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domingo, 26 de junio de 2016

Santa Fe Guadalupe Oeste Asalto a taxista casi termina en tragedia

Un chofer salvó su vida milagrosamente el viernes por la noche, porque el puñal del ladrón entró en su pecho pero se detuvo milímetros antes del corazón.

En el Hospital Cullen, el taxista debió ser suturado. Afortunadamente, la puñalada no fue tan profunda como para afectar algún órgano vital. Foto: El Litoral

El Litoral
Joaquín Fidalgo

Un hombre de 60 años que es taxista desde hace más de una década fue asaltado anoche -mientras trabajaba- por un solitario delincuente que antes de escapar lo atacó con un cuchillo en una estocada que pudo ser fatal.

José Luis López vive en barrio Guadalupe Oeste junto a su esposa y sus dos hijos. El viernes, en horas de la siesta, salió de su casa -como hacía habitualmente desde que renunció a su anterior ocupación, inspector de colectivos- para manejar su coche de alquiler que presta servicios en la Sociedad Radiotaxi.

El chofer volvió a su hogar a las 21 “para tomar algo caliente” y regresó a la calle. “Yo ya le dije mil veces que deje de trabajar de noche, porque la noche no es amiga de nadie. La ciudad es peligrosa y más cuando está a oscuras”, manifestó su esposa esta mañana, entre triste y enojada.

Cerca de las 23 de ayer, López tomó a un pasajero en la esquina que forman la avenida Aristóbulo del Valle y calle Larrea. El joven se sentó en la parte trasera y le pidió que lo lleve hasta Ayacucho y Alberdi, muy cerca de la casa del conductor. “Vos vieras lo bien que fuimos charlando todo el camino. Jamás sopeché de lo que iba a hacer este muchacho”, aseguró el taxista.

Al llegar a destino, López le dijo la tarifa: “Son 35 pesos”. La respuesta del “pasajero” lo dejó helado: “Dame la billetera”. El chofer se negó y comenzó a forcejear con el asaltante. Trató de bajarse y le apretó un brazo con la puerta, pero en ese momento sintió un puntazo en el pecho, debajo de la tetilla izquierda. Entonces comenzó a gritar: “¡Me están robando, me están robando¡”.

El malviviente tomó las pertenencias de la víctima y comenzó a correr. Tras sus pasos, fueron dos policías (padre e hijo) que viven en esa zona y salieron a la vereda por el pedido de socorro. Finalmente, el ladrón pudo desaparecer en una de las tantas zonas de pasillos que hay en esa parte de la ciudad.

La puñalada, que tenía al corazón como destino, afortunadamente no fue lo suficientemente profunda. López, ensangrentado y un poco descompensado, se negó a subir a la ambulancia que llegó a la escena unos minutos más tarde. “No quería dejar mi auto en la calle y se lo llevé a la propietaria de la licencia. Después sí acepté que me lleven al Hospital Cullen”, señaló el chofer.

López fue atendido en ese centro público de salud, donde debió ser suturado (cuatro puntos), pero luego le dieron el alta médica.

Finalmente, llegó a su hogar cerca de las 2, una hora más tarde de lo previsto. “Casi me muero cuando lo veo entrar. Yo estaba dormida y llegó con la ropa ensangrentada. Casi me lo matan. Yo quisiera que no salga más a trabajar, pero es lo único que tenemos para sustentarnos. La calle está muy peligrosa. Tanto mis hijos como yo no queremos que siga, pero el dice que no puede dejar porque no tiene otra cosa. Por lo menos, queremos que deje de trabajar de noche, porque la noche no es amiga de nadie. Ahora sólo quiero agradecerle a Dios, porque tengo a José Luis acá conmigo”, puntualizó esta mañana la mujer. Su marido estaba acostado, muy cansado y dolorido, luego de una noche de terror.

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