jueves, 5 de enero de 2012

ROSARIO: La refacción de la terminal lleva meses de atraso y acumula críticas

Los trabajos iban a estar listos en diciembre pasado. Ahora se extenderán un año más. En temporada alta se hace difícil convivir con las obras, que apenas están a la mitad.

El plan original era no afectar el mayor movimiento generado por las vacaciones de verano. Pero, muy lejos de esto, la Terminal de Omnibus Mariano Moreno afronta su temporada alta en medio de una obra de remodelación que todavía tiene un año por delante. Los dueños de algunos comercios advierten sobre desprolijidades y errores en el desarrollo de las tareas. En la empresa municipal que administra la estación hablan de "imprevistos" propios de la antigüedad del casi centenario edificio de Santa Fe y Cafferata. Lo cierto es que las refacciones deberían haberse estrenado en diciembre y apenas están a la mitad.
El 20 de octubre pasado el ex intendente Miguel Lifschitz cortó las cintas de lo que será el nuevo acceso por calle Castellanos, pero el flamante sector con 25 boleterías, cinco locales y sanitarios todavía no fue estrenado. Ahora proyectan habilitarlo a partir del mes que viene con la mudanza de las empresas de micro a las nuevas ventanillas.
"Tuvimos algunos problemas", reconoció el ex concejal Orlando Debiasi, actualmente presidente del directorio de La Terminal, empresa municipal que administra la estación. "Los desagües y las instalaciones de agua, gas y electricidad son tan antiguos como el edificio y hubo que introducir mejoras no previstas", explicó. Sin embargo, los dueños de algunos locales denuncian improvisación y falta de coordinación en los trabajos (ver aparte).
Debiasi asumió su cargo hace 10 días y una de las primeras tareas fue una reunión con los integrantes de la Asociación Amigos de la Terminal, que manifestó su preocupación por la demora de las tareas.
"No fue un reclamo, más bien una inquietud, porque los trabajos deben llevar de 6 a 8 meses de atraso y es molesto convivir con las obras en plena temporada alta", contó el titular de la entidad, Roberto Di Santo.
La reforma y ampliación del edificio de la terminal de ómnibus comenzó en mayo de 2010. La obra, adjudicada a una UTE conformada por las constructoras locales Del Sol y Pecam, tenía un plazo de ejecución de 18 meses. Con un presupuesto de 22 millones de pesos, el ambicioso proyecto busca refuncionalizar la estación, con la construcción de 50 boleterías y 34 locales, espacios de espera más amplios, nuevos sanitarios, climatización y estacionamiento para 200 vehículos.
El presidente del directorio de La Terminal indicó que la ejecución de las obras se encuentra actualmente en un 50 por ciento y que, a partir de febrero, cuando se complete la mudanza de las boleterías, se podrá avanzar con la segunda etapa de las obras.
La intervención abarcará unos 90 metros lineales que van desde el sector nuevo hacia el edificio histórico.
Después quedará la restauración de las dársenas, la parquización del entorno y el estacionamiento sobre calle Santa Fe. "La decisión del municipio es dejar a fin de año el edificio terminado. Así, Rosario tendrá una de las mejores terminales del país, con excelente infraestructura, amplios espacios de circulación, aire acondicionado y calefacción", prometió el funcionario.
Pasajeros molestos. A quienes circulan por estos días por la terminal la descripción les suena muy lejana. "Es increíble que esta sea la primera imagen que alguien se lleve de la ciudad. Más allá de las obras, no hay carteles que indiquen siquiera dónde están los baños", comentó María Elena, una mujer que esperaba ayer la llegada de sus hijos. "Esto es una mugre", se quejó señalando los estrechos pasillos linderos a las dársenas que concentran actualmente la mayor parte de las actividades: arribo y partida de pasajeros, espera y compra de pasajes.
Por estos días, quienes circulan por la estación no son pocos. A las dársenas llegan mil colectivos por día y unas 40 mil personas pasan diariamente por el edificio.
Demoras y locales que se inundan
“Disculpe las molestias, estamos trabajando por su comodidad”, reza un cartel colocado a metros de un local de venta de revistas de la terminal. La gentileza no le parece suficiente a Daniel Raschia, uno de los dueños del comercio. “La obra va muy lenta, lleva un año y medio y ahora dicen que tenemos para un año más. Se hace todo de forma improvisada, rompen tres veces para hacer lo mismo y cada vez que llueve los locales nuevos se inundan todos”, advirtió el hombre.
Y no fue el único en exponer ayer sus críticas. “Los trabajos se están haciendo a los ponchazos, es un desastre, no hay coordinación. La subcontratista encargada de hacer la demolición traía a los obreros sin herramientas”, aseguró la empleada de un quiosco que lleva más de dos décadas en la estación.
Carla, la empleada de otro quiosco histórico sumó lo suyo: “Es muy complicado trabajar así. Ahora tuvieron que romper en la puerta del negocio porque había una pérdida de agua que traía problemas con la electricidad. La gente ya ni entra”.
Al frente de un polirrubro, Luis María le puso un poco de humor al asunto. “La gente ya no compra nada porque está muy incómoda, pero sí pregunta mucho porque no sabe dónde está el baño, ni las salidas, ni las oficinas de informes. ¿Qué quiere que le diga? Si cambiara de rubro y cobrara por responder, me haría rico”.
Más costos
La remodelación de la terminal está presupuestada en 22 millones de pesos, de los cuales los comerciantes aportan el 60 %. En la empresa municipal que administra la estación reconocieron que el precio final de la obra tendrá un incremento del 20 al 30 %. “Una parte por la inflación y otra por los adicionales que se van agregando”, explicaron.

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