas a los fundadores de Perfil.
Ya se conoce la excusa que ahora ratifica la Presidenta con su decreto: los Fontevecchiase habían olvidado de presentar sus pasivos, por lo cual no se podía conocer su real capacidad patrimonial.
Lo cierto es que Alberto Fontevecchia presentó claramente la declaración jurada de su pasivo (representa el 4,79% de su patrimonio) y Jorge Fontevecchia del suyo (un 1,22% de su patrimonio).
Ambos demostraron en sus ofertas que poseían el respaldo económico necesario.
Si a Sabbatella de verdad se le ocurrió convencer a Cristina de cuidar las formas y simular pluralidad, la conoce bien poco.
Ella es coherente consigo misma, aunque algunos puedan decir que la coherencia boba es la obsesión de mentes ruines.
En Perfil creemos conocerla mejor, a ella y a su difunto marido. Por eso en su momento se decidió iniciarles un proceso judicial para que dejaran de discriminar a esta editorial con dinero que no les pertenecía. No nos imaginábamos que hubiera otra forma de que entendieran que está mal usar a su antojo los fondos y los bienes públicos.
Y fue la Justicia la que les puso límites. Tardíamente, después de años de chicanas judiciales y desobediencias a la propia Corte, pero el límite llegó y sentó para siempre jurisprudencia sobre lo que se puede y no se puede hacer con la publicidad del Estado.
En los próximos días se presentará una acción de nulidad para suspender los efectos del decreto firmado por la presidenta de la Nación.
También se exigirá que se deje sin efecto el llamado a dos nuevas licitaciones para esas frecuencias que aprobó en la reunión de ayer la mayoría kirchnerista del directorio de la Afsca.
La intención, obvia, es que ya que no pudieron entregarles los canales a los amigos debido a errores insalvables de sus propuestas, ahora les darán algunas semanas más para corregirlas y cumplir con el objetivo de cerrar la operación antes de dejar el poder el 10 de diciembre.
La Presidenta es coherente. Perfil también.
*Director periodístico de Editorial Perfil.
Cristina Kirchner tuvo la transparencia de darle explícita continuidad a su política de medios: el decreto que firmó negándoles a los fundadores de Perfil dos canales de TV digital es el moño perfecto, explicación final e irrefutable, sobre el verdadero motivo por el cual pergeñó la Ley de Medios Audiovisuales.
Si la Presidenta hubiera querido que la norma diera origen a más pluralidad de voces y acotara a los medios con posiciones dominantes, habría que decir que el plan le salió mal, muy mal, una triste desilusión para el emotivo colectivo kirchnerista.
Pero si damos por hecho que es una líder inteligente que quiso hacer lo que salió, entonces habrá que decir que termina su mandato cumpliendo con un doble cometido:
1) No abrir el universo audiovisual a nadie que no conozca de al menos una tarde en Olivos y algún negocio cercano.
2) Ladrar, pero no morder, a Clarín, el coprotagonista de aquella película épica titulada La madre de todas las batallas, a quien no le restó un milímetro de penetración de sus grandes medios.
En los últimos días, desde la línea técnica de la Afsca comentaban que ellos descontaban que sus autoridades otorgarían al menos uno de los dos canales para los que se presentaron Jorge y Alberto Fontevecchia (una información que hasta se publicó en algunos medios horas antes de que se conociera el rechazo): “No sólo porque las propuestas eran viables, sino porque se suponía que Cristina iba a querer dar una muestra última de pluralidad”.
La voz que corría en los pasillos de esa línea técnica de la Afsca (profesionalista, pero conocedora de los manejos políticos históricos del organismo) indicaba incluso que a Martín Sabbatella se le había ocurrido una idea genial: ofrecerle a Cristina que se aceptara una de las ofertas, la de Caras Tevé, y se rechazara la de Perfil TV, a la que consideraban potencialmente nociva.
Por eso los técnicos se sorprendieron cuando días antes de que se declararan desiertos los dos concursos les pidieron que aprobaran las presentaciones de Cristóbal López en una de las frecuencias, y la de Sergio Szpolski en la otra.
Se negaron a hacerlo alegando que presentaban problemas insalvables y Sabbatella instruyó a los directores oficialistas a declarar desiertas ambas licitaciones para no otorgárselas a los fundadores de Perfil.
Ya se conoce la excusa que ahora ratifica la Presidenta con su decreto: los Fontevecchiase habían olvidado de presentar sus pasivos, por lo cual no se podía conocer su real capacidad patrimonial.
Lo cierto es que Alberto Fontevecchia presentó claramente la declaración jurada de su pasivo (representa el 4,79% de su patrimonio) y Jorge Fontevecchia del suyo (un 1,22% de su patrimonio).
Ambos demostraron en sus ofertas que poseían el respaldo económico necesario.
Si a Sabbatella de verdad se le ocurrió convencer a Cristina de cuidar las formas y simular pluralidad, la conoce bien poco.
Ella es coherente consigo misma, aunque algunos puedan decir que la coherencia boba es la obsesión de mentes ruines.
En Perfil creemos conocerla mejor, a ella y a su difunto marido. Por eso en su momento se decidió iniciarles un proceso judicial para que dejaran de discriminar a esta editorial con dinero que no les pertenecía. No nos imaginábamos que hubiera otra forma de que entendieran que está mal usar a su antojo los fondos y los bienes públicos.
Y fue la Justicia la que les puso límites. Tardíamente, después de años de chicanas judiciales y desobediencias a la propia Corte, pero el límite llegó y sentó para siempre jurisprudencia sobre lo que se puede y no se puede hacer con la publicidad del Estado.
En los próximos días se presentará una acción de nulidad para suspender los efectos del decreto firmado por la presidenta de la Nación.
También se exigirá que se deje sin efecto el llamado a dos nuevas licitaciones para esas frecuencias que aprobó en la reunión de ayer la mayoría kirchnerista del directorio de la Afsca.
La intención, obvia, es que ya que no pudieron entregarles los canales a los amigos debido a errores insalvables de sus propuestas, ahora les darán algunas semanas más para corregirlas y cumplir con el objetivo de cerrar la operación antes de dejar el poder el 10 de diciembre.
La Presidenta es coherente. Perfil también.
*Director periodístico de Editorial Perfil.
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