Los patrones identificados en el río Salado
podrían servir como modelo para estudiar el comportamiento de otras
cuencas fluviales del país.
Identificaron un modelo que permite analizar
el comportamiento del curso de agua en el largo plazo. Según un estudio
de la UNL, luego de más de cinco décadas de balance negativo, el sistema
lleva 40 años incrementando el almacenamiento de agua en la cuenca.
(C) Priscila Fernández Comunicación científica UNL - El Litoral
A partir del análisis de datos meteorológicos e
hídricos, investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL)
modelaron la cantidad anual de agua almacenada en la porción santafesina
de la cuenca del río Salado a lo largo del siglo XX. Sorprendidos por
los altos niveles alcanzados en los últimos años por las aguas
subterráneas, se abocaron al cálculo de un balance de agua que ayude a
entender cuánto ingresa al sistema a través de las precipitaciones y
cuánto se pierde por el cauce que tiene como fin último el mar. Por eso,
tradicionalmente se estima que el caudal de un río es un reflejo de las
precipitaciones registradas en la cuenca.
Pero existe otro factor importante de pérdida de agua
que es la evapotranspiración provocada principalmente por la radiación
solar y cuyo cálculo representó un reto para los investigadores de la
Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (Fich).
Luego de ajustar cálculos, diseñaron un modelo para
realizar el balance de agua acorde a los datos correspondientes al
período del que se cuentan registros. “Nos remontamos a principios del
siglo XX y presentamos un balance hídrico sintético de lo que ocurrió.
Para nuestra sorpresa, encontramos un ciclo muy largo que muestra que
hasta la década aparentemente se estaba perdiendo agua y luego comienza a
recuperarse”, detalló Carlos Krepper, docente e investigador de la Fich
UNL-Conicet.
“Esto fue una sorpresa porque estamos acostumbrados a
ver balances del río sólo desde la década del ‘60 a esta parte. Y la
interpretación de esos datos es muy distinta cuando se toma un período
de tiempo más grande”, analizó Virginia Venturini, quien también es
docente e investigadora de la Fich UNL.
Como una esponja
El agua que gana el sistema es la que queda retenida
debajo de la tierra, en lo que los investigadores llaman “la esponja”.
En la primera mitad del siglo XX, la cantidad de agua atrapada allí era
significativamente más baja y fue en aumento en las últimas cinco
décadas.
“La provincia de Santa Fe almacena subterráneamente
el agua, pues no hay grandes lagunas permanentes, sólo existen los bajos
submeridionales que pueden estar anegados una época del año”, dijo
Krepper.
Si se tiene agua subterránea a muy pocos metros de la
superficie, se limita la capacidad de infiltrar agua ante nuevas
precipitaciones. “En las últimas décadas se tiene un nivel freático muy
cercano a la superficie, cosa que no debía existir a principio de siglo.
Por eso, ahora, la esponja tiene menos capacidad de absorción”, señaló
Venturini.
A gran escala
Los patrones identificados en el río Salado generaron
nuevos interrogantes frente al comportamiento de una cuenca mucho más
grande como es la del Río de la Plata. “Nos interesa saber qué pasa con
el almacenamiento y la pérdida de agua total tanto superficial como
subterránea- en toda la cuenca”, destacó Krepper.
Sin embargo, la posibilidad de realizar esos estudios está limitada por la disponibilidad de datos.
“Los climatólogos tienen ventajas ante los hidrólogos
porque en climatología es más común el dato”, afirmó Venturini.
Mientras, Krepper subrayó que la mayor restricción se encuentra en los
datos referidos a los caudales. “Se empiezan a medir cuando hay cierto
interés, que puede ser por un potencial aprovechamiento, y en el Salado
surgió hace poco”, contó.
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