En sus tierras se armó la guardia del Brigadier Estanislao López, cuando éste se alzó con el gobierno de Santa Fe en 1819. Hoy, sus cuadras de tierra aún cobijan a aquellos que desean rodearse de naturaleza.
Diario UNO |
La historia de La Guardia se diferencia de todos los barrios de la ciudad de Santa Fe. Allí se instaló la Guardia de Rinconeros que defendía el gobierno del Brigadier Estanislao López, una vez que éste tomó el poder del gobierno de Santa Fe, tras ser depuesto de ese cargo Mariano Vera.
El 23 de julio de 1819, López y sus milicias rinconeras notificaron frente a la Aduana que se harían cargo de la gobernación. Así se concretó el 18 de agosto de ese mismo año, en medio de los festejos de la ciudadanía.
Días después, el “caudillo inmortal” instauró la Guardia de Rinconeros en la zona de Rincón Abajo –hoy La Guardia–, oculta por una plantación de ceibos en el sector donde luego se emplazaría la fábrica Alassio Hermanos.
La intención era detener cualquier intento de ataque que pudiera acercarse por agua a Santa Fe. Vera había huido hacia la costa entrerriana y allí agrupaba sus tropas, por lo cual el peligro era permanente. Con el tiempo, el fortín pasó a ser conocido como La Guardia de López, para abreviarse luego a su forma actual.
En 1829, el Brigadier venció –con el acompañamiento de Juan Manuel de Rosas– al general Juan Lavalle en el puente de Márquez. Entre los soldados que combatieron en ese enfrentamiento se encontraban muchos integrantes de la Guardia de Rinconeros, entre ellos Leandro Esquivel, a quien la tradición oral de La Guardia recuerda como El Tío Leandro (allí viven aún sus descendientes).
LOS PRIMEROS
Entre los primeros habitantes se puede mencionar a las familias Aguiar, Bustos, Bassaga, Niz, Esquivel, Pedriel, Salas, Ramírez, Uriarte y Villaverde. Con los años, numerosos vecinos dejarían plasmado su apellido en la historia de estas tierras.
En 1819, Estanislao López decidió crear una junta de representantes en toda la provincia. En 1826, nombraron a tres alcaldes: uno para La Capilla (hoy Rincón Centro); otro para Rincón Arriba (ahora Rincón Norte); y otro para Rincón Abajo (La Guardia). Los primeros alcaldes para este último distrito fueron Antonio Troncoso, Feliciano Estrada y Manuel Vargas.
Con los años, se sucedieron los gobiernos pero sin grandes cambios en la fisonomía de la zona. Los mayores avances se produjeron quizás en los últimos 60 años, luego de que se creara por ordenanza municipal la Administración del Distrito Colastiné (hoy Delegación La Guardia-Colastiné).
Al trabajo municipal se sumaron las instituciones, que pusieron su granito de arena para brindar alternativas a los habitantes. Entre ellos, el Club Atlético Velocidad y Resistencia, fundado el 2 de febrero de 1933 (inaugurado en Santa Fe y luego trasladado a La Guardia).
En las décadas siguientes, las instituciones deportivas proliferaron en la zona, aunque muchas tuvieron corta vida debido a la falta de fondos para sostenerlas. Entre ellas, los vecinos que suman más años en el distrito recuerdan al Club Alassio, el club El Descanso, La Guardia Fabril, el Club Martín Güemes –el único del barrio que llegó a participar de la Liga de Fútbol–, el Club Eva Perón, el Club Los Angelitos y la cancha Defensores de La Guardia, entre otras.
Del trabajo social también se encargan entidades intermedias, como el Centro Comunitario La Guardia o la asociación civil De lo Nuestro, lo Mejor. También se destaca el trabajo del taller de cerámica, que brinda alternativas de interés a grandes y chicos. El horneado de las piezas se convierte en algunos momentos del año en un evento del cual participan vecinos de otros sectores de la Costa e incluso de los barrios emplazados en pleno casco urbano capitalino.
LOS ALASSIO
Una de las familias históricas de La Guardia, que además implantó una característica fundamental al barrio, fue la de los Alassio. Fueron cinco hermanos uruguayos que crearon la primera fábrica de materiales cerámicos de todo el país, en 1928.
La industria tenía 19 hectáreas y se levantó en esa zona debido a la calidad de la tierra como materia prima esencial para el producto que elaboraban. La producción se enviaba después a Corrientes, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, entre otros puntos geográficos del país. Alassio Hermanos llegó a tener 80 operarios –que conformaban una cooperativa–, que producían a diario tejas, ladrillos y cañerías para toda la región.
La fábrica cerró en 1955, en medio de la crisis económica que frenó sus exportaciones y que la obligó a apagar para siempre los hornos que tantas fuentes laborales generaron durante casi tres décadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario