Usaba tres nombres distintos para que no lo identificaran. La última vez los mismos viajeros lo retuvieron por una frenada del chofer.
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Gustavo tiene 28 años, tres identidades y ahora una condena a seis años de prisión: su aversión a ser individualizado por un solo nombre no impidió que lo responsabilizaran de dos robos a colectivos. Uno de los hechos ocurrió la noche del miércoles 28 de septiembre de 2011 sobre un micro de la empresa 35/9. Según el fallo Gustavo subió con un revólver "no apto" para ser disparado y se llevó unos pocos pesos y un par de celulares. El otro fue sobre un interno de la línea Expreso el 3 de marzo de 2012, diez minutos antes de la medianoche, en Granadero Baigorria. Pero ese día le fue muy mal, ya que antes de que pudiera bajar del colectivo, los pasajeros le dieron una paliza descomunal.
El protagonista de esta historia tiene, al menos, tres identidades: Gustavo Bilicich, Gustavo Alberto Pedemonte y Gustavo Raúl Pedemonte. Tiene 28 años y el juez de Sentencia Nº 5, Gustavo Salvador, lo condenó por robo calificado por el uso de arma de fuego no apta para el disparo (sobre el 35/9 en septiembre de 2011), por el hecho en Granadero Baigorria en marzo de 2012. El juez Salvador consideró que no correspondía la declaración de reincidencia de Bilicich, tal lo había solicitado la fiscalía.
"Hagámosla corta". A eso de las 20 del miércoles 28 de septiembre de 2011, el interno 8 de la línea 35/9 circulaba con unos 15 pasajeros por avenida Presidente Perón rumbo al centro. Según declaró el chofer de la unidad "en calle Godoy (Perón) y Felipe Moré, subieron varias personas. Un muchacho se quedó al lado mío como quien no encuentra la tarjeta para pagar el viaje. Seis cuadras después, a la altura de Avellaneda, el muchacho sacó de su cintura un revólver y dijo: «la vamos hacer corta, no hagas señas de luces» y nos pidió que le diéramos los celulares y el dinero", indicó. El botín del ladrón fue magro. Unos pocos pesos y algunos celulares, entre ellos, Nokia E 63 que posteriormente fue reconocido por su dueño. Una vez terminada la faena, el maleante se bajó y se fue caminando.
A minutos, un móvil policial detuvo en Avellaneda y Gálvez a un muchacho en base a la descripción que habían hecho sus víctimas: "1.80 metro de altura, tez trigueña, cabello corto oscuro, y llevaba puesto una gorrita con visera en color blanco, una campera deportiva en color blanco y jeans color oscuro, de unos 25 años". Fue identificado por su DNI como Gustavo Bilicich.
Le incautaron un revólver 32 largo, marca Italo Gra, que carecía "del perno de apertura de tambor y el martillo pecutor está quebrado", según la pericia balística. Es decir, no estaba apto para el disparado. Algo que difícilmente se advierta al estar del otro lado del cañón. Bilicich negó ser la persona que robo el colectivo, pero fue reconocido en rueda de personas por al menos una de las víctimas.
El sábado 3 de marzo de 2012, al filo de la medianoche, Gustavo estaba otra vez armado arriba de un colectivo. Esta vez sobre el interno 17 de la línea Expreso, que une Rosario con Puerto San Martín. Ese fue el último robo que se le conoce a Gustavo Bilicich, ya que los pasajeros del micro, en inmediaciaciones de Juan B. Justo y San Martín de Granadero Baigorria, aprovecharon una frenada brusca del chofer, sorprendieron al ladrón y lo golpearon.
El hecho ganó un espacio en las crónicas policiales: "Pasajeros de un ómnibus golpearon y desarmaron al ladrón que les robó". Un testigo recordó que el ladrón "subió a la altura de la terminal de omnibus y al pasar por el puente Rosario-Victoria (también conocido como "El control"), el muchacho sacó arma, le dijo al chofer que siguiera manejando y empezó a asaltar el pasaje". En el colectivo viajaban unos 20 pasajeros.
Bilicich pasó por cada asiento para robar a los pasajeros. "A vos no, porque tenés una nena", le dijo a uno de los pasajeros. Acto seguido a una mujer que llevaba a su hija dormida en brazos le pidió el dinero. La víctima le pidió que no la robara porque tenía a su hija en brazos y Gustavo le respondió que robaba "porque tenía un hijo con HIV", según la mujer asaltada.
Visto desde un auto. Pero en un descuido el chofer frenó de golpe, Gustavo trastabilló. Los pasajeros no le dieron tregua. Una mujer policía de civil, que viajaba como pasajera, lo desarmó. Llevaba un revólver 32, sin numeración, el cual contenía tres cartuchos y estaba apto para ser disparado, según la pericia balística. Un automovilista que vio lo que pasaba, alertó a la policía. Después lo detuvieron.
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