El atraco se concretó en una vivienda cercana a la plazoleta de barrio Candioti, hoy convertida en Skate ParkFoto: Mauricio Garín
Danilo Chiapello
dchiapello@ellitoral.com
Una verdadera odisea vivieron ayer los integrantes de una familia a manos de un delincuente que se les introdujo en su domicilio de barrio Candioti. Bajo amenazas, el rufián encerró en un baño a las víctimas (entre los que se cuentan un matrimonio de avanzada edad y un bebé de meses), para luego saquear el inmueble y finalmente darse a la fuga.
La secuencia se inició a media mañana de la víspera cuando uno de los miembros de la familia salió de la casa (ubicada en cercanías de la plazoleta convertida en Skate Park) y se “chocó” con un sujeto que lo estaba esperando agazapado.
De un empujón el desconocido, que ocultaba su rostro mitad con un pañuelo árabe y el resto con la visera de una gorra apuntando hacia abajo, logró ganarse al interior de la vivienda y a partir de entonces, se desató el infierno.
“Dejenme hacer mi ‘trabajo’”.
“No pidió dinero ni nada... solo decía a cada rato que lo dejemos hacer su ‘trabajo’, comentó hoy uno de los asaltados en diálogo con este diario.
“Cerca de las 9 de mañana mi hermano estaba saliendo de casa. Abre la puerta y se le aparece un tipo que lo empuja y se mete para adentro. El tipo tenía una mochila calzada adelante diciendo que tenía una pistola. Mi hermano vio el arma. El tipo se tapaba la cara con un pañuelo árabe y además tenía una gorra con la visera baja. Solo se le veían los ojos.
Al momento de la irrupción en el interior de la casa “estaba yo, mi hermano, mis padres (que son dos personas mayores), un bebé de 7 meses y dos chicas más. Nos amenazó a todos. Primero nos llevó para el lado de los dormitorios y después nos condujo hasta el baño donde nos encerró”, explicó.
Violencia verbal
Más adelante el joven remarcó que durante el atraco “hubo mucha violencia verbal. Nos decía ‘estoy jugado’; ‘no me importa nada’. ‘Quédense tranquilos... y déjenme hacer mi trabajo’. En ningún momento pidió plata. Sólo decía ‘yo hago mi trabajo y me voy’. No pidió plata, ni celulares, ni nada.
Nosotros igual tratábamos de calmarlo. Le decíamos ‘¡pará flaco, quedate tranquilo, hacé lo que tengas que hacer!’.
Después revolvió un poco la casa y se terminó llevando algo de dinero y otras pertenencias.
Por último dijo que “el momento fue muy feo porque estábamos todos encerrados en el baño.
Imaginate que había una mujer de 85 años, que no está muy bien de salud, y un bebé de meses. Entonces todo se volvió dramático.
Lamentablemente tenemos que conformarnos al pensar que nadie salió lastimado. La conclusión es triste, pero es así”, reflexionó.
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