NATALIA JUNQUERA
JAVIER CASQUEIRO
Madrid 26 JUN 2016 - 18:51 ART
El PP consideraba que llegar al 30% de los votos y revalidar los 123 escaños del 20-D se debía de catalogar como todo un éxito, tras los ataques que había recibido su candidato, Mariano Rajoy, por no haber hecho nada ni variar su estrategia durante estos seis meses. El porcentaje de votos ha llegado al 33% y esos casi 600.000 votos más representaron una subida de 123 a 137 diputados. Rajoy ha salido personal y políticamente muy refrendado. Volverá a intentar formar Gobierno en una gran coalición con el PSOE.
Ampliar fotoEl líder del PP, Mariano Rajoy, este domingo. CLAUDIO ÁLVAREZ
En la noche electoral del pasado 20-D algunos de los nuevos y jóvenes vicesecretarios nacionales del PP que habían sido nombrados unos meses antes tras el batacazo de las municipales se mostraron por la sede del partido desorientados. No entendían el sentido de la caída de casi 50 diputados con respecto al récord alcanzado en 2011. Tardaron en reaccionar. Algunos se cuestionaron incluso el tipo de relación que no habían conseguido fraguar con Ciudadanos ni el malestar especial con su líder, Albert Rivera.
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En las reuniones internas Rajoy les intentó tranquilizar. El presidente del PP, que lleva en política desde los 22 años, es decir, casi cuatro décadas, les ofreció como bálsamo una receta que algunos tardaron en apreciar. Pidió calma y tranquilidad, les avanzó la oferta de la gran coalición que expuso al día siguiente al PSOE y les aseguró que solo había que sentarse a esperar y ver cómo los otros partidos iban a intentar en los siguientes meses todo tipo de movimientos para no lograr ningún rédito ni acuerdo. A Rajoy se le ha visto especialmente tranquilo, satisfecho y contento durante esta campaña del 26-J. Creía que tenía razón y que las urnas iban a refrendar sus teorías. Apostó todas sus cartas a polarizar su duelo con Podemos y Pablo Iglesias para meter miedo con la radicalidad y el extremismo. El resultado del Brexit en el Reino Unido llegó para poner la guinda a las apelaciones a favor de la moderación de un político experimentado.
Ya nadie duda en el PP de que su visión fue la acertada porque el 26-J recuperó mucho del voto prestado el 20-D a Ciudadanos.
El PP ganó claramente las elecciones. Y lo hizo por encima de sus mejores perspectivas: con 7,8 millones de votos, un 33% y 137 diputados. Más de 400.000 votos, cuatro puntos y 14 escaños que hace seis meses. El PSOE quedó segundo a 10 puntos, casi dos millones y medio de papeletas y 52 actas de diferencia. Los populares pretendían quedar primeros, sacar una gran diferencia en votos y escaños a la segunda formación y luego perseguían que se produjera el sorpasso entre Unidos Podemos y el PSOE para que ese partido, más debilitado, permitiese al final la continuidad de Rajoy en La Moncloa. Esa última jugada no salió tan bien.
Rajoy no se amilanó por ese contratiempo. Rodeado de su esposa, Viri, y sus hermanos, acudió al PP a seguir la jornada y se mostró exultante a su manera: con prudencia. Su primer plan pasa por lanzar ya la idea de formar un Ejecutivo con el PSOE. Si eso no es posible, buscará negociar con los socialistas su abstención para un Gobierno en minoría.
El Pais.
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