Organizado por distintas agrupaciones sociales y vecinos del barrio para celebrar la vida del militante social asesinado en 2001, habrá murgas, música y talleres. Constituye además una herramienta política de los sectores populares rosarinos.
Rosario 12 |
Como en cada febrero, el barrio Ludueña se vestirá de colores, música, murgas, bailes y talleres. Durante los días 25, 26 y 27, se llevará a cabo el decimocuarto Carnaval Cumpleaños de Pocho Lepratti. La plaza ubicada en Larrea y Vélez Sarsfield, que lleva el nombre del militante social asesinado por la policía en las represiones del estallido social de diciembre de 2001, volverá a reunir a miles de personas, desde la mañana hasta la noche, en lo que ya se convirtió en una de las fiestas populares más grandes de la ciudad.
Si bien en su primera edición, allá por el 2002, el Carnaval se realizó para festejar el cumpleaños de Lepratti a pocos meses de su asesinato, con el paso del tiempo se fue consolidando como una herramienta que permite visibilizar la realidad de los barrios populares. La compleja actualidad de estos sectores excede a Ludueña y por ese motivo también la organización del Carnaval se vincula a las experiencias de distintos territorios. Es una instancia en donde las organizaciones sociales de diversos barrios de la ciudad se unen para hacer realidad los deseos de construcción colectiva. De esta forma, Bella Vista, Cabín 9, La República, Tablada, Empalme Graneros, entre otros barrios, se unen a Ludueña para romper con las geografías que insisten en delimitar la ciudad.
En cada edición, los tres días del festejo están atravesados por un eje de trabajo vinculado a la cotidianidad de los sectores populares. El 2014 estuvo marcado por la muerte de jóvenes en situación de vulnerabilidad, y por hechos que comprometieron a instituciones estatales como las fuerzas de seguridad, con el crimen de Franco Casco como suceso paradigmático. Los pocos días que van del 2015 siguieron esta línea con casos de gatillo fácil y muertes violentas al punto de alcanzar la cifra de una víctima por día en el primer mes del año. Entendiendo la necesidad de denunciar esta situación, este año el eje se traduce en la consigna "Acá se planta carnaval, gritando nuestra bronca y alegría, con miradas de amor cambiamos balas por dignidad".
"No es una simple frase sino que es el eje que atraviesa a todo el Carnaval. Es el contenido teórico que sale de las asambleas generales de organización. Buscamos una frase que tenga que ver con el contexto actual de los barrios", expresa Alejandra, una de las mujeres integrantes del Bodegón Cultural Casa de Pocho, agrupación que forma parte del colectivo que organiza el evento. "Hay que visibilizar la situación de los barrios. Se está profundizando la ocupación territorial con los aparatos represivos como una definición política bien clara de los gobiernos", sostiene Erica, otra integrante del Bodegón. Sobre este tema, destaca la importancia de que el trabajo que se concreta durante el Carnaval se sostiene en el transcurso del año. Fue así que, por ejemplo, la Comisión Barrio durante el 2014 se dio continuidad acompañando a la familia de Franco Casco, desde que sus padres lo buscaban luego de que se diera a conocer su detención en la Comisaría 7ª, hasta que fue hallado sin vida en el río Paraná e incluso hasta estos días en los primeros pasos de la causa en el fuero Federal. "No queremos sólo visibilizar, sino pensar estrategias para que las organizaciones podamos adquirir herramientas para generar un cambio", sintetiza la joven. De este trabajo surgen los documentos leídos en el escenario principal, las intervenciones artísticas y los talleres que se realizarán a lo largo de los tres días. Algunos destinados a adultos, otros a niños o jóvenes, los talleres de esta edición abarcarán desde percusión, murga, canto y máscaras, torneos de fútbol, hasta temáticas específicas como la violencia institucional, la violencia de género y la situación general de la niñez y la juventud.
La alegría como estandarte
Más de 250 muertes violentas por año durante 2013 y 2014, más de 300 denuncias de torturas y abusos por parte de las fuerzas de seguridad registradas por el Servicio Público Provincial de la Defensa Penal durante el año anterior, son algunas de las cifras que alimentan el dolor de los vecinos de los barrios populares y sus organizaciones sociales, porque desde allí proviene el mayor porcentaje de esos números. El narcotráfico y el fácil acceso a las armas se transforma en moneda corriente en estos territorios, presentándose como una forma de vida a los jóvenes para quienes, como dicen en el barrio, es más fácil conseguir un arma que un taxi o una ambulancia. Es ésta la realidad compleja de la que hablan y es este, a su vez, el motor para querer "cambiar balas por dignidad". Y en este camino emprendido aparece también la necesidad de forjar una herramienta política que nazca desde la alegría para enfrentar la adversidad.
"El Carnaval nace desde una realidad cruda, está marcada a sangre y fuego desde ese lugar. Como hecho político viene a reivindicar desde la denuncia de la impunidad por la muerte de Pocho y todos los asesinados en diciembre de 2001, hasta la denuncia por la violencia que se vive hoy en los barrios", explica Alejandra. El Carnaval viene a aunar la tristeza y el dolor de la desigualdad social, con la alegría como recurso para enfrentarlo. "No nos quedamos en la tristeza porque somos de un barrio. También estamos vivos y somos parte de la transformación. La alegría tiene que estar porque estamos vivos, porque soñamos y tenemos expectativas de una vida digna", remarca Vanesa, también integrante del Bodegón. No es casualidad que el concepto alegría se repita en la mayoría de las consignas de los carnavales anteriores. "Hay algo que tenemos que tener presente y llevar con nosotros. Hablar de una transformación es salir a repudiar todo lo injusto pero retomando la vida misma. No partir de la tristeza, sino de una instancia superadora que permita salir a hacer cosas", afirma Vanesa. Y continúa: "El Carnaval es una herramienta transformadora, de denuncia con alegría, con lo que somos, con la cultura, el encuentro con el vecino, su matera y su sillón".
Parte de dicha herramienta son las bandas y murgas que desde su lugar intentan aportar a través de la cultura. Por la parte musical estarán Farolitos, Varón, Rancho Aparte, Marcelo Moyano, La Pocilga y Los Pibes de Bella Vista. En el género murga, por su parte, actuarán Vamos Che, Los Trapos, Los Chapitas de La República, Los Futuritos de Fiorito, Los Mocosos y Espíritu Murguero, siendo los tres últimos visitantes de la Ciudad de Buenos Aires.
Los Trapos y la mística
En esta decimocuarta edición, el Carnaval estará atravesado por otro detalle. La murga Los Trapos, que fue creada por Pocho junto a los pibes y pibas con los que trabajaba en el barrio, cumple sus quince años. De manera ininterrumpida, desde aquel primer Carnaval a principios del 2002, la murga dijo presente en todas las ediciones. En este tiempo sus integrantes fueron cambiando pero la esencia de denuncia del grupo fue heredándose año a año. Hoy no pueden contar la cantidad de murgueros que la integran. Muchos son Los Trapos, a veces menos, a veces más, desde un bebé de 5 meses que este año llevará los colores verde y naranja que la identifican, hasta los más veteranos que ya pasan los 30.
"Los Trapos nace porque Pocho tuvo la idea de armar una murga y se fue a La Grieta (centro cultural) a pedir que enseñaran a los pibes", cuenta Belén, de 21 años. "Yo me sumé en el 2006, había muchos que ya no estaban en la murga y empezamos a construirla de nuevo, aunque nunca se había desarmado. Nos empezamos a juntar en la plaza y, aunque al principio éramos poquitos, se fueron sumando un montón de chicos", agrega. El proyecto de Los Trapos comenzó a mediados de los noventa de la mano de Lepratti, pero se consolidó en el 2001, año en que el militante fue asesinado. Como no hay una fecha exacta del nacimiento del grupo, se lo celebra junto al cumpleaños de Pocho, el 27 de febrero.
Otro detalle que nutre la esencia del Carnaval, es la clásica quema del Momo como cierre en el último día. Este año su armado está a cargo de los niños y las niñas del barrio. Cada día, el Momo descansa en la plaza a la espera de los deseos que los vecinos depositan en él, esperando que se cumplan en su quema. "Morimos y renacemos en el Momo, así sentimos al Pocho vivo", dice Vanesa, quien formaba parte del grupo La Vagancia que había formado Lepratti.
La mística que sostiene el Carnaval, desde las primeras reuniones hasta la quema del Momo, es parte fundamental de la organización del evento y su permanencia con el paso del tiempo. "Es muy importante poder sostenerlo porque nos nutre mucho a nivel emocional, nos hace transmitir las cosas desde un lugar más sentido, y uno tiene la posibilidad de poder expresarse desde ahí", explica Alejandra. "El armado, el traslado y la quema del Momo tiene una carga simbólica y literal muy fuerte, donde se siente el trabajo, el esfuerzo, los dolores y la alegría, lo que se quiere dejar de lado, hacer, renacer o transformar. Es un sentir muy difícil de poner en palabras pero que se aprecia en el momento", concluye.
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