lunes, 21 de noviembre de 2011

SANTA FE/Los frigoríficos atraviesan una crisis “prácticamente terminal”

Así lo aseguró el titular de la Cámara de Frigoríficos de Santa Fe, Alejandro Zegna. La semana pasada Friar licenció a 400 empleados contratados. En el país cerraron 120 plantas en los últimos años.

El presidente de la Cámara de Frigoríficos de Santa Fe (Cafrisa), Alejandro Zegna, afirmó que la crisis en la industria cárnica en Argentina “es inédita” y que en material de ganadería “se llegó a una situación terminal”. Además, el dirigente pidió evaluar la situación de la cadena y no mirar uno por uno los eslabones porque si no, “habrá pan para hoy y hambre para mañana”, dijo en referencia al precio que están recibiendo en la actualidad los productores.


“Sabemos cuál es la crisis prácticamente terminal que vive la industria tanto de consumo como exportación. Ante ese parate de las exportaciones, y con la expectativas de anuncios, Friar había aprovechado para hacer tareas de reacondicionamiento de la planta. Pero la cosa sigue parada, no hay grandes cambios en el horizonte, y esa gente que había sido contratada para esas tareas ahora quedó cesanteada. No era personal de planta permanente de la empresa, sólo contratado para mantenimiento en la planta de Reconquista”, agregó el titular de Cafrisa.


Zegna analizó la situación actual de la industria frigorífica en el país. “Ésta es una crisis inédita. Fuera de otras crisis que obedecían a otros factores como el climático y la falta de oferta de hacienda, acá se juntaron una serie de factores. Los problemas en materia de ganadería, que llegó a la situación de ruptura más grande en estos tiempos. A eso se suma la política del Gobierno Nacional de restringir a cero las exportaciones. El tema famoso de carnes para todos, que terminó siendo carnes para menos. El incremento que tuvo el precio de la carne en mostrador y su reemplazo del consumo de la carne por otros sucedáneos, que están subsidiados, como el pollo, que cambiaron el hábito de consumo de los argentinos. Es algo increíble. Estamos en la faena de carne vacuna más baja de los últimos años. Y el consumo per cápita bajó de 74 kilos por año a casi 50 por cabeza por habitante por año. Ésta es una realidad que está, se instaló y va a ser muy difícil revertir en el corto plazo”, afirmó.


Zegna comentó que sobre unas 400 plantas frigoríficas que había a nivel nacional “han cerrado 120 entre las de consumo y exportación”.


De las que quedan de exportación, gráficamente, están haciendo la plancha para ver qué pasa. Si se reabrieran mercados, el único rentable es el Hilton. Pero lo peor es que no hay precios para hacer negocios. Y el consumo se está readaptando a esta realidad. Ha habido una disminución de la faena de alrededor de un 45 o 50 por ciento. Ante esa realidad las plantas se readaptan, reducen gastos para poder subsistir y poder capear este temporal que durar como mínimo dos o tres años”.


Días atrás la Presidenta dijo que los productores ganaderos deberían reconocer que se les está pagando el mejor precio de kilo vivo de la historia. “Eso es así”, dijo Zegna, pero aclaró: “Convengamos que esto es una cadena. Si anda bien el productor, pero anda mal la industria, esto es pan para hoy y hambre para mañana. En algún momento ese productor va a tener que colocar el animal terminado llevado a peso para Hilton lo va a tener que colocar en las empresas que lo van a tener que comercializar. Ante una crisis terminal, hoy pueden tener buen precio. Pero dentro de un año o dos no van a saber qué hacer con esos animales y, en consecuencia lógica, todo se va a emparejar para abajo”.


Lo que se está reclamando es que “el Gobierno no intervenga más en el comercio. Tanto en los granos como en la carne trabajaron siempre con total transparencia entre la oferta y la demanda. Mientras que cuando se trata de intervenir en estos mercados se generan este tipo de situaciones donde se ponen trabas a las exportaciones para mejorar el consumo. En definitiva, todo es discursivo y en la práctica sucede lo que sucedió.

Cambio de hábitos
El consumo de carne en la Argentina es una marca cultural muy difícil de cambiar. Luego de la crisis de 2001 y el comienzo de la recuperación económica, el consumo per cápita de carne en el país fue subiendo lenta pero sostenidamente hasta 2007 inclusive. De esa manera se pasó, según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), de 61,1 kilos promedio hasta los 69,4.
El incremento del consumo parecía ir de la mano del crecimiento del poder adquisitivo. Sin embargo, en 2008, se detuvo (se consumieron 68,9 kilos per cápita).


La Resolución 125 que tomó el Ejecutivo nacional cambió las cosas. Al intentar imponer retenciones móviles a la soja y otros granos, los productores agropecuarios iniciaron una protesta sin precedentes en la historia. Los chacareros juntaron una serie de reclamos que tenían acumulados, fundamentalmente los vinculados con la intromisión del Gobierno en el comercio exterior, y eso produjo un tironeo constante que se trasladó al índice de precios.


Desde ese momento se profundizó la lucha por sostener el valor de los productos comestibles en niveles racionales, contra un intento permanente de reacomodamiento de precios.
En los últimos tres años, en los mostradores de las carnicerías todos los cortes sufrieron una suba considerable. Los santafesinos lo sufrieron en el bolsillo y empezaron a buscar algunas alternativas para reemplazar un alimento básico en su dieta.


En ese sentido, entre las preferencias gastronómicas de los santafesinos se empezó a ubicar el pollo y el pescado, como carnes alternativas. Además, en las carnicerías se incorporaron más cortes frescos de carne de cerdo que hoy se está consumiendo en reemplazo de la carne vacuna.

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